CIUDAD DEL VATICANO, martes 5 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- La Iglesia está aprendiendo a hacer de las controversias mediáticas oportunidades para hacer llegar el mensaje del Evangelio, han constatado algunos de los máximos representantes de obras comunicativas católicas.
Para ello necesita credibilidad y trasparencia, afirmó este martes el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, al intervenir ante los 230 profesionales y expertos de 83 países que participan en el congreso mundial de la prensa católica, convocado por el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales.
El padre Lombardi, conocido comúnmente como portavoz de la Santa Sede, en su intervención reconoció que las reacciones violentas que en ocasiones se dan contra la Iglesia en los medios son comprensibles, pues el mensaje cristiano va «contra corriente en un mundo secularizado» y además es «inerme», pues la Iglesia no tiene muchos medios para defenderse.
Ahora bien, no sólo se han dado ataques y crisis comunicativas en estos años, la Santa Sede ha experimentado grandes éxitos comunicativos como los viajes de Benedicto XVI al Reino Unido, a Francia, a los Estados Unidos, o la extraordinaria acogida mediática recibida por la encíclica «Caritas in veritate».
Para que las crisis se conviertan en oportunidades, el padre Lombardi, quien es también director de Radio Vaticano y del Centro Televisivo Vaticano, consideró que es necesaria por parte de la Iglesia «credibilidad y trasparencia».
Por lo que se refiere a la «credibilidad de la persona», explicó, «en el caso de los dos últimos papas es muy visible», como lo demuestran «la fe y la coherencia valiente de sus posiciones, la total ausencia de búsqueda de consenso para sí mismos».
Benedicto XVI, añadió el portavoz, ha demostrado «la capacidad para exponerse en primera persona ante las controversias», como lo demuestran las cartas enviadas a los obispos del mundo tras el levantamiento de la excomunión de obispos tradicionalistas seguidores de monseñor Marcel Lefebvre, y el caso Williamson, así como la carta a los católicos irlandeses, tras la crisis suscitada por casos de abusos sexuales.
De este modo, en el caso del Papa Joseph Ratzinger, «la relación con las personas, su estilo, está asumiendo un peso creciente también en este pontificado».
Según Lombardi, el caso de los abusos sexuales plantea en segundo lugar el desafío de la trasparencia en la Iglesia.
«Se ha dado una gran pérdida de confianza en la Iglesia, en parte justificada, en parte causada por la presentación negativa y parcial de los problemas, pero este daño, como dice el Papa, puede compensarse por un bien, si se sigue la dirección de la purificación profunda y de la renovación, de manera que pueda superarse esta herida de manera estable».
Ahora hace falta «la lealtad para ver y afrontar los problemas morales de la institución».
El portavoz no sólo aplicó esta lección al a cuestión de los abusos sexuales, sino más en general a la dimensión ecomónica-adiministrativa. «Creo que los escándalos ante los que hoy es más sensible la opinión pública son los del sexo y el dinero».
«Una Iglesia creíble ante el mundo es una Iglesia pobre y honesta en el uso de los bienes, capaz de rendir cuentas por este uso, integrada de manera leal en la red de las relaciones económicas y financieras, sin nada que esconder».
«Estoy seguro de las rectas intenciones de los responsables de las instituciones económicas vaticanas, pero todavía hay que recorrer un camino para ser totalmente capaces de convencer eficazmente a la opinión pública con los instrumentos ordinarios de comunicación de manera trasparente y convincente sobre la corrección de las finalidades y de las operaciones que se realizan. Y lo que digo para el Vaticano, vale también para todos los niveles de la Iglesia y de nuestras comunidades», concluyó el portavoz.
Para el director de L’Osservatore Romano, Giovanni Maria Vian, la respuesta a las controversias «es difícil a causa de una escasa atención a la información y a la formación, tanto en el mundo como dentro del catolicismo, así como a causa de las críticas externas, legítimas a no ser que estén fundadas en falsedades, e internas, menos legítimas, que en los últimos tiempos han creado nuevos estereotipos negativos de la Santa Sede, considerada como oscurantista y enemiga de la ciencia, incapaz de ir al ritmo de los medios de comunicación».
Para responder a este desafío, Vian explicó que los medios católicos no deben hablar un idioma diferente al resto de la humanidad. «Tenemos que tener la conciencia humilde de poseer algo precioso que hay que hacer que resplandezca, pues los cristianos, si bien no somos diferentes a los demás hombres, son el alma en el mundo».
John Thavis, jefe de la Corresponsalía de la agencia Catholic News Service (CNS), agencia promovida por la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, mostró en su intervención la manera en que han evolucionado los periodistas católicos en los Estados Unidos en los últimos veinte años a la hora de afrontar las noticias de abusos sexuales cometidos por el clero.
Cuando la crisis comenzó, en los años noventa, muchos periódicos católicos dudaban en cubrir la noticia, pero cuando el escándalo alcanzó su culmen en los Estados Unidos, en 2002, esta duda se superó, dado que los mismos periodistas católicos se sintieron indignados ante las revelaciones.
Cuando el escándalo estalló en Europa, a inicios de 2010, y muchos periódicos seculares trataron de involucrar a Benedicto XVI, la prensa católica, sin embargo, mostró como el Papa había sido «metódico, determinado y paciente» para afrontar este problema desde los años noventa.
«Lo que me preocupa es que los comunicadores católicos, con toda su perspectiva, contexto y lealtad en la cuestión de los abusos sexuales, no han tenido impacto más allá de su audiencia limitada», confesó Thavis.
Por eso preguntó a los periodistas católicos congregados en el congreso: «¿cómo podemos comunicar al mundo moderno, ese gran mundo, más allá de nuestras fronteras eclesiales?»
Por Jesús Colina