GUADIX, miércoles 2 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- La parroquia de Nuestra Señora de Gracia, en el corazón del mayor conjunto de cuevas habitadas del mundo, que horadan las colinas de arcilla en torno a la ciudad de Guadix (Andalucía, España), se vistió de gala para celebrar los 50 años de la coronación de su titular.
En la celebración, este sábado, el obispo de Guadix, monseñor Ginés García Beltrán, recordó a uno de los hombres santos que ha conocido este lugar: san Pedro Poveda. Aquí, como seminarista y joven sacerdote, inició su acción evangelizadora y socio-cultural.
En su interior, la iglesia alberga la cueva-capilla que ha presidido tres siglos de la historia de esta ciudad. Sin embargo, Guadix (Acci, en época romana) remonta los orígenes de su fe a los siete varones apostólicos, enviados desde Roma, que recalaron aquí para ir a diversas ciudades del sur de España, la Bética, a llevar el Evangelio.
Al recordar el obispo, la figura de san Pedro Poveda subrayó una frase del que fuera fundador de la Institución Teresiana: “Los hombres y las mujeres de Dios son inconfundibles. No se distinguen porque sean brillantes, ni porque deslumbren, ni por su fortaleza humana, sino por los frutos santos, por aquellos que sentían los apóstoles en el camino de Emaús cuando iban en compañía de Cristo resucitado, a quien no conocían, pero sentían los efectos de su presencia”.
Ante la mirada de Madre e Hijo, en este sencillo cuadro que veneran los cueveros, se concibió un plan evangelizador y socieducativo, desde la Iglesia, que sigue dando frutos.
En la ceremonia, que concluyó con la apertura de la puerta santa, la directora de la Institución Teresiana, hoy presente en treinta países, agradeció su asistencia a los presentes, así como la carta pastoral del prelado accitano con motivo de esta fiesta jubilar.
Una fiesta en la que participó toda la sociedad de Guadix: autoridades, religiosos, institutos seculares y sociedades de vida apostólica, además de amigos, benefactores, antiguos alumnos y miembros de la Institución Teresiana, llegados desde distintos lugares de España para la celebración.
Los auténticos protagonistas de la fiesta de su Protectora eran los cueveros que, como afirmó el obispo: “Os vestís de gala para celebrar a la Madre y Señora de estas cuevas”.
El Jubileo fue concedido tras carta de solicitud del párroco Manuel Amezcua, elevada por el prelado accitano al Santo Padre. Benedicto XVI ha concedido la indulgencia acostumbrada a quienes peregrinen a Guadix y pasen por la puerta de la santa cueva para venerar a la Madre de Jesús, llena de gracia.
En el corazón de la ermita, bajo el altar, la reliquia del “apóstol de las cuevas” recuerda que soñó con ser enterrado ante la mirada maternal de quien inspiró su acción y su desgaste juvenil sin medida, en favor del bien de la sociedad accitana.
Frente a la actual parroquia, la Institución Teresiana conserva la cueva desde la que san Pedro Poveda ideó, proyectó, dirigió y llevó a cabo el plan de dar de comer, proporcionar educación y evangelizar a los habitantes de esta parte de la ciudad, empezando por los más pequeños.
Su obra, en aquellos cerros abandonados, entre 1894 y 1905, continuó en el norte de España. La Institución Teresiana, fundada en 1911 en Covadonga, Asturias, fue su instrumento para llevar la educación y la cultura cristianas a todo el país y luego al mundo.
La acción de esta asociación de fieles se concreta hoy en Guadix en custodiar estos lugares de su legado histórico, en en el Colegio Padre Poveda –centro de educación infantil y primaria–, el Centro Sociocultural Pedro Poveda –con actividades de formación integral, para mujeres, jóvenes y niños- y presencias individuales en el campo eclesial, educativo, social, orientación familiar y colaboración en parroquias.
En este sitio se puede acceder a información más detallada sobre el evento : www.jubileograciapoveda.wordpress.com.
Por Nieves San Martín