CIUDAD DEL VATICANO, lunes 15 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI expresó hoy su agradecimiento al ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Franco Frattini, por la acogida que ha recibido en el país un grupo de católicos heridos en el atentado del pasado 31 de octubre contra la catedral siro-católica de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Bagdad.
“Le expreso mi viva gratitud por haber trabajado para que numerosos católicos, heridos recientemente en Bagdad, fuesen acogidos en seguida en Italia”, le dijo.
El Papa pronunció estas palabras al inicio del discurso que pronunció al recibir en audiencia a un grupo de representantes de “Maestros de Esquí” italianos acompañado por el ministro Franco Frattini, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico.
Los católicos iraquíes acogidos y atendidos en el Policlínico Gemelli de Roma son en concreto un grupo de veintiséis personas -dieciséis mujeres, tres niños y siete hombres-, que viajaron en avión desde Bagdad junto a veintiún familiares.
Ellos pudieron escapar a la masacre producida en la catedral del céntrico barrio de Karrada cuando un grupo de hombres armados irrumpió en el edificio.
El balance de ese atentado fue de 58 personas fallecidas y más de cien heridas, después de que las fuerzas iraquíes intentaran liberar a parte de los fieles secuestrados durante cinco horas.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia ha sido quien ha organizado la asistencia a los heridos en Italia, en colaboración con el Policlínico universitario y por invitación expresa del secretario de Estado vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone.
Esta recuperación sigue a la de otros 72 heridos llevados desde Bagdad a Francia en los últimos días.
Según informó el Policlínico en una nota de prensa, casi todos los heridos se encuentran en buenas condiciones y son asistidos por un equipo multidisciplinario previsto por la gestión de las emergencias máximas, coordinado por los responsables de la ayuda de emergencia de la dirección sanitaria.
Los familiares se alojan en unas antiguas instalaciones del hospital que ha puesto a su disposición la Universidad Católica del Sagrado Corazón, en cuyo campus de Roma se encuentra el Policlínico Gemelli.
La web Baghdadhope ha recogido unas declaraciones de un miembro del grupo de sacerdotes y seminaristas que ha visitado a los heridos, el padre Ameer Gammo.
“Son personas heridas en el cuerpo y en el alma que no saben todavía cómo expresar su dolor -explicó el sacerdote-. Ha pasado todavía poco tiempo y el dolor, el verdadero dolor que desgarra el alma, recaerá sobre ellos quizás dentro de algunos meses”.
“Sin embargo, aunque parezca imposible, me han dado ánimos -continuó-. Han dado ánimo y apoyo a todos los sacerdotes y seminaristas que hoy les hemos visitado”.
“Hay una chica que fue alcanzada por una bala que antes había atravesado el cuerpo del padre Waseem”.
“Cuando la he visto, y he visto su sonrisa, su serenidad, casi me ha faltado el valor para preguntarle cómo estaba -relató-. Ella misma me ha dado la fuerza y me ha explicado que era, junto a su madre, la única sobreviviente de su familia”.
“Veo todavía esa sonrisa tan dulce y sobre todo tengo en mi mente la respuesta a la pregunta de cuál era su misterio: la fe inquebrantable de esas personas que les hace todavía más fuertes en la tragedia”.
“Muchas de esas personas -añadió- nos han dicho lo mismo: que mientras estaban en la iglesia, desearon morir porque lo que estaba pasando era demasiado horrible como para soportarlo, pero también que sus corazones han visto, precisamente en aquella circunstancia, el bien, el amor absoluto de la fe que llevó al padre Thair a abrazar a los niños que estaban cerca de él en un intento desesperado de salvarlos”.
“Todas las historias que estas personas explican son trágicas; cada una de ellas ha perdido a alguien a quien amaba”.
“Entre los heridos también está la madre de un niño de tres años, Adam, que fue asesinado junto a su padre”.
“Esta mujer tiene consigo a su hija de pocos meses, que fue alcanzada por una bala que le atravesó la pierna, y me ha explicado que apenas hubo podido salir de la iglesia, confió a su hija a un médico y volvió para tomar a Adam”.
“Ella -explicó el padre Ameer Gammo- no se había dado cuenta de que su hijo estaba muerto porque en todas esas horas no lo había oído llorar, sino sólo gritar ‘¡Basta! ¡Basta!’ y por eso lo llevó fuera pidiendo a otro médico que lo salvara”.
Este domingo, un grupo de cristianos iraquíes se congregó en la plaza de San Pedro del Vaticano para rezar el Ángelus con el Papa, llevando consigo banderas de Irak y fotografías de algunas víctimas del atentado de la catedral de Nuestra Señora del Socorro.
El Papa les saludó en italiano después de la oración mariana, diciendo: “Saludo también a los iraquíes aquí presentes e invoco el don de la paz para su país”.