“Ninguna comunidad es cristiana si no acoge al migrante”

Mensaje pastoral con motivo del Día Nacional del Migrante en Guatemala

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GUATEMALA, martes, 1 septiembre 2006 (ZENIT.org).- Con motivo del Día Nacional del Migrante, que se celebra el próximo domingo 6 de septiembre, monseñor Álvaro Ramazzini, presidente de la Pastoral de Movilidad Humana de Guatemala, ha hecho público un mensaje pastoral para una jornada que tiene como lema «La Migración y la Fe».

Recuerda el prelado que la Comisión Episcopal de Pastoral de Movilidad Humana desde hace años ha impulsado esta celebración para «poner en la conciencia de los cristianos, hombres y mujeres, la responsabilidad de vivir con coherencia la condición de discípulos del Señor, al descubrirlo presente en los migrantes y acogerlo con amor.

Ninguna comunidad cristiana podrá considerarse tal, si no acoge con solicitud y cariño a los hermanos y hermanas migrantes. En la base de esta actitud se encuentra la contemplación  del Señor, gracias a la fe que nos permite descubrirlo en ellos y ellas».

Sin embargo, constata que es difícil, pastoralmente hablando, «lograr que en las comunidades cristianas los migrantes vengan acogidos, amados, servidos. Para miles de cristianos, católicos y no católicos, los sufrimientos, las dificultades, las angustias, los sueños, las ilusiones y las esperanzas de los migrantes están ahí sin golpear su conciencia y sentimientos».

Recuerda que «no fue ninguna casualidad ni mucho menos un capricho, que en Aparecida la Iglesia de América Latina y el Caribe haya reafirmado la opción preferencial por los pobres, entendida como una opción que debe atravesar todas nuestras estructuras  pastorales».

«Entre las víctimas de la pobreza –añade–, resultado de una estructura social injusta y excluyente, se encuentran  aquellos hombres y mujeres que tienen que abandonar su propia patria, pues no encuentran en ella el trabajo honrado y digno que les haga ganar con sudor el pan de cada día». 

En este momento, ante de la promesa hecha por el presidente de Estados Unidos Barack Obama de realizar una reforma migratoria, advierte el mensaje, «la Iglesia Católica del Continente Americano no puede ni debe quedarse en una actitud pasiva. Todo lo contrario, el compromiso de incidir en una reforma migratoria con rostro humano se convierte en el punto de referencia obligado, para medir la firmeza y solidez de nuestra fe cristiana».

Afirma que la actual crisis económica mundial «no puede ser utilizada como pretexto  para impedir una reforma migratoria justa, humana e integral».

Constata que «las violaciones a los Derechos Humanos de las y los migrantes se han incrementado, focalizándose en lugares específicos».

En otro contexto, añade, «es justo agradecer a Dios por el compromiso apostólico de tantos migrantes que al llegar a sus lugares de destino, especialmente en Estados Unidos y Canadá, se han convertido en evangelizadores que comparten su experiencia de fe en aquellas parroquias y comunidades eclesiales que se lo permiten».

Así mismo, el obispo se hace eco de la declaración resolutiva de los obispos que participaron en el encuentro sobre «Crisis económica mundial y migraciones» en la ciudad de Tecún Umán, Diócesis de San Marcos. 
 
En la declaración se urge «al presidente de Estados Unidos, México, a los de Centro América y al primer ministro de Canadá, a encontrar a través del diálogo consensos sobre la cooperación regional en los temas de migración y desarrollo»; se hace «un llamado para que se realice un encuentro a nivel regional de estos líderes con la participación de la Iglesia, sectores de la sociedad civil involucrados en el tema»; se hace  «un llamado a que se examine las políticas de protección al refugio y asilo»; se hace «un llamado a las autoridades de la región a que pongan mayor atención a los grupos del crimen organizado que operan a lo largo de nuestras fronteras y dentro de los países, principalmente a los que se involucran en el tráfico de drogas».

Aparte de estos llamados, es necesario indicar, sigue el mensaje, «que al no tener políticas migratorias integrales, el impacto de la migración en la unidad familiar es grave, pues muchas familias sufren la desintegración por las redadas, deportaciones masivas y migración forzada. En la gran mayoría de los casos, son niños quienes reciben el impacto de esta desintegración cuando los dejan solos y se ven forzados a trabajar para sostener a la familia que ha perdido al padre o a la madre».

Con ocasión de la celebración del Día del Migrante, el obispo invita «encarecidamente a todas las comunidades  cristianas, en las diócesis y vicariatos del país, a celebrar  el triduo del migrante  uniéndonos de modo especial a los familiares de los migrantes que sienten el sufrimiento de la lejanía de sus seres queridos».

Lamenta que «en muchas comunidades parroquiales y diocesanas, a esta celebración no se le da la importancia que merece. Dios permita que en este año 2009 la situación cambie drásticamente».

Finalmente, expresa su deseo de «que todos los guatemaltecos y guatemaltecas vivan la caridad evangélica del buen samaritano, y que el día del migrante sea un espacio prioritario en todas las diócesis, comunidades y parroquias del país».

Agradece «a quienes con esfuerzo y dedicación sirven a los migrantes en los lugares de acogida, en las comunidades parroquiales y en las familias (aún arriesgándose). Ellos demuestran su coherencia cristiana y fortalecen la Pastoral de los Migrantes como una pastoral específica de la Iglesia. De igual forma, se agradece a los migrantes misioneros en diversos países que testimonian firmemente su fe».

Y concluye rogando que «María Santísima, quien peregrinó con José y el Niño Jesús hacia Egipto, acompañe a todos los y las migrantes en estos momentos difíciles».
 
Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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