Las Iglesias de Oriente Medio, invitadas a abrirse a las nuevas comunidades

“No debemos tener miedo”, afirma el cardenal Rylko

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves 14 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, el cardenal Stanislaw Rylko, invitó a las Iglesias orientales a abrirse a los movimientos eclesiales y a las nuevas comunidades, en un mundo marcado por una “secularización generalizada”.

Durante los trabajos del Sínodo para Oriente Medio, el pasado 12 de octubre, el purpurado destacó la necesidad de “formar identidades cristianas firmes y convencidas, de despertar la audacia de una presencia visible e incisiva de fieles laicos en la vida pública”.

En referencia al nacimiento, tras el Concilio Vaticano II, de numerosos movimientos eclesiales y nuevas comunidades -“¡un verdadero don del Espíritu Santo!- consideró deseable que las “Iglesias de Oriente Medio se abran con una confianza creciente a estas nuevas realidades aglutinadoras”.

“No debemos tener miedo de esta novedad en lo que se refiere a método y estilo del anuncio que éstas llevan: se trata de una ‘provocación’ saludable que ayuda a salir de la rutina pastoral que siempre está al acecho y puede poner en peligro nuestra misión”, dijo durante la tercera congregación general.

“El futuro de la Iglesia en esta región del mundo depende precisamente de nuestra capacidad de estar dócilmente a la escucha de lo que el Espíritu dice a la Iglesia hoy, también a través de estas nuevas realidades aglutinadoras”.

Movimientos llamados a la misión

Durante las intervenciones conciliares de las diversas congregaciones, varios padres conciliares han reconocido el papel que los nuevos movimientos están teniendo en la vida de las comunidades locales.

En referencia a estos movimientos de Iglesia, el arzobispo de Tiro de los Greco-Melkitas (Líbano), monseñor Georges Bacouni, consideró que no son sólo “una nueva vitalidad para la oración y la vida evangélica”.

Son todavía más, añadió: “una capacidad inspiradora para numerosos hombres y mujeres, jóvenes y mayores, para permanecer en sus países como misioneros y servir a sus Iglesias locales con celo y obediencia”.

Invitando a alentar estas iniciativas, afirmó que es “crucial -incluso vital- para los obispos y el clero darse cuenta de que estos nuevos movimientos trabajan en y para la Iglesia y que su contribución no es una amenaza, sino un enriquecimiento a los esfuerzos de la Iglesia para catequizar a los fieles y preservar una presencia cristiana en Oriente Medio”.

Por su parte, el arzobispo titular de Damiette de los Greco-Melkitas (Jerusalén), monseñor Joseph Jules Zerey, destacó la importancia de “re-evangelizar” a las familias cristianas en Oriente Medio.

Mostró su aprecio por una cierta “renovación” en la Iglesia que ha permitido el nacimiento de movimientos y nuevas comunidades “que viven una dinámica misionera”.

“Me he encontrado estos últimos años en nuestros países árabes y en otros países, muchas familias que viven fuertemente su fe cristiana a pesar de las enormes dificultades de la vida cotidiana”, dijo.

Familias, añadió, que serán misioneras “por un vínculo personal, un amor profundo a Cristo fortalecido por la oración cotidiana, así como por el apoyo de pequeñas fraternidades o comunidades parroquiales, y se reúnen cada semana en torno a la Palabra de Dios”.

[Por Marine Soreau, traducción del francés por Patricia Navas]

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ZENIT Staff

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