ROMA, lunes 17 de enero de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI recibió hoy en audiencia a siete mil miembros del Camino Neocatecumenal, entre ellos cerca de 2.000 seminaristas, junto con sus iniciadores Kiko Argüello y Carmen Hernández, en el Aula Pablo VI, para el envío de 230 nuevas familias a la 46 países del mundo.

Este envío de familias se añade, según informó el Camino Neocatecumenal en un comunicado, a la apertura de trece nuevos destinos para la “misión ad gentes”, una forma particular de presencia misionera en lugares donde la Iglesia no está presentes.

Durante el encuentro, el Papa quiso subrayar la aprobación eclesial que ha recibido en los últimos años el Camino Neocatecumenal, a la que se suma la reciente aprobación definitiva de sus directorios catequéticos.

En los últimos años, afirmó el Papa, “se ha realizado con éxito el proceso de redacción de Los Estatutos del Camino Neocatecumenal que, después de un periodo razonable de validación “ad experimentum” tuvo su aprobación definitiva en junio de 2008”.

“Otro paso significativo se ha cumplido durante estos días, con la aprobación, obra de los competentes Dicasterios de la Santa Sede, del Directorio Catequético del Camino Neocatecumenal”, añadió.

“Con estos sellos eclesiales, el Señor confirma hoy y os fía nuevamente este instrumento precioso que es el Camino, de modo que podáis, en filial obediencia a la Santa Sede y a los Pastores de la Iglesia, contribuir con un nuevo celo y ardor, al redescubrimiento radical y gozoso del Bautismo y ofrecer vuestra propia contribución a la causa de la Nueva Evangelización”.

Buscar la comunión

Por otro lado, el Papa exhortó a los miembros del Camino Neocatecumenal la importancia de “buscar la comunión” con los obispos y con el resto de la Iglesia.

La Iglesia “ha reconocido en el Camino Neocatecumenal un don particular suscitado por el Espíritu Santo: como tal, tiende naturalmente a la inserción en la gran armonía del Cuerpo eclesial”, afirmó.

El Papa reconoció en el carisma neocatecumenal un “don de Dios para su Iglesia”, destacando su contribución a “reavivar y consolidar en las diócesis y parroquias la Iniciación cristiana, favoreciendo un gradual y radical redescubrimiento de la riqueza del Bautismo”.

Por ello, recordando los propios Estatutos del Camino, les recordó que éste se pone “al servicio del obispo como una modalidad de actuación diocesana de la iniciación cristiana y de la educación permanente en la fe”.

Les exhortó en este sentido a “buscar siempre una profunda comunión con los Pastores y con todos los componentes de la Iglesia particular y de los contextos eclesiales, tan diversos, entre los cuales estáis llamados a actuar”.

“La comunión fraterna entre los discípulos de Jesús es, de hecho, el primer y más grande testimonio del nombre de Jesús”, afirmó el Pontífice.

A las familias que envió posteriormente a la misión, les axhortó a que “la fe que habéis recibido en don, sea esta luz encima del candelero, capaz de indicar a los hombres el camino hacia el Cielo”.

Dirigiéndose de forma particular a las familias que irán en misión ad gentes, les renovó su llamada “a realizar una nueva presencia eclesial en ambientes muy secularizados de varios países, o en lugares en los cuales el mensaje de Cristo no ha llegado todavía”.

“Podéis sentir a vuestro lado la presencia viva del Señor Resucitado y la compañía de tantos hermanos, ¡así como la oración del Papa!”, afirmó.

A los seminaristas y sacerdotes presentes, miembros de los seminarios diocesanos “Redemptoris Mater” de Europa, los consideró un “signo especial y elocuente de los frutos de bien que pueden nacer del redescubrimiento de la Gracia del propio Bautismo”.

“A vosotros os miramos con particular esperanza , sed sacerdotes enamorados de Cristo y de su Iglesia, capaces de transmitir al mundo la alegría de haber encontrado al Señor y de poder estar a su servicio”, añadió.

Por último, saludó a las communitates in missionem, comunidades enteras que dejan su parroquia para ayudar en otras parroquias: “habéis abandonado, por decir así, la seguridad de vuestras comunidades de origen para ir a lugares más lejanos e incómodos, aceptando el ser enviados para ayudar a parroquias en dificultad y para buscar a la oveja perdida y devolverla al redil de Cristo”.

“En el sufrimiento o aridez que podéis experimentar, sentíos unidos al sufrimiento de Cristo en la cruz, y a su deseo de reunir a los hermanos que están lejos de la fe y de la verdad, para devolverlos a la casa del Padre”, les dijo el Papa.