JERUSALÉN, martes 22 de diciembre de 2009 (ZENIT.org).- Aunque los católicos de lengua hebrea de Israel reconocen que podría no ser nunca “humanamente posible” determinar si el papa Píos XII hizo “suficiente” para salvar a los judíos durante el Holocausto, afirman también las muchas virtudes del Pontífice de la Segunda Guerra Mundial.
El Vicariato de los Católicos de Lengua Hebrea de Israel (www.catholic.co.il) emitió ayer lunes una declaración en la que expresa su propio apoyo a la decisión de Benedicto XVI de aprobar un decreto que atestigua las virtudes heroicas de Pío XII, un gesto que lleva al Pontífice difunto más cerca de la beatificación.
Para que Pío XII sea declarado beato por la Iglesia, debe ser aprobado un decreto que acredite un milagro atribuido a su intercesión.
La nota, firmada por el vicario de la comunidad, el sacerdote jesuita David Neuhaus, y por los sacerdotes del Vicariato, lamenta que la decisión haya llevado a una nueva “tormenta en las relaciones entre los judíos y los católicos”.
Ronald Lauder, presidente del World Jewish Congress, ha afirmado en una declaración que “existen serias preocupaciones relativas al papel político del papa Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial, y no deberían ser ignoradas”.
Lauder ha exhortado al Vaticano a que abra sus propios archivos relativos a los años de la Guerra, entre 1939 y 1945, y ha añadido que hasta que esto no suceda, “una beatificación es inoportuna y prematura”.
La declaración de la comunidad católica de lengua hebrea de Israel, con todo, subraya los muchos logros de Pío XII, entre ellos los esfuerzos por promover una investigación bíblica científica, que “une a judíos y cristianos e influye notablemente en la definición de la herencia bíblica compartida judeo-cristiana”.
“El Papa, cuyo pontificado duró desde 1939 hasta 1958, fue activo en muchos sectores y dejó su impronta en la Iglesia del siglo XX”, afirma la declaración. “Los católicos lo recuerdan y honran su memoria en un contexto eclesial mucho más amplio del que se refiere sólo a los años oscuros de la Segunda Guerra Mundial”.
Las acusaciones
Refiriéndose a cuantos critican la dirección de la Iglesia por parte de Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial, la nota afirma que se “rechaza la difamación de Pío XII” y las acusaciones de su “cobardía e incluso de su antisemitismo y de la colaboración con el enemigo nazi. Estas acusaciones son absolutamente infundadas”.
“De la misma forma, rechazamos las interpretaciones que ven toda honra hacia Pío XII como una minimización de la importancia de la Shoah o un paso atrás en el enorme progreso de las relaciones entre judíos y católicos en las décadas pasadas”.
Dicho esto, la comunidad dice “comprender el disgusto de muchos de nuestros hermanos y hermanas judíos que piensan que el Papa ‘no hizo suficiente’ para salvar a los judíos de los sufrimientos de la Shoah”.
“Comprendemos el grito ‘no hizo suficiente’ como un grito de profundo dolor que deriva del sentido de traición del pueblo judío en el momento de la prueba”, explica la declaración. “El mundo no hizo suficiente, dado que es innegable que seis millones de miembros del pueblo judío fueron asesinados”.
“En definitiva, no puede haber ningún ‘suficiente’ en el intento de afrontar una tragedia de las dimensiones de la Shoah!”, declara la nota.
“¿El Papa habría podido hacer más?”, pregunta el texto. “La pregunta es legítima y comprensible, pero quizás no tenga una respuesta humana”.
“Solo Dios puede saber si hizo verdaderamente todo lo que podía hacer”.
El padre Neuhaus y los demás sacerdotes del Vicariato, con todo, señalan un amplio cuerpo de investigaciones históricas que documentan los esfuerzos diplomáticos de Pío XII al final de la Segunda Guerra Mundial y sus instrucciones a iglesias y monasterios para que ayudasen a los judios que huían de las persecuciones, hasta el punto de proporcionarles documentos falsos y de sacarlos de las zonas controladas por los nazis.
“Seguimos rezando”, concluye la nota, para que tanto en la Iglesia como en el pueblo judío se siga buscando juntos la verdad histórica para poder educar a nuestros hijos en el respeto recíproco y en la fraternidad, y que se lleven adelante esfuerzos para colaborar en la ‘curación del mundo’ (tikkum olam)”.