El cantante Claudio Baglioni reflexiona sobre el encuentro con el Papa

Del pasado 21 de noviembre en la Capilla Sixtina

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ROMA, viernes, 4 diciembre 2009 (ZENIT.org).- El célebre cantante italiano Claudio Baglioni compartió su experiencia en el encuentro junto a otros artistas que mantuvo con Benedicto XVI el pasado 21 de noviembre en la Capilla Sixtina.

«Gracias a lo que hago he podido encontrar a Su Santidad Benedicto XVI junto con otros hombres unidos con el misterioso apelativo de artistas», dice el músico de 58 años a «L’Osservatore Romano» (2 de diciembre), considerado por sus compatriotas como el autor de los «buenos sentimientos».

El artista, un hombre de búsquedas

Baglioni, muy conocido por la música romántica de los años setenta, que ha producido 25 álbumes, (16 en estudio y 9 en conciertos en vivo), indicó que aquel día, en la Capilla Sixtina, se encontraba con «hombres que, creo que conviven con mi misma duda. Porque el arte es búsqueda, y la duda es el primer motor de la búsqueda».

Una duda que «no es negación, al contrario, es un preludio, una antesala de la verdad. Antesala en la que transcurre la vida de cada hombre».

E indicó que los artistas «ven un hilo de luz filtrarse debajo de la puerta. Disciernen signos y reflejos que buscan meter en fuego, descifrar, ordenar, no en vano esta es una de las miles y fascinantes raíces de la palabra «arte».

Baglioni indicó que estos hombres tienen un «don de una sensibilidad no ordinaria», la cual lleva consigo «el peso de responsabilidad no ordinaria».

El arte de elevar el espíritu

Recordó el cantante italiano las palabras del papa Pablo VI en su encuentro con los atristas hace 45 años, quien les señaló la importancia de su misión: «Entender del cielo y del espíritu sus tesoros y revestirlos de palabra, colores, formas y accesibilidad».

El arte, dijo, resulta así un ámbito para hacer visible lo invisible: «Nadie sabe de dónde vienen las notas de una melodía, las palabras de un romance, los pasos de una coreografía, los trazados y colores de un lienzo, las líricas de una poesía, las formas de una escultura o los volúmenes de una arquitectura; las imágenes de una foto o los enfoques de una película»,

Pero lo que sí se sabe es hacia dónde lleva el arte a las personas que lo disfrutan, pues según Baglioni, estas manifestaciones «Cambian. Levantan. Elevan. No sólo nos permiten violar los límites horizontales de nuestra peregrinación en la existencia, sino que sugieren nos un nuevo horizonte: el horizonte vertical».

Recordó así las palabras de Benedicto XVI quien en su discurso a los artistas dijo que «la historia de la humanidad es movimiento en ascensión», que corre el riesgo de dejarse «seducir por las fuerzas del mal».

Aseguró el músico italiano que el arte tiene la responsabilidad de ser al mismo tiempo «fruto y semilla de belleza»

«Quien siembra belleza, recoge belleza. Belleza auténtica, naturalmente. Profundad no superficie. Sustancia y no forma. La belleza que el hombre tiene, de vez en cuando identificada con verdad, virtud y bien».

Una belleza que puede servir como «antídoto para la desesperación» y recordó que el Papa les habló del lazo entre belleza y esperanza.

«Porque si el arte es verdaderamente tal, logra colmar la distancia, siempre demasiado grande, entre el presente como es y como, en cambio, podría y debería ser», señaló el artista.

Baglioni es el compositor de la banda sonora de la célebre película «Hermano sol, hermana Luna» de Franco Zeffirelli sobre la vida de San Francisco de Asís.

Ha publicado gran parte de su producción discográfica en español y francés. También existen algunas versiones en portugués y una canción en ingles.

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ZENIT Staff

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