LIMA, martes 1 de diciembre de 2009 (ZENIT.org).- La atención a las personas afectadas por el Sida constituye una oportunidad para vivir el Evangelio, explicó el obispo de Tarma, en Perú, monseñor Richard Daniel Alarcón Urrutia, al intervenir este lunes en una Jornada de Reflexión VIH y Sida.
«El VIH-SIDA no daña solamente al cuerpo sino a toda la persona, sus relaciones interpersonales y su vida social. La inmuno-deficiencia del VIH-SIDA también se da simultáneamente en el plano de los valores existenciales. Es una verdadera patología del espíritu. Es un azote y lleva consigo una crisis de valores morales», explicó monseñor Alarcón en la reflexión que tuvo a cargo en el evento que concluyó este martes.
Además agregó: «Debemos ver el rostro de Cristo vivo en cada enfermo, esa es la razón del trabajo de la Pastoral de VIH-SIDA; nuestra motivación es la fe, la esperanza y la caridad», enfatizó.
Finalmente, el también presidente del Departamento de Pastoral de Salud de la Conferencia Episcopal de Perú motivó al público asistente a seguir el ejemplo del Buen Samaritano: «No debemos ser indiferentes con nuestro prójimo; hay que ver al ser humano como alguien que nos pertenece».
La Jornada se ha realizado en el marco de la celebración por el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA (1 de diciembre) y ha congregado a agentes pastorales de la salud, integrantes de las comisiones episcopales del país y otros profesionales.