CIUDAD DEL VATICANO, domingo 24 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El Sínodo de los obispos para Oriente Medio ha constituido una experiencia de comunión que no debería quedarse allí, sino que tendría que trasladarse a la vida cotidiana de los cristianos orientales.
Así lo afirmó hoy el Papa Benedicto XVI, durante la homilía que pronunció durante la Misa de clausura de los trabajos del Sínodo para Oriente Medio, hoy en el Altar de la Confesión de la Basílica de San Pedro.
Ante los más de 200 padres sinodales y colaboradores que participaron en la celebración, el Papa subrayó la importancia de esta experiencia de comunión vivida durante las dos semanas que ha durado el Sïnodo.
En especial, se refirió a las celebraciones eucarísticas realizadas cada día, “como también en la Liturgia de las Horas, celebrada cada mañana en uno de los 7 ritos católicos de Oriente Medio”.
Esto ha servido, afirmó, para valorar “la riqueza litúrgica, espiritual y teológica de las Iglesias Orientales Católicas, además de la de la Iglesia Latina”.
“Se ha tratado de un intercambio de dones preciosos, de los cuales se han beneficiado todos los Padres sinodales”, subrayó.
En este sentido, expresó su deseo de que “esta experiencia positiva se repita también en las respectivas comunidades de Oriente Medio, favoreciendo la participación de los fieles en las celebraciones litúrgicas de los demás ritos católicos y, por lo tanto, la apertura a la dimensión de la Iglesia universal”.
Precisamente, el Papa insistió en la cuestión central del Sínodo, la de la comunión entre las comunidades cristianas orientales.
Esta comunión es necesaria “en el interior de cada Iglesia sui iuris, así como en las relaciones entre las varias Iglesias Católicas de distintas tradiciones”.
En este sentido, indicó Benedicto XVI, es necesaria “humildad para reconocer nuestros límites, nuestros errores y nuestras omisiones, con objeto de poder formar verdaderamente un solo corazón y una sola alma”.
“Una comunión más plena en el interior de la Iglesia Católica favorece también el diálogo ecuménico con las otras Iglesias y Comunidades eclesiales”.
Precisamente otro de los frutos de los trabajos sinodales ha sido “la profunda convicción de proseguir este diálogo, con el fin de que se realice cumplidamente la oración del Señor Jesús, para que todos sean uno”.
La Asamblea sinodal “ha tenido presente siempre la imagen de la primera comunidad cristiana”, una realidad “experimentada en los días pasados, durante los cuales hemos compartido las alegrías y los dolores, las preocupaciones y las esperanzas de los cristianos de Oriente Medio”.
“Hemos compartido un momento importante de comunión eclesial. Ahora nos separamos para volver cada uno a su misión, pero sabemos que permanecemos unidos, permanecemos en su amor”, añadió.
Otro de los frutos de los trabajos de la Asamblea ha sido constatar la necesidad de una nueva evangelización “también para Oriente Medio”, recordó el Pontífice.
“Se ha subrayado a menudo la necesidad de volver a proponer el Evangelio a las personas que lo conocen poco o que incluso se han alejado de la Iglesia”, afirmó, recordando que este es “un tema muy extendido, sobre todo en los países de antigua cristianización”.
“También la reciente creación del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización responde a esta profunda exigencia”, explicó, anunciando la convocatoria de un Sínodo General sobre este tema para 2012.