ROMA, 9 de enero de 2011(ZENIT.org).- Los defensores del aborto siempre han defendido el derecho de la mujer a controlar su cuerpo y a poder disponer del niño no nacido según deseen. En una decisión extraña, un tribunal belga ha avalado este razonamiento hasta afirmar que un niño tiene el derecho a ser abortado.
La revista belga, «Revue Générale des Assurances et Responsabilités» acaba de publicar la sentencia del Tribunal de Apelación de Bruselas del 21 de septiembre sobre el caso de un niño nacido discapacitado, después de un error en la diagnosis prenatal, según la revista de prensa Gènéthique del 29 de noviembre al 3 de diciembre.
El tribunal dictaminó que los padres del niño podían reclamar daños y perjuicios de los médicos que no lograron detectar la incapacidad. Afirmaban que, al hacer legal el aborto terapéutico, los legisladores pretendían que las mujeres pudieran evitar dar a luz a niños gravemente discapacitados, «teniendo en cuenta no sólo los intereses de la madre, sino también los del niño no nacido mismo».
De esta forma, los jueces consideraban que el niño debería haber tenido el «derecho» a un aborto, si su discapacidad se hubiera diagnosticado correctamente.
El reportaje sobre la sentencia no explicaba cómo el tribunal llegaba a considerar al niño no nacido como capaz de ser sujeto de derechos, y por qué ese derecho sólo era el de ser asesinado y no el de vivir.
¿Una buena madre?
La escritora británica Virginia Ironside daba un paso más, en la cada vez más común aceptación de la opinión de que es mejor abortar a los bebés discapacitados, al declarar que preferiría ahogar a su hijo para poner fin a su sufrimiento, informaba el 5 de octubre el periódico Daily Mail.
Hizo estos comentarios durante el programa de radio de la BBC1 «Sunday Morning Live». Ironside también decía que abortar a un bebé no querido o discapacitado, «es el acto de una madre amorosa».
Sus declaraciones provocaron muchas críticas. Peter Evans, hablando en nombre de la Christian Medical Fellowship, afirmaba: «Para nosotros hacer juicios de que una persona no es digna de vivir, no es digna de la oportunidad de vivir, es algo peligroso», informaba el Daily Mail.
Ian Birrell, padre de una hija de 16 años discapacitada, firmaba un artículo adjunto en el que reconocía las dificultades de cuidar a un hijo discapacitado, pero también decía que es una experiencia intensamente gratificante. Acusaba a Ironside de mostrar un modo de pensar demasiado común, el de que la gente con discapacidades es inferior.
«Imagínese la protesta si la señora Ironside hubiera dicho que los niños negros o los adolescentes gays deberían ser exterminados», comentaba Birrell.
Otros, sin embargo, la defendían. La columnista del periódico Guardian, Zoe Williams, defendía que tenía «una opinión válida y era valiente al expresarla», en un artículo del 5 de octubre.
Williams decía que el argumento de Ironside era un paso crucial porque había formulado la dimensión moral de ser proabortista. Era como un golpe a lo que William describe como «la autoproclamada superioridad moral de los anti abortistas».
El Sunday Times dio oportunidad a Virginia Ironside de explicar mejor su razonamiento en un artículo de opinión publicado el 10 de octubre. Sostenía que las muertes misericordiosas de gente anciana y enferma ocurren y que los jueces, en general, se muestran clementes con ellas. Extender esta práctica a los no nacidos o a los recién nacidos es simplemente lo que haría una buena madre, afirmaba.
Nuevos tests
La postura de eliminar a quienes se considera indignos recibirá ayuda de los nuevos tests que harán más fácil detectar las anormalidades en el embarazo. Se ha desarrollado un análisis de sangre para las mujeres embarazadas capaz de detectar casi todos los desórdenes genéticos, informaba el 9 de diciembre el Times de Londres.
Si pruebas más amplias confirman los resultados preliminares, el test podría reemplazar a técnicas más invasivas y arriesgadas como amniocentesis, que exige insertar una aguja en el vientre para tomar una muestra de tejido fetal.
De igual forma, el test podrá usarse a una semana de embarazo tan temprana como la octava, bastante antes que los procedimientos actualmente usados, lo que dará a la mujer más tiempo para decidir si abortar o no, añadía el Times.
Alasdair Palmer, comentado estas noticias en el periódico Telegraph del 11 de diciembre, afirmaba que test como este evitarían que gente como él naciera. Palmer, que sufre de esclerosis múltiple, suscitaba la preocupación de un posible aumento de abortos de bebés con defectos genéticos, incluyendo los menos importantes como el labio leporino.
De modo rutinario se abortará a los bebés con síndrome de Down, observaba y, una vez que se acepte esta mentalidad como una práctica aceptable, se hará más difícil trazar una línea. ¿Deberemos abortar a los que sufran de dislexia, autismo, o sean excesivamente bajos?, preguntaba.
«No logro ver base alguna que permita que la ley especifique, y mucho menos imponga, un principio que diga: este defecto genético es lo bastante malo como para que sea mejor que este feto nunca nazca – pero este otro no es tan malo», reflexionaba Palmer.
Incluso sin los nuevos tests ya ha habido un significativo descenso en el nacimiento de niños con desórdenes genéticos, debido al aborto selectivo. Un largo reportaje de Associated Press, publicado el 17 de febrero, citaba a la Dra. Wendy Chung, directora de genética clínica en la Universidad de Columbia, quien decía que debido a la diagnosis han descendido el porcentaje de enfermedades como el Tay-sachs.
En los últimos años, han aumentado las pruebas para la fibrosis cística, y en Massachusetts, por ejemplo, el nacimiento de bebés con esta enfermedad cayó de 29 en el año 2000 a sólo 10 en el 2003.
En California, informaba Associated Press, Kaiser Permanente, una gran organización sanitaria, ofrecía la diagnosis prenatal. Del 2006 al 2008, 87 parejas con mutaciones de fibrosis cística accedieron a que se analizaran sus fetos, y se encontró que 23 tenían esta enfermedad. 16 de los 17 fetos que se consideró que tendrían un tipo grave de esta enfermedad fueron abortados, así como 4 de 6 que se pronosticó que tendrían un tipo menos grave.
En ocasiones las parejas optan por abortar incluso aunque no haya problemas genéticos, como informaba el 10 de diciembre el periódico Canadian National Post.
Cuando la esposa de una pareja a la que se nombra descubrió que esperaba gemelos, sintieron que no podrían hacer frente a otros dos niños, además del pequeño que ya tenían. Por eso decidieron hacer lo que se llama una «reducción selectiva», y uno de los gemelos fue abortado.
El artículo citaba a una obstetra de Nueva York, Mark Evans, especialista en esta técnica, quien decía que muchos casos tienen que ver con parejas que están en su segundo matrimonio y que ya han tenido hijos y sólo quieren un hijo más.
Cada ser humano, único
«Dios ama a cada ser humano de manera única y profunda», declaraba el 13 de febrero Benedicto XVI en su discurso a los miembros de la Academia Pontificia para la Vida.
El Papa observaba que la bioética es un campo de batalla crucial en la lucha entre la supremacía de la tecnología y la responsabilidad moral humana. En este conflicto es vital mantener el principio de la dignidad humana como fuente de derechos de las personas.
«Cuando se invoca el respeto por la dignidad de la persona es fundamental que sea pleno, total y sin sujeciones, excepto las de reconocer que se está siempre ante una vida humana», afirmaba.
El pontífice advertío que la historia muestra lo peligroso que puede ser el estado cuando proclama que es la fuente y principio de la ética y legisla sobre materias que afect
an a la persona y a la sociedad.
El paso del derecho a abortar al derecho a ser abortado demuestra claramente los peligros de abandonar los principios éticos fundamentales.
Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado