CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 10 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El Sínodo de los Obispos de Oriente Medio, inaugurado por Benedicot XVI este domingo en Roma, diseminará semillas de paz en esa región atribulada, considera el portavoz de la Santa Sede.
El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, analiza los objetivos que se plantea esa asamblea sin precedentes de patriarcas y obispos junto al Papa, en el editorial del último número de Octava Dies, semanario del Centro Televisivo Vaticano.
Durante dos semanas los católicos de Oriente Medio estarán en el centro de la atención de toda la Iglesia porque todos sus obispos estarán reunidos en Roma en el Sínodo.
El padre Lombardi reconoce que Oriente Medio «es una región en la que los cristianos son una minoría, en algunos países verdaderamente muy pequeña y carente de cualquier influjo político o social, en donde la situación de guerra o de tensión permanente merma la esperanza en el provenir e impulsa a emigrar».
«Pero es también la región en la que el cristianismo nació –añade–, donde tiene raíces y tradiciones antiquísimas y de extraordinaria riqueza cultural y espiritual».
«Por ello, los problemas de las Iglesia en Oriente Medio nos interesan y nos competen a todos, y por ello el Papa convocó esta asamblea, que por primera vez no está dedicada a un tema o a un continente o a un país en especial, sino a una específica región del mundo».
Haciendo referencia al tema del encuentro episcopal, «Comunión y testimonio», el portavoz recuerda que recuerda que la primera comunidad de los creyentes en Jerusalén «tenía un solo corazón y una sola alma».
Y aplica así el tema a la situación que viven los católicos en Oriente Medio: «quien no tiene poder político ni militar, quien muchas veces sufre violencia no puede más que aferrarse a la fuerza del Espíritu y del amor, y puede elevar un grito y una invocación de paz fuertes y creíbles, no ligadas o mezcladas a reivindicaciones o intereses de parte».
«La unión más profunda entre las comunidades católicas esparcidas en Oriente Medio, favorecida por el apoyo de tantas Iglesias de otras partes del mundo que muestran la propia solidaridad con ayuda espiritual y material, favorecida sobre todo por la presencia y la participación continua e intensa del Papa –verdadero fundamento de unión– hacen de este Sínodo una voz, un signo y una semilla de esperanza y paz», concluye el sacerdote.