PUERTO PRÍNCIPE, martes 19 de enero de 2010 (ZENIT.org).- La catástrofe de Haití puede suponer “una oportunidad para expresar solidaridad y para que las personas se ayuden unas a otras”.
“Yo creo que se nos ha dado la oportunidad de reconstruir juntos nuestro país de otra manera, con el fin de comprender los lazos que nos unen”, de construir “un Haití mejor”.
Así lo afirma en una entrevista difundida en varios idiomas por Cáritas Internationalis, monseñor Pierre-André Dumas, obispo de Anse-à-Veau y Miragoâne y presidente de Cáritas Haití. El prelado, que estaba en Puerto Príncipe en el momento del seísmo, perdió a una sobrina pequeña y a un cuñado en la catástrofe.
En la entrevista, monseñor Dumas relata que estaba visitando parte de su diócesis, que es sufragánea de Puerto Príncipe, el día anterior al terremoto, y que ya entonces la tierra daba signos de movimiento.
Mientras cruzaban un río observaron “que el agua era como “efervescente” y había olas. Decidimos quedarnos a dormir allí por la noche, en el centro diocesano para la formación de Matean, que está en la costa. Durante la noche las olas empezaron a golpear el edificio y yo pensé ¡esto es un tsunami!”, explicó.
Al día siguiente, al los pocos minutos de llegar a Puerto Príncipe, el terremoto. “Hubo un gran estruendo y vi saltar la casa, ni siquiera tuve tiempo de salir por la puerta, antes de que todo volviera a la calma”.
El obispo relata aquellos dramáticos momentos: “Toda la gente salió a la calle. Una de las primeras cosas que hice fue intentar ponerme en contacto con los miembros de mi personal, para tranquilizarles. Les dije que no tuvieran miedo y que era una oportunidad para expresar solidaridad y para que las personas se ayudaran unas a otras”.
Lamentando la muerte de sus propios seres queridos, monseñor Dumas añade que “para los que seguimos aquí, ahora sólo queda el dolor. Ésta es una prueba para todos nosotros. No durará siempre, pero tenemos que superar esa prueba con la fe, de manera que podamos salir de ella fortalecidos”.
El prelado lanza un llamamiento al pueblo haitiano a aprovechar esta crisis para un crecimiento personal y social, a “construir de nuevo” sin prejuicios ni discriminaciones”.
“Creo que nuestra caridad y la manera de vivir esta crisis nos ayudará a potenciar nuestra humanidad. Nos ayudará a ser más generosos, abiertos y disponibles unos con otros, porque se han destruido las formas simbólicas de nuestro vivir juntos. Todos los símbolos físicos que nos unían: la catedral, el palacio presidencial, los ministerios, los colegios, las comunidades religiosas y otros mucho lugares, están todos en ruinas”.
“Tenemos que hacer frente a algunos asuntos. De momento, todo gira alrededor de la emergencia, pero llegará el día de la reconstrucción. Y eso no significa reconstruir las cosas como estaban antes; porque tendremos la ocasión de construir un Haití mejor, en el que la persona se anteponga a todo lo demás”, concluyó.