CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 8 octubre 2009 (ZENIT.org).- Publicamos la carta de los presidentes delegados y del secretario del Sínodo de los Obispos a monseñor François Xavier Maroy Rusengo, arzobispo de Bukavu (República Democrática del Congo), que se ha leído y entregado al concluir de la sexta congregación general en la mañana de este jueves.
Monseñor Maroy Rusengo ha tenido que abandonar el aula ante los terribles ataques que está experimentando la comunidad cristiana en su diócesis, en medio del conflicto armado que flagela a Bukavu.
El 2 de octubre una de sus iglesias fue quemada, y varios sacerdotes fueron secuestrados por hombres en uniforme, los cuales exigieron un elevado rescate que la diócesis se vio obligada a pagar para salvar la vida de sus presbíteros.
Monseñor Christophe Munzihirwa, predecesor de monseñor Maroy Rusengo, fue asesinado en 1996 por sus denuncias en plena guerra congoleña.
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Excelencia:
Los obispos reunidos en la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, presidida por el Santo Padre, Papa Benedicto XVI, han escuchado que en su Arquidiócesis de Bukavu, en la República Democrática del Congo, se registran desórdenes que incluyen parroquias incendiadas, afrentas infligidas a sacerdotes tomados como rehenes con exigencias de rescate, generando una situación tal que ahora os veis apremiados a volver junto a vuestros fieles, presa de los tormentos y peligros.
A este propósito, en nombre de toda la Asamblea, os expresamos nuestra solidaridad fraterna en la esperanza de que la reconciliación y la Buena Nueva del Evangelio, como nos recuerda en estos días la reflexión sinodal, sean acogidas como la vía compartida por todos para llegar a condiciones de vida humanas fundamentadas en los valores de la justicia y reforzadas por el deseo de la paz que es un don de Dios.
Os estaríamos muy agradecidos si quisierais transmitir nuestros cordiales sentimientos de solidaridad religiosa a todos los miembros del Pueblo de Dios que vive y sufre en dicha Arquidiócesis: los sacerdotes, religiosos, religiosas, diáconos, catequistas, laicos y todos los hombres de buena voluntad.
Al mismo tiempo, invitamos a las autoridades civiles a hacer todo lo posible para recuperar el orden de la justicia para instaurar y garantizar la paz, indispensable para una vida normal de la querida población.
Confiando en la misericordia de Dios y en la intercesión de María, Reina de África y Reina de la Paz, os aseguramos nuestras oraciones, para que la justicia y la caridad permitan a esta Arquidiócesis, a la región de los Grandes Lagos y a toda África, obtener días apacibles y una vida serena.
[Traducción del original en francés distribuida por la Secretaría del Sínodo de los Obispos]