Benedicto XVI anima a luchar por la prohibición de las armas nucleares

Al recibir al nuevo embajador de Japón ante la Santa Sede

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ROMA, lunes 29 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- “Una parte de las sumas dedicadas a las armas podría ser destinada a proyectos de desarrollo económico y social, a la educación y a la sanidad”. Así lo afirmó el Papa Benedicto XVI al recibir en audiencia el pasado sábado al nuevo embajador de Japón ante la Santa Sede, Hidekazu Yamaguchi.

Al principio de su discurso, el Papa quiso recordar que este año se celebra el 65º aniversario del trágico bombardeo atómico sobre Hiroshima y Nagasaki, al final del la segunda guerra mundial.

«El recuerdo de este oscuro episodio de la historia de la humanidad va siendo cada vez más doloroso, a medida que desaparecen cuantos fueron testigos de un horror semejante – afirmó el Pontífice, subrayando que esta tragedia – nos recuerda con insistencia cuán necesario es perseverar en los esfuerzos a favor de la no proliferación de las armas nucleares y del desarme”.

A propósito de esto, prosiguió, Japón “debe ser citado como ejemplo para el apoyo constante a la búsqueda de soluciones políticas que permitan no solo impedir la proliferación de las armas nucleares, sino también de evitar que la guerra sea considerada como un medio para resolver los conflictos entre las naciones y entre los pueblos”.

Compartiendo las preocupaciones de Japón sobre las armas nucleares, el Papa aseguró que “la Santa Sede anima a todas las naciones a instaurar pacientemente los vínculos económicos y políticos de la paz”.

Estos vínculos, afirmó, deben “elevarse como una plaza fuerte contra toda pretensión de recurso a las armas, y permitan promover el desarrollo humano integral de todos los pueblos”.

“El arma nuclear sigue siendo una fuente de gran preocupación. Su posesión y el riesgo de un eventual uso generan tensiones y desconfianzas en numerosas regiones del mundo”, aseveró.

El Papa llamó también la atención sobre la “inestabilidad de los mercados y del empleo” ligada a la crisis económica global, de la que no se ha salvado ningún país, y por ello anima a usar el dinero de las armas a otros fines.

En este escenario, explicó, “el lugar que Japón ocupa en la economía internacional sigue siendo muy importante y, con motivo de la creciente globalización del sistema comercial y de los movimientos de capitales, que es una realidad, las decisiones que tome su Gobierno seguirán teniendo repercusiones mucho más allá de sus fronteras».

Por ello, el Pontífice aludió a la financiación asegurada por Tokio a los países en vías de desarrollo, asegurando que representan “una piedra angular esencial para la instauración de una paz sólida y de la prosperidad en el conjunto de las naciones del mundo”.

Por su parte, el nuevo embajador japonés se dirigió a Benedicto XVI reafirmando la voluntad de su país de “trabajar con todas sus fuerzas para el desarme total”.

También habló sobre el cambio climático, recordando que su país ha emprendido un serio esfuerzo por restringir al máximo el uso del carbón, para contribuir a descender la producción de gases efecto invernadero, una reducción que debería ser del 20% para el año 2020.

Además, concluyó el diplomático nipón, el Gobierno de este país tiene intención de “apoyar el movimiento para la salvaguarda de la vida y de la salud de las madres y de los recién nacidos, como también la lucha contra enfermedades como el Sida, la tuberculosis y la malaria”, así como “la instrucción básica en el ámbito de la educación”.

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ZENIT Staff

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