El patriarca de Constantinopla cree en la unidad con la Iglesia católica

Piensa que las divergencias sobre el primado del Papa pueden resolverse

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ESTAMBUL, martes 1 de diciembre de 2009 (ZENIT.org).- La presencia de la delegación de la Santa Sede en Estambul con motivo de la fiesta de san Andrés «confirma el deseo de eliminar los impedimentos acumulados en el transcurso de un milenio para llegar a la plenitud de la comunión», considera el patriarca ecuménico Bartolomé I.

El arzobispo de Constantinopla acogió con estas palabras este lunes al cardenal Walter Kasper y al obispo Brian Farrell L.C., presidente y secretario del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, enviados por Benedicto XVI a su sede, en Estambul (Turquía), con motivo de la celebración del santo patrono del patriarcado ecuménico.

El patriarca agradecerá este gesto enviando una delegación a Roma con motivo del 29 de junio, solemnidad de los santos Pedro y Pablo, fiesta del Papa.

«Atribuimos un gran significado simbólico a vuestra presencia aquí –dijo Bartolomé I en su mensaje–, pues revela también el deseo de la santísima Iglesia de Roma de hacer todo lo posible para volver a encontrar nuestra unidad en la misma fe y en la comunión sacramental, según la voluntad de quien nos ha llamado a la unidad para que el mundo crea».

El camino hacia la comunión plena, «vivida así por nuestras Iglesias en el primer milenio, ha sido emprendida con el diálogo del amor y de la verdad y avanza, por gracia de Dios, a pesar de las dificultades ocasionales», siguió afirmando el patriarca, haciendo referencia especial al diálogo teológico oficial entre católicos y ortodoxos.

Este diálogo, en estos momentos está afrontando la cuestión central del primado del obispo de Roma en la comunión de la Iglesia, tal y como se vivió en el primer milenio, para ver cómo se podría aplicar ahora en caso de llegar a una comunión plena.

Este fue el argumento central de la sesión plenaria de la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico que se celebró en Pafos (Chipre) del 16 al 23 de octubre.

«Cada quien –dijo el patriarca ecuménico– es consciente de que esta cuestión espinosa ha provocado un gran contencioso en las relaciones entre nuestras dos Iglesias. Por este motivo, desarraigar este impedimento entre nosotros favorecería seguramente nuestro camino hacia la unidad».

El estudio de la historia de la Iglesia en el primer milenio «se convertirá también en la piedra angular para la evaluación de otros desarrollos sucesivos en el curso del segundo milenio», concluyó Bartolomé I, invocando los dones de la humildad y el diálogo para acoger la verdad.

 

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ZENIT Staff

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