CIUDAD DEL VATICANO, martes 27 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos la traducción al español de las Proposiciones 6 a 10 (versión no oficial), de la reciente II Asamblea Extraordinaria para África del Sínodo de los Obispos --cuyo texto oficial está en latín--, objeto de voto personal por parte de los padres sinodales, presentadas al Papa Benedicto XVI.

El texto oficial en latín, por su naturaleza, es reservado y no será publicado, para respetar el carácter consultivo de la asamblea sinodal. Este texto, como su nombre indica, tiene carácter propositivo.

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Proposición 6

La forma no sacramental de la celebración de la reconciliación

Se favorezca prudentemente también la forma no sacramental de la celebración de la penitencia, de manera tal que revele el carácter eclesial de la penitencia y de la reconciliación. Esto permitirá a las comunidades dispersas, sin sacerdote, vivir un camino real de penitencia y de reconciliación. Permitirá a aquellos cristianos, privados de los sacramentos a causa de su propia condición personal, insertarse en un camino penitencial en la Iglesia. Al inicio de algunos tiempos litúrgicos como el Adviento y la Cuaresma, puede servir también a esas comunidades que tienen un sacerdote, como etapa hacia una recepción más fructífera del sacramento (cf. Reconciliatio et Poenitentia, 37).

Se recuerde a las Conferencias Episcopales que a ellas corresponde “adaptar este Ritual de la Penitencia a las necesidades de cada región” (Reconciliatio et Poenitentia, 38), y a los obispos diocesanos, que a ellos toca “regular la disciplina de la penitencia en su diócesis” (Reconciliatio et Poenitentia, 39).



Proposición 7

Inculturación del sacramento de la reconciliación

Un gran número de cristianos en África muestran una actitud ambigua frente a la conducta de cara a la reconciliación. Éstos adoptan un comportamiento de respeto escrupuloso de los ritos ancestrales de reconciliación, pero conceden poca importancia al sacramento de la penitencia.

Se confirma por tanto como necesario efectuar un estudio serio y profundo de los ritos tradicionales africanos de reconciliación, por ejemplo la reconciliación verbal (en el que un grupo de sabios llevan a cabo un arbitraje público de los casos judiciales), y la resolución de conflictos a través de un “grupo de mediadores”. Organismo similares pueden ser creados dentro de las Comisiones “Justicia y Paz”, para ayudar a los cristianos a realizar una conversión profunda en las celebraciones del sacramento de la reconciliación.

La gracia del sacramento de la penitencia celebrado con fe es suficiente para reconciliarnos con Dios y con el prójimo y no requiere ningún rito tradicional de reconciliación.



Proposición 8

Praxis pastoral de reconciliación

Para favorecer el desarrollo de una cultura de la reconciliación, las Iglesias locales podrán elegir entre las siguientes iniciativas:

1. una Jornada o una Semana de Reconciliación al año, especialmente en Adviento y Cuaresma, o un Año de Reconciliación a nivel continental, para pedir especial perdón a Dios por todos los males y heridas con que nos afligimos mutuamente, y para reconciliar a personas y grupos ofendidos en la Iglesia y en la sociedad. Se pueden organizar actos comunitarios de reconciliación y de perdón; y

2. un Año jubilar extraordinario durante el cual la Iglesia en África y en las Islas adyacentes agradece a Dios con la Iglesia universal y reza por el don del Espíritu Santo. Este periodo de reconciliación debe distinguirse por los siguientes elementos:

a. una conversión personal con la confesión sacramental y la absolución individual;

b. un Congreso Eucarístico continental;

c. la celebración de ritos penitenciales durante los cuales los participantes se perdonen mutuamente;

d. la renovación de las promesas bautismales, durante la cual nuestro ser discípulos de Jesús supera todas las formas de sometimiento al clan o a un partido político; y

e. una vida eucarística renovada.



Proposición 9

La espiritualidad de la reconciliación

“En Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación. Somos, pues, embajadores de Cristo” (2 Cor 5, 19-20). Reconciliación implica un modo de vida (espiritualidad) y una misión. Para llevar a cabo una espiritualidad de reconciliación, justicia y paz, la Iglesia necesita testigos arraigados profundamente en Cristo, nutridos de su Palabra y de los sacramentos. Así, estos podrán esforzarse hacia la santidad, sobre la base de una conversión permanente y de una intensa vida de oración, y entregarse a la tarea de la reconciliación, la justicia y la paz en el mundo, hasta el martirio, a ejemplo de Cristo. Con su valor en la verdad, con su abnegación y con su alegría, estos ofrecen un testimonio profético en un modo de vida coherente con la propia fe. María, la Madre de la Iglesia-Familia de Dios, que acogió voluntariamente la Palabra de Dios, escuchó las necesidades humanas y fue mediadora compasiva, será modelo de esto.

Los Padres sinodales recomiendan:

- que se preserve la memoria de los grandes testigos que dieron su vida al servicio del Evangelio, y que promovieron el bien común y defendieron la verdad y los derechos humanos, y que sean conmemorados fielmente;

- que los miembros de la Igelsia desarrollen un sentido de responsabilidad hacia sus propias acciones y una continua “metanoia”, que pueda celebrarse regularmente en el sacramento de la reconciliación;

y

- que la celebración y adoración de la Eucaristía, la oración y meditación sobre la Palabra de Dios, constituyan profundamente a la Iglesia-Familia de Dios en el Señor y le den la fuerza de ser “sal de la tierra” y “luz del mundo”.


Proposición 10

Dialogo ecuménico

En el servicio a la reconciliación, a la justicia y a la paz en el continente y en unión con la Iglesia universal, la Iglesia en África renueva su propio compromiso con el diálogo y la colaboración ecuménica. Una cristiandad dividida es un escándalo, porque contradice la voluntad del Maestro divino, que rezó para que sus seguidores pudiesen ser una sola cosa (cf. Jn 17, 21). Por ello el objetivo del diálogo ecuménico está tanto en dar testimonio de la comunión de los fieles en Cristo, como en proceder hacia la unidad cristiana con aquellos con quienes compartimos la misma fe, a través de la escucha de la Palabra de Dios y la colaboración en el servicio a los hermanos y hermanas “en un solo Señor… un solo Bautismo, un solo Dios y Padre de todos…” (Ef 4, 5-6). En consecuencia el Sínodo alaba los esfuerzos del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, para iniciar y mantener el diálogo con las demás Iglesias y comunidades eclesiales.

El Sínodo es consciente de que, aunque la unidad de los cristianos no sea aún una realidad, cristianos en distintos países africanos se han reunido en varias asociaciones (como la Asociación Cristiana de Nigeria, el Consejo Cristiano de Liberia, etc.) para promover obras comunes de caridad y para salvaguardar los intereses de los cristianos en los modernos estados pluralistas. El Sínodo alaba estos esfuerzos y los recomienda en otros países, donde estas asociaciones pueden servir a la causa de la paz y de la reconciliación.

Además, el Sínodo invita a la Iglesia en cada diócesis o región a asegurarse de que la semana dedicada a la oración por la unidad de los cristianos esté marcada por oraciones y actividades comunes que promuevan la unidad de los cristianos “para que tod os sean una sola cosa” (Jn 17, 21).


[Traducido del italiano por Inma Álvarez]