Benedicto XVI: el verdadero templo de Dios es el hombre

Al saludar a niños enfermos en la Obra del “Nen Déu”

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BARCELONA, domingo 7 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI recordó hoy, durante su visita a la Obra Benéfico-Social del Nen Déu, institución que se dedica a la asistencia de niños enfermos y necesitados, que el templo de Dios es cada hombre, y que por ello merece ser tratado con dignidad y respeto, incluso en la enfermedad.

El Papa inauguró con esta visita una nueva residencia de esta institución, que llevará el nombre de “Benedicto XVI” y que acogerá a niños discapacitados, muchos de ellos síndrome de Down, entre los 3 y los 21 años.

La Obra Benéfico-Social del Nen Déu, vinculada a la diócesis de Barcelona, fue fundada por la beata madre Carmen del Niño Jesús en 1892, y la llevan las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones.

En un ambiente muy familiar, el Papa fue acogido por la superiora, hermana Rosario, y por dos niños acogidos en la institución, Antonio y Maria del Mar.

Maria del Mar, síndrome de Down, dijo al Papa: “Gracias por hacernos sentir felices. Porque aunque somos diferentes, nuestro corazón ama como todos los corazones, y queremos ser amados. También queremos dar las gracias a nuestros padres, que nos han regalado el don de la vida y a los que nos cuidan cada día”.

El Papa siguió las palabras de la niña con gran ternura y cuando terminó su saludo, se alzó en seguida para darle un beso.

También siguió con una sonrisa la canción que le dedicaron los niños discapacitados presentes, aplaudiendo al final.

“Con la dedicación de la Basílica de la Sagrada Familia, se ha puesto de relieve esta mañana que el templo es signo del verdadero santuario de Dios entre los hombres”, afirmó el Papa. Pero al mismo tiempo, “para el cristiano, todo hombre es un verdadero santuario de Dios”.

Por ello, subrayó, cada persona ha de ser tratada “con sumo respeto y cariño, sobre todo cuando se encuentra en necesidad”.

En el cuidado de los más débiles, afirmó el Papa, “han contribuido mucho los formidables avances de la sanidad en los últimos decenios, que han ido acompañados por la creciente convicción de la importancia de un esmerado trato humano para el buen resultado del proceso terapéutico”.

Por eso, añadió, “es imprescindible que los nuevos desarrollos tecnológicos en el campo médico nunca vayan en detrimento del respeto a la vida y dignidad humana”.

Las personas con enfermedades o minusvalías psíquicas o físicas deben “recibir siempre aquel amor y atenciones que los haga sentirse valorados como personas en sus necesidades concretas”.

También deben poder “ocupar su justo lugar en la sociedad y no ser marginadas a causa de sus limitaciones”.

El Papa se dirigió a los niños presentes, asegurándoles que sus vidas son “preciosas a los ojos de Dios” y que ocupan “un lugar muy importante en el corazón del Papa”.

“Rezo por vosotros todos los días y os ruego que me ayudéis con vuestra oración a cumplir con fidelidad la misión que Cristo me ha encomendado”, les dijo.

Finalmente, a sus asistentes y cuidadores, les recomendó, “en estos momentos, en que muchos hogares afrontan serias dificultades económicas”, que multiplique “los gestos concretos de solidaridad efectiva y constante, mostrando así que la caridad es el distintivo de nuestra condición cristiana”.

Al terminar, los niños regalaron al Papa varios trabajos hechos por ellos. Antes de irse, firmó en el libro de huéspes.

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ZENIT Staff

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