Las resonancias sociales y eclesiales de la visita del papa a México

Diálogo con tres sacerdotes del Colegio Pontificio Mexicano de Roma

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Por José Antonio Varela Vidal

ROMA, lunes 12 marzo 2012 (ZENIT.org).- A once días de la visita del papa a México y a Cuba, ZENIT visitó el pontificio colegio mexicano de Roma, que fuera fundado en 1967 por el episcopado mexicano para la formación de seminaristas de ese país, pero que hoy alberga a presbíteros enviados para especializarse en alguna de las universidades pontificas de la Urbe.

Actualmente conforman la comunidad 112 presbíteros y 4 diáconos, con tres de los cuales tuvimos la oportunidad de entablar una amena conversación, en el espíritu acogedor y animado que caracteriza a los mexicanos.

Participaron los padres Armando Flores Navarro, de la diócesis de Zamora en Michoacán y actual rector del colegio; así como Javier Yael Cebada, de la diócesis de Orizaba en Veracruz, quien estudia teología dogmática y Emmanuel Leal Montes, de la diócesis de La Paz en Baja California, que se especializa en filosofía.

Se dice que solo en México saben recibir al Papa…, ¿es esto cierto?

–P. Javier Yael Cebada: Somos un pueblo de fe, agradecido con Dios por todo lo que hemos recibido de su parte. El papa para nosotros es el representante de Cristo y estamos muy contentos y emocionados con la visita a México. Somos un pueblo alegre que está feliz porque recibe a su pastor.

Ustedes guardan gratos recuerdos del beato Juan Pablo II…, ¿Cuántas veces visitó México?

–P. Emmanuel Leal: El papa Juan Pablo II fue una gran figura, un gran pastor en la Iglesia y visitó nuestro país por cinco veces, y en todas las ocasiones se manifestó una gran alegría en el pueblo mexicano por su presencia y su mensaje. Ahora hay también toda una expectativa de esta primera visita del papa Benedicto XVI.

¿Cuál fue el hilo conductor de los mensajes que Juan Pablo II dejó al pueblo mexicano?

–P. Armando Flores: Debemos enmarcar los mensajes en los contextos en que cada visita se realizó. La primera –también de su pontificado luego de estar en Santo Domingo–, fue la ocasión de encontrarse con el episcopado latinoamericano al inaugurar en 1979 la tercera conferencia del Celam. En ese horizonte marcó una serie de elementos que le dan claridad al camino de la Iglesia, cuando centró no solo la reflexión sino también la accion pastoral en la verdad sobre Jesucristo, sobre la iglesia y sobre el hombre. Luego la de 1990 fue una visita de carácter pastoral, donde tuvo un mensaje muy adecuado a los distintos sectores de la sociedad. Hubo otra visita en 1999 que fue para entregar la exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in America, que tuvo una dimensión americana, porque allí se encontró con los episcopados de los países de todo el continente. Luego tuvimos la visita para la canonización de Juan Diego, que la enmarcó con un mensaje muy particular a los pueblos indígenas. Su magisterio en las visitas fue muy amplio y vasto, siempre marcado por su gran preocupación sobre lo que es el hombre que vive en sociedad, que anhela, que busca a Dios. Esta visita de ahora hay que entenderla en el contexto que se da, en su significado latinoamericano porque es un país de habla hispana junto al de Cuba; esto para evitar darle un significado muy localista, ya que hay quienes quieren intrumentalizarla con intenciones políticas, cuando la mirada del papa es más profunda, es de un horizonte más amplio.

Pero el pueblo mexicano tiene una expectativa de la palabra de su pastor universal…

–P. Javier Yael Cebada: Primero queremos ser animados en la fe. Vivimos situaciones particulares que nos preocupan a todos, no solo a los católicos. Necesitamos ser alimentados en nuestra fe y esperanza, ser hombres en medio de circunstancias particulares que vive México y otros pueblos, como es la inseguridad y otros temas muy delicados. La figura del papa y su presencia viene a darnos esa luz, esa serenidad y esa profundidad para ser hombres de trabajo, que luchan y que siguen esperando. En esta visita, que no tiene índole política, necesitamos escuchar a nuestro pastor. Y el papa lo va a lograr con amplios horizontes…

–P. Emmanuel Leal: La gente espera el mensaje de su pastor para toda la Iglesia, así como su cercanía. Pienso que la visita del papa reafirma la nueva evangelización que toda la Iglesia tiene necesidad de seguir realizando. Es una visita que tendrá resonancias sociales y eclesiales.

¿Qué significado tienen los lugares donde estará el papa?

–P. Emmanuel Leal: En la eucaristía que será abierta en Silao, al pie de la montaña de Cristo Rey en el cerro del Cubilete, estará en un lugar muy significativo porque corresponde al centro geográfico de toda la nación. Y porque esa imagen del Cristo es un símbolo de la fe cristiana que fue colocada después de la guerra cristera y que nos recuerda los hechos difíciles por los que atravesó nuestro país y la fe por la que tanta gente derramó su sangre. Es significativo porque es un reafirmar la fe y será una invitación al testimonio cristiano que todos debemos dar.

–P. Armando Flores: También es un centro eucarístico nacional de adoración perpetua, porque allí todo el día van los laicos y por turnos hacen adoración perpetua.

¿Cómo se está preparando el Colegio Pontificio Mexicano para la visita?

–P. Armando Flores: El colegio es un pedacito de México en Roma y en ese sentido estamos muy contentos porque sentimos que la visita también es a nosotros. En esa alegría nos sentimos comprometidos y solidarios con la iglesia en México y la comunidad se ha comprometido a rezar intensamente para que el Señor acompañe, fortalezca e ilumine al santo padre en esta visita. Y para que la Iglesia en México se prepare de una manera conveniente, para que acoja con docilidad su enseñanza, para que encuentre la luz que Dios le quiere dar a través de su magisterio. Por otro lado, esta comunidad vive ya en el mundo globalizado y hoy, que la visita es a kilómetros de distancia, la sentimos muy cercana. Estamos comprometidos en las redes sociales y debemos aprovechar la red para animar; es muy impresionante los efectos que tiene, lo vimos en la JMJ de Madrid.

¿Cómo está la libertad religiosa en México?

–P. Armando Flores: Hay que entender el tema en su perspectiva histórica. La relación de la Iglesia con el estado mexicano no ha sido facil por circunstancias históricas de fácil comprensión y que los obispos ilustraron en su carta pastoral de 2000 titulada “Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos”. Los avances que se han dado en materia de libertad religiosa son importantes pero no son suficientes, dado que nuestra legislación no se pone a la altura de muchos países civilizados del mundo, que le dan a la libertad religiosa el lugar que tiene en los derechos humanos. En México hubo una reforma constitucional importante que asume los derechos humanos como base y fundamento de la legislación nacional y es una reforma que está recién aprobada en la letra. Pero ese paso de lo que se llamaba antes las ‘garantías individuales’ que el estado concede, hasta el reconocimiento de los derechos humanos, es sustancial, y en ese conjunto se inserta el derecho a la libertad religiosa. Hay una serie de avances que se están debatiendo y que el congreso ya aprobó en algunos temas pero que el senado todavía no aprueba, sobretodo en dar pasos no solamente en la libertad religiosa en general, sino en la libertad de la Iglesia católica en algunos campos como el educativo, las comunicaciones, la manifestaciones públicas de las ideas, donde hay un fuerte debate. Aquí se nos pide un poco de paciencia histórica, no acelerar, si bien hay que ser firmes también hay que convencer sin irritar, como decía Newman, a fin de no polarizar y no crispar sentimientos que son muy respetables, que quizás no compartimos pero q
ue pueden tener alguna razón histórica.

Hay un tema del que siempre se habla y es el referido a la religiosidad popular en México, ¿Cómo se hace para que esta manifestación no saque a los fieles del «foco» de la fe?

–P. Javier Yael Cebada: Es un elemento del que nos valemos, porque no es que la religiosidad popular sea un elemento negativo en el mismo proceso de crecimiento de los fieles. Sino que es una expresión que aprovechamos para integrarlos todavía más en este camino de fe, para que no esté dislocada, sino que sea parte de su camino y aprendan a madurar su fe.

–P. Armando Flores: Creo que hay que entender la religiosidad popular como la vivencia del evangelio con la simplicidad que tienen los hombres y mujeres que no se hacen mucha preguntas y le dan a Dios su fe de una manera sencilla. Creo que es ante todo una oportunidad de presentar la novedad del evangelio tocando la vida de la comunidad, que se expresa de forma sencilla con cantos, oraciones, costumbres cíclicas, porque todo lo que se expresa está relacionado con la vida. Y como se nos ha enseñado desde Vaticano II, Puebla y hasta Aparecida, debemos reconocer lo genuino y lo valioso de la religiosidad popular, pero también purificarla, porque dentro de ella se pueden dar distorsiones o un efecto contrario de lo que se busca en una auténtica religiosidad.

¿Y la «devoción» a la santa muerte, qué origen tiene?

–P. Emmanuel Leal: No es una devoción cristiana ni católica. La calificaría como una seudo devoción que muchas veces –no siempre–, se vincula al narcotráfico, a la violencia y que se pierde en la expresión popular de la fe y se aleja del contenido del evangelio y de lo que la iglesia señala en cuanto al culto. No es que exista una guerra contra los seguidores de la santa muerte, sino más bien la iglesia ha señalado a través de los obispos que es una forma de culto que no corresponde a la fe cristiana –que debe dar culto de adoración solo a Dios–, y ubicar el tema de la muerte en el contexto cristiano.

-P. Javier Yael: Nosotros debemos tener cuidado de la deformación de la fe en México y otros lugares. Porque el tema de la mal llamada santa muerte, no corresponde a la promoción de la buena noticia que es Jesucristo y que es promoción de la vida. Entonces debemos estar atentos a lo que corresponde a nuestra fe, de aquello que la deforma y la enturbia. Es un tema delicado que debemos saber distinguir con nuestra gente, ubicar lo que corresponde a nuestra fe y distinguir aquello que está al margen para no confundirlo con la fe cristiana.

¿Qué mensaje les dejan a los lectores que se preparan para la visita del papa a México y a Cuba?

–P. Emmanuel Leal: Debemos estar muy atentos a la visita del papa a nuestro país y que nos focalicemos en lo central del acontecimiento que es el papa y su mensaje, escuchándolo en toda su riqueza, como un mensaje de esperanza que nos anime a continuar la obra de la evangelización. Y también pediría que estemos unidos en la oración para que este viaje se realice sin contratiempos, y que el espíritu santo obre en el papa y en su mensaje.

–P. Javier Yael: Que nos demos la oportunidad de escucharlo y descubriremos cómo atraviesa muchos hilos de nuestra vida interior, familiar y nacional. Y después preguntarnos ¿qué sigue luego en mi compromiso personal, familiar, eclesial y con mi pueblo de México?

–P. Armando Flores: A mí me llamó la atención una imagen de una visita del papa, en que unos muchachos llevaban unas camisetas de fútbol y atrás decía Benedicto y el número 16. Ese sería el mensaje, especialmente a los jóvenes: ponernos la camiseta de Benedicto XVI y compartir entre todos las esperanzas, expectativas y temores para fortalecernos unos a otros. Y sentir que el papa es alguien de nuestra casa que viene a estar con nosotros, por lo que el ambiente que podamos hacer de oración y de un buen clima comunitario será muy importante. Durante la visita hay que estar muy atentos a escuchar, porque a diferencia de Juan Pablo II que a la gente le fascinaba verlo, al papa Benedicto XVI les encanta escucharlo. Y esto porque siendo un hombre tan inteligente –y ya hay quienes lo han definido como un padre de la Iglesia–, nos habla con sabiduría y profundidad, pero a la vez con una sencillez que es capaz de iluminar y dar razón para la esperanza aún en las situaciones más difíciles de la vida de la iglesia y de la sociedad. En el ‘después’, debemos estar muy atentos porque recibiremos luz sobre la construcción de la paz, la superación de la pobreza y la desigualdad, así como sobre el tema de la misión continental y el impulso de la nueva evangelización. Y para los hermanos sacerdotes es una buena oportunidad de fortalecernos vocacionalmente. Me impresiona cuando leo algunos periódicos en México que instrumentalizan la visita y me pregunto: ¿quién le puede tener miedo a un hombre de 85 años? A nosotros los sacerdotes nos dice mucho la vitalidad que tiene, y cómo sigue fiel a su ministerio. Con un peso tremendo sobre sus espaldas, tiene una disciplina de vida: se da tiempo para hacer oración, descansar, caminar, leer, escribir, tocar el piano, así como para recibir en audiencia a un sinnúmero de personas que quieren verlo, o para atender los asuntos de la curia y del gobierno de la iglesia… Creo que ningún sacerdote tendría un pretexto para no hacer lo mismo, y además puede darnos un gran horizonte a nuestro ministerio en dos temas: el amor y la verdad.

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ZENIT Staff

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