MADRID, jueves 29 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la carta de agradecimiento que, con fecha del pasado 22 de agosto, el Papa remitió al arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el cardenal Antonio Maria Rouco, tras la pasada Jornada Mundial de la Juventud, que la CEE hizo pública este jueves.
Al Venerado Hermano
Antonio María Cardenal Rouco Varela
Arzobispo metropolitano de Madrid
Presidente de la Conferencia Episcopal Española
Al regresar a Roma después de los inolvidables días de mi Visita Pastoral a Madrid para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud, quisiera manifestar a Vuestra Eminencia mi más cordial reconocimiento por las innumerables muestras de hospitalidad y las continuas atenciones que me ha dispensado durante mi reciente permanencia en España.
Ruego también que Vuestra Eminencia transmita mi viva gratitud a los Obispos sufragáneos, a los Obispos auxiliares, al clero, a las comunidades religiosas y demás colaboradores en esa querida Iglesia particular de Madrid, así como a las Autoridades Nacionales, Autonómicas y Municipales, a las Fuerzas de Seguridad, al personal sanitario y a los incontables voluntarios que se han empeñado en tan magno evento juvenil.
Del mismo modo, tenga la bondad de hacerse intérprete de mi afecto ante los miembros de la Conferencia Episcopal Española por su decidido apoyo a este importante acontecimiento eclesial, y manifieste asimismo mi cercanía a los presbíteros y representantes de la Vida Consagrada por su generosa implicación en este significativo encuentro. Que todos y cada uno de los que han hecho posible esta fiesta de la fe que hemos vivido juntos, cooperando en ella de diferentes formas y entregando lo mejor de sí mismos en su preparación, desarrollo y feliz culminación, sepan que los llevo gozosamente en mi corazón.
Correspondo complacido a tanta deferencia como he experimentado a lo largo de mi Viaje Apostólico, suplicando a Dios que enriquezca a todos los hijos de esas nobles tierras con la abundancia de dones de su amor y misericordia, que sirvan particularmente a las nuevas generaciones para mantenerse arraigadas y edificadas en Cristo, firmes en la fe y dispuestas a anunciar a todos la alegría que supone vivir en plenitud el Evangelio, dándolo a conocer con valentía a cuantos nos rodean.
Con estos sentimientos, y a la vez que confío a la intercesión de Nuestra Señora de la Almudena a Vuestra Eminencia, a los Obispos, sacerdotes, seminaristas, religiosos y fieles de Madrid y de España entera, les imparto de corazón una especial Bendición apostólica, prenda de abundantes dones divinos.
Benedicto XVI
Vaticano, 22 de agosto de 2011