Cursillos de Cristiandad en Venezuela: “Una lluvia de gracia de 50 años”

Carta Pastoral en el aniversario del primer Cursillo de Cristiandad

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CARACAS, jueves, 23 julio 2009 (ZENIT.org).-Los obispos de Venezuela, con ocasión de los 50 años del primer Cursillo de Cristiandad en el país, que se cumplirán el próximo 20 de agosto, se han dirigido, con un mensaje pastoral, de fecha 10 de julio, a los miembros del Movimiento de Cursillos de Cristiandad y a toda la Iglesia.

En abril de 1959 llegó a Venezuela el padre Cesáreo Gil, perteneciente a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos. Dado que había trabajado en España en los Cursillos de Cristiandad, propuso a los obispos venezolanos iniciar la experiencia en el país.

Con la esperanza de que hicieran tanto bien como en otras partes, los obispos dieron su anuencia. El 20 de agosto, en el Colegio La Salle de La Colina, se inició el primer Cursillo de Cristiandad en Venezuela.

La expresión de uno de los Hermanos de La Salle que fue testigo de aquel primer Cursillo, al constatar la intensa vivencia de fe que tenían los asistentes a él, fue una verdadera premonición: «Aquí está empezando algo muy grande».

Durante las exequias del padre Cesáreo Gil, el cardenal Rosalio Castillo Lara, expresó que desde la llegada de los Cursillos de Cristiandad, «el rostro del laicado en Venezuela fue un rostro absolutamente nuevo».

«Con esto estaba afirmando -señala la carta pastoral- que los Cursillos habían servido para hacer de los laicos venezolanos, hombres y mujeres más activos en la construcción del Reino de Dios en nuestra sociedad, convirtiéndose, así, en apóstoles de Jesucristo en la realidad cotidiana».

La carta asegura que «quienes asisten a un Cursillo de Cristiandad han tenido una profunda experiencia de fe, de conversión y de apostolado. Mediante el método que los caracteriza, mantienen al laico en tensión de espiritualidad, de formación cristiana y de apostolado».

«Es imposible hacer un balance de la lluvia de Gracia que ha sido derramada sobre esa ingente cantidad de personas», afirma la carta.

Por otro lado, «en el empeño por ser mejor instrumento en las manos del Señor, los Cursillos de Cristiandad han estado en un lugar preponderante en orden a su propia actualización… Han procurado facilitar la formación de los laicos, a través de su Editorial Trípode, primera y única de un movimiento apostólico en Venezuela».

Por si fuera poco, el Movimiento de Cursillos de Cristiandad de Venezuela ha colaborado con la fundación del Movimiento en otros países de América y ha ayudado a la formación de sus integrantes mediante Cursillos de Dirigentes y otras actividades.

El carisma de los Cursillos de Cristiandad se resume según la carta «en los aspectos principales descritos en los dos objetivos que persigue: el inmediato, es decir, la conversión de la persona; y el último, esto es, la fermentación evangélica de los ambientes, es definitivamente actual».

Después de sesenta años de haber surgido en el mundo y de cincuenta en Venezuela, asegura la carta «tiene plena vigencia».

Por ello este aniversario «además de hacer surgir una sentida acción de gracias en todos los miembros de la Iglesia de nuestra nación, debe provocar indefectiblemente en los responsables principales y en todos los cursillistas en general, un profundo compromiso para que el Movimiento siga haciendo el bien que el Señor quiere a través de él en Venezuela».

Sugiere que «el Movimiento de Cursillos de Cristiandad debe discernir, en el respeto reverencial al carisma original que merece toda inspiración suya, lo que ese mismo Espíritu quiere hoy de él».

«Deben dejarse iluminar para poder discernir correctamente de qué modo pueden lograr lo que el Espíritu quiere de ellos en estos momentos de vida del país. De esta manera, también los Cursillos serán siempre jóvenes. Esto está en línea de perfecta congruencia con lo que pedía el recordado Juan Pablo II al hablar de la nueva evangelización, que debía ser ‘nueva en su ardor, nueva en sus métodos y nueva en su expresión'», añade.

Constata que «hoy nuestro país adolece de más hombres y mujeres que asuman con seriedad su fe. Por ello se necesita la valentía de aquellos que ya la viven responsablemente, en este caso concreto, de aquellos que ya han pasado por un Cursillo de Cristiandad».

De esta manera, añade, «Venezuela vivirá efectivamente la recristianización que tanto necesita y se recuperará la vivencia de los valores y principios humanos y cristianos que se han ido difuminando».

«En nuestros días es más que insoslayable esta tarea de los laicos de nuestra Iglesia», afirma.

El Movimiento de Cursillos de Cristiandad, según los obispos venezolanos, «está llamado en las actuales circunstancias a realizar valientemente una apertura pastoral a las situaciones concretas que se viven en el país. Particularmente, invitamos a los miembros del Movimiento a afrontar la situación actual de la familia, fijando su atención en aquellos hogares que se encuentran en dificultades de variada índole».

Recuerdan las palabras de XVI dirigidas a la Iglesia en Venezuela: «Hace falta un laicado maduro, que dé testimonio fiel de su fe y sienta el gozo de su pertenencia al Cuerpo de Cristo, al que debe ofrecerse, entre otras cosas, un adecuado conocimiento de la doctrina social de la Iglesia».

Concluyen su carta reafirmando la necesidad de que «el Movimiento mantenga su perfil de exigencia en este momento de tanta necesidad del testimonio de los cristianos que vive nuestro país».

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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