CIUDA DEL VATICANO, viernes, 19 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha querido manifestar su cercanía a las víctimas del atentado contra la iglesia católica de Bagdad enviando a uno de sus colaboradores más cercanos a visitar a algunos de los heridos en esa tragedia acogidos en Roma.
El arzobispo Fernando Filoni, sustituto de la Secretaría de Estado (despacha de manera prácticamente diaria con el Papa), hizo una visita el 18 de noviembre en el Hospital Agostino Gemelli de Roma a los 40 iraquíes que han quedado gravemente heridos en el ataque del 31 de octubre.
Monseñor Filoni conoce bien la situación en ese país de Oriente Medio pues en él fue nuncio apostólico de Juan Pablo II y Benedicto XVI de 2001 a 2006.
«Fue un encuentro que había pedido el Santo Padre, pues a través de mi persona ha querido manifestar su cercanía, su presencia, su afecto y naturalmente seguir también personalmente estos casos y cada una de estas personas presentes aquí en Roma», ha afirmado a los micrófonos de Radio Vaticano.
El colaborador del obispo de Roma explica que el encuentro fue «muy cálido y afectuoso, pude saludar a la mayoría de las personas personalmente. He escuchado sus historias, sus dificultades, y sus emociones comprensiblemente fuertes. Vi mucha gratitud por el hecho de que el Santo Padre se hubiera preocupado por ellos, con la esperanza de que el mismo Papa pueda encontrarles personalmente pronto».
Después de haber recordado a las más de cincuenta víctimas y el drama de sus familias, el arzobispo subraya el compromiso de la Santa Sede «con los gobiernos, con las organizaciones caritativas que ya se están movilizando y con las Conferencias Episcopales».
La Conferencia Episcopal de Italia ha convocado para el domingo próximo, 21 de noviembre, una Jornada de Oración por los Cristianos Iraquíes, y la Santa Sede organiza una misa en la Basílica de San Pedro por los fallecidos en el atentado de la catedral siro-católica de Bagdad el próximo 25 de noviembre.
«La oración es una realidad eficaz –asegura monseñor Filoni–. A veces, ante tanta impotencia, sabemos que la potencia espiritual, la de Dios, es un apoyo formidable. Los mismos iraquíes han pedido: ‘En nuestra situación difícil queremos que nuestros hermanos cristianos recen pro nosotros, que estén junto a nosotros con la oración y el afecto'».
«Puedo decir que cuando me encontraba en Bagdad, en plena guerra, nunca sentí tan cercana, tan fuerte, tan palpable, la oración que se elevaba por la paz en toda la Iglesia», concluye.