CIUDAD DEL VATICANO, jueves 11 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI invitó a los miles de participantes de la Misa de la Familia del pasado 2 de enero en la plaza de Colón de Madrid a “ser fuertes en el amor y a contemplar con humildad el Misterio de la Navidad, que continúa hablando al corazón y se convierte en escuela de vida familiar y fraterna”.
El Papa se dirigió a ellos el pasado domingo en el saludo que dirigió a los peregrinos de lengua española tras el rezo de la oración mariana del ángelus, desde su ventana del Palacio apostólico vaticano.
“La mirada maternal de la Virgen María, la amorosa protección de San José y la dulce presencia del Niño Jesús son una imagen nítida de lo que debe ser cada una de las familias cristianas, auténticos santuarios de fidelidad, respeto y comprensión, en los que también se transmite la fe, se fortalece la esperanza y se enardece la caridad”, afirmó.
El Pontífice alentó “a todos a vivir con renovado entusiasmo la vocación cristiana en el seno del hogar, como genuinos servidores del amor que acoge, acompaña y defiende la vida”.
“Haced de vuestras casas un verdadero semillero de virtudes y un espacio sereno y luminoso de confianza, en el que, guiados por la gracia de Dios, se pueda sabiamente discernir la llamada del Señor, que sigue invitando a su seguimiento”, exhortó.
El Papa saludó “con afecto a los numerosos pastores y fieles reunidos en la plaza de Colón, de Madrid, para celebrar con gozo el valor del matrimonio y la familia bajo el lema La familia cristiana, esperanza para Europa”.
Y encomendó “fervientemente a la Sagrada Familia de Nazaret los propósitos y frutos de ese encuentro, para que sean cada vez más las familias en las que reine la alegría, la entrega mutua y la generosidad”.
Miles de familias, decenas de obispos
Este mensaje del Papa fue escuchado en la plaza de Colón antes de empezar la Misa de la Familia, que concelebraron más de cincuenta obispos españoles y europeos y presidió el arzobispo de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco Varela.
Miles de padres, abuelos, jóvenes y niños participaron en el encuentro festivo y de fe, la mañana del pasado domingo, frío y soleado en Madrid.
En la homilía, el cardenal Rouco destacó que no “seremos capaces de acoger la gracia de la salvación y hacerla nuestra si no es a través de la familia, formada y vivida cristianamente”.
“Proclamamos el Evangelio de la Familia con la palabra iluminada por la Palabra de Dios que se ha hecho carne en el seno de la Virgen María”, dijo.
“Lo celebramos en la Eucaristía” y “lo testimoniamos con la presencia pública, expresada en esta magna asamblea de las familias cristianas”, añadió
El purpurado recordó que las familias acogen y amparan a tantas personas que se encuentran actualmente sin trabajo en España.
Signos de esperanza
“La verdad del matrimonio y de la familia cristiana se hace densa en vuestras vidas -dijo a las miles de familias congregadas-. El anuncio del Evangelio, del Evangelio de la familia, adquiere una actualidad inusitada: ¡la fuerza de ‘la denuncia y profecía’ y el acento insobornable de la esperanza en un momento sumamente crítico de la historia!”.
El cardenal Rouco advirtió de las consecuencias negativas de cuestionar o negar la verdad del matrimonio y de la familia: el aborto, la eutanasia, la falta de respeto a la vida, la educación en un ambiente de rupturas y distancias paternas, …
“Las relaciones sociales se hacen frías y distantes: ¡nos endurecemos consciente o inconscientemente ante el dolor y las necesidad físicas y espirituales de nuestros vecinos y conciudadanos!… -constató-. La sociedad se envejece y la crisis demográfica –¡imparable!– amenaza y pone en peligro el futuro de nuestros marcos de vida y bienestar económico y social”.
“Esto es lo que está sucediendo en mayor o menor medida en las sociedades europeas”, afirmó, apuntando a “una crisis mucho más honda en sus causas, que las que se detectan en los campos de la técnica y de la acción económica, social y política”.
Ante este reto, animó a las familias a “ser los signos e instrumentos imprescindibles de la esperanza para Europa en una de sus horas más complejas y dramáticas”, contando con el ejemplo y la cercanía espiritual de la Sagrada Familia de Nazaret.
“¡La Iglesia os necesita para poder ser evangelizada y para evangelizar! -aseguró-. Os necesita como siempre; pero, además hoy, con una nueva, grave e inaplazable urgencia”.