ROMA, jueves, 23 julio 2009 (ZENIT.org).- La manera en que la encíclica «Caritas in veritate» presenta el nuevo rostro del desarrollo, la verdadera ética y la dignidad humana, fue ilustrada en la noche del miércoles por el arzobispo Rino Fisichella, rector de la Universidad Pontificia Lateranense de Roma y presidente de la Academia Pontificia para la Vida.
El prelado intervino junto al ministro de economía italiano, Giulio Tremonti, durante un encuentro, en la ciudad eterna que contó con una numerosa asistencia, promovido por los padres Concepcionistas, a través del instituto de alta formación, «Elea» y del Instituto Dermatológico de la Inmaculada (IDI).
Monseñor Fisichella recordó cómo en los años setenta, luego de la publicación de la encíclica «Populorum Progressio» de Pablo VI, el principal llamado del pontífice era a trabajar para que los pueblos no vivieran en la miseria y el analfabetismo.
Recalcó cómo ahora el concepto de desarrollo, sin excluir estos factores, «posee una connotación más amplia».
El valor absoluto de la vida
En este sentido, el prelado constató la contradicción de quienes «defienden la ecología ambiental y de otro lado olvidan la vida humana y su salvaguardia».
Invitó así a encontrar «un equilibrio que no exalte uno humillando al otro, cayendo así en un neopaganismo».
Lo que se necesita, en cambio, es vivir un «humanismo integral».
«Sólo cuando la persona se conoce a sí misma y se mantiene en tensión hacia la verdad puede garantizar que la sociedad se puede realizan un desarrollo coherente», explicó.
Destacó el prelado cómo la nueva encíclica muestra un verdadero concepto de caridad: «Tiende a mostrar la senda para salir del túnel de la emotividad generalizada».
El rector de la Pontificia Universidad Lateranense de Roma, señaló que con esta encíclica la Iglesia reitera que su mensaje no es un contenido de prohibiciones.
Al contrario, asegura que las páginas de esta documento verifican una «proyección valiente» en la que el mercado, la empresa y las finanzas «están llamadas en primer lugar, a expresar exigencias intrínsecas a su naturaleza».
Monseñor Fisichella se detuvo en la frase esculpida por Pablo VI en la «Populorum Progressio» y repetida y actualizada por Benedicto XVI en la «Caritas in Veritate»: «El subdesarrollo tiene una causa más importante aún que la falta de pensamiento: es ‘la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos'».
Crisis económica, crisis antropológica
De esta manera se refirió a la crisis económica actual, la cual tiene su raíz no sólo en el factor monetario y el mal manejo de las hipotecas sino sobretodo en una distorsionada base antropológica.
Mostró cómo la encíclica «indica que el camino que el hombre está llamado a recorrer con perseverancia y vivir donde el mundo y el respeto son patrimonio de todos».
Señaló también cómo el relativismo moral hace un abuso del concepto de ética bajo el cual se realizan «opciones contrarias a la justicia».
Propuestas
Dijo que, en cambio, es necesaria una ética que permita: «políticas para la inclusión de los jóvenes en el mundo del trabajo, un salario justo, la seguridad, el puesto de trabajo», que se comprometa a «educar a las personas para no caer en formas de subdesarrollo», que no tenga en cuenta sólo los aspectos técnicos sino también el «factor humano, social y ético»
Recalcó la importancia de que vayan siempre unidas la solidaridad y la subsidiariedad
«La solidaridad no es suficiente si le falta la subsidiariedad. La subsidiariedad cae en el particularismo social. La solidaridad sin subsidiariedad cae en el asistencialismo. Esta perspectiva no es otra cosa que un reclamo antropológico», afirmó.
Señaló monseñor Fisichela el papel de Dios en la búsqueda del desarrollo:
«El horizonte espiritual no es un apéndice, es su esencia. Si la persona estuviera limitada sólo a la esfera de relación sin la capacidad de trascendencia, dentro de ella estaría destruido el componente de misterio».
«No puede pasar inadvertida la reflexión sobre el valor social y sobre la relación que el cristianismo ha continuado a ofrecer para alcanzar el bien común», aseguró.
Por último, el presidente de la Academia Pontifica para la Vida resaltó la unión entre la encíclica y la constitución «Gaudium et spes», del Concilio Vaticano II en la que muestra que «Jesús ha trabajado con manos de hombre, ha pensado con mente de hombre y ha amado con corazón de hombre».
Y destacó la originalidad de la tercera encíclica de Benedicto XVI en la que muestra que el «recorrido hecho a la luz de la razón no puede realizarse si no está hecho a la luz de la fe»
Por Carmen Elena Villa