CIUDAD DEL VATICANO, martes 1 de septiembre de 2009 (ZENIT.org).- África puede convertirse en un ejemplo para el resto del mundo respecto a la convivencia pacífica y el diálogo entre las religiones, especialmente con el Islam.
Así lo explicó en una entrevista, publicada por L’Osservatore Romano en su edición del 28 de agosto, monseñor Chidi Denis Isizoh, miembro del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, en referencia a los temas que serán tratados en el Sínodo Especial para África, previsto para el próximo mes de octubre.
Monseñor Isizoh, originario de Nigeria, explicó al diario vaticano que la experiencia de diálogo entre las religiones se vive en África cotidianamente, en todos los ámbitos y a todos los niveles, y que sólo en contados países existen conflictos.
Según el prelado, en la mayor parte de los lugares, cristianos en general, animistas y musulmanes viven y trabajan juntos, a pesar de la centralidad que la religión ocupa en su vida.
La religión en África, explicó, «no es algo separado de las demás actividades de la existencia: es el estilo de vida».
Este diálogo se basa «en la vida y en la cooperación, en el que cada persona expresa los ideales de su religión: ser buenos vecinos, honestos, ayudar a quien tiene dificultades, poner el dinero y las capacidades a disposición del bien común del pueblo, participar en la toma de decisiones y luchar contra el crimen».
Concretamente, en el caso del Islam, monseñor Isizoh destacó que la relación es buena en la mayor parte de los países, y que el conflicto es más bien la excepción. «Esta es una buena noticia que a menudo no la dan los medios de comunicación social», arguyó.
Es más, en los casos de conflicto, a menudo los líderes políticos y algunos grupos con intereses «manipulan los sentimientos religiosos para alcanzar sus propios objetivos».
«El diálogo entre cristianos y musulmanes en los países del África Subsahariana tiene una ventaja importante: la tradición religiosa africana ofrece un contexto sociocultural que da a ambos la oportunidad de comprenderse», explicó.
Precisamente, este diálogo es necesario en la educación, en la gestión pública, en la lucha contra la pobreza y en instaurar la moralidad en la vida pública y privada.
Paz y desarrollo
Respecto al tema del Sínodo, «La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz», monseñor Isizoh comentó que uno de los mayores obstáculos que hoy encuentra la paz en el continente es la herencia del colonialismo.
«En su mayor parte, los países africanos sufren la consecuencia de la fusión inadecuada y forzosa de pueblos diferentes – que los medios de comunicación definen a menudo como grupos tribales – realizada por el colonialismo».
Esta división arbitraria del territorio ha provocado siempre tensiones entre estos pueblos, luchas de poder por controlar los recursos, como es evidente en países como la República Democrática del Congo, Nigeria o Sudán, entre otros..
«Es verdad que después de muchos años, los países más pequeños y con menos grupos étnicos han conseguido aceptar esta unión forzosa, pero los más grandes deberán negociar y buscar compromisos aún durante muchos años», añadió.
Este es uno de los factores que más obstaculiza el desarrollo de estos países. Otros son, señaló el prelado, «la avidez, el deseo de riqueza inmediata, la corrupción y la poca confianza en los líderes políticos».
También lo son la «fuga de cerebros» causada por la pobreza, la inmigración y el analfabetismo, así como «las condiciones inicuas del comercio internacional».
«Todos nosotros rezamos por el éxito del Sínodo. La elección del tema muestra cómo la Iglesia africana es vital en su responsabilidad hacia el continente», concluyó el prelado.
La Iglesia, al apostar por la reconciliación, «es la voz de los que no tienen voz. Habla en nombre de los oprimidos y de los marginados de la sociedad. Conduce a las personas heridas a la reconciliación. El modo como hacerlo será probablemente uno de los más importantes puntos de discusión del próximo Sínodo».