ROMA, domingo 1 abril 2012 (ZENIT.org).- Cuando el nuevo embajador de Irak ante la Santa Sede presentó sus cartas credenciales, el papa Benedicto XVI declaró de modo inequívoco que allí hay una Iglesia en lucha por su supervivencia. El arzobispo caldeo de Erbil, Bashar Matti Warda, relata en esta entrevista su experiencia.
Mark Riedemann para Dios llora en la tierra, en cooperación con la fundación pontificia internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada, entrevistó al arzobispo caldeo de Erbil en el norte de Irak, Bashar Matti Warda, sobre la historia de los católicos en Irak.
Un año antes de su ordenación, el arzobispo caldeo de Mosul fue asesinado. Hubo amenazas de muerte a la jerarquía eclesiástica. Con todos estos retos, de los que estaban muy conscientes, ¿no pensó acaso: «No quiero esta responsabilidad, es demasiado»?
–Mons. Warda: No es normal, pero dije que estaba dispuesto a lo que sea necesario. Se trata de la obediencia. Yo sabía que era exigente y desafiante. Desde entonces he tenido varias experiencias en Bagdad durante y después de la guerra. Afortunadamente Erbil es seguro, pero hay un miedo natural que está allí, pero una vez que estás comprometido sólo tiene que ir, eso es todo.
Ha completado sus estudios en Lovaina, Bélgica, y su tesis fue sobre la violencia en el Islam. ¿Por qué eligió este tema en particular?
–Mons. Warda: En 1993 y 1994, el antiguo régimen en Irak se convirtió al Islam y al movimiento islámico, no porque creyeran en él, sino para establecer un mayor control sobre todo durante la época de las sanciones. Entonces experimentamos un aumento de la violencia dentro del Islam y entre los musulmanes, especialmente en el Medio Oriente. He estudiado las raíces de estos movimientos y esperaba que no hubiera un aumento de la politización y la radicalización del Islam. De 2001 a 2003, fue obvio ver un surgimiento de los movimientos islámicos radicalizados en la calle, lo que no es normal. Me di cuenta de que el Medio Oriente en su conjunto está atravesando un momento muy delicado y difícil, especialmente con el radicalismo islámico.
¿Es la violencia inherente al Islam o el Islam está siendo manipulado por los fundamentalistas?
–Mons. Warda: Yo iría por lo segundo, la manipulación, porque hemos vivido juntos durante muchos años en una coexistencia pacífica con los musulmanes chiíes o suníes. Es ciertamente una manipulación dado que la oposición a la violencia les es inherente. Ciertamente que hay violencia en el curso de la historia del Islam y sigue habiéndolo aún; no hace mucho tiempo un obispo fue asesinado y muchas familias se han visto obligadas a abandonar Mosul y Bagdad. Muchos grupos dentro de Irak creen que el Islam es la única religión y que el uso de la violencia para conseguirlo es justificable.
¿Hay una campaña dedicada a forzar a los cristianos a salir?
–Mons. Warda: La violencia está en todo el país. La situación de los cristianos es un fenómeno especial. Los chiítas responden con violencia hacia los suníes cuando son atacados, y viceversa, mientras que los cristianos son la única comunidad que no responde con violencia. Por lo tanto, los hace especiales…
Un blanco fácil si se quiere…
–Mons. Warda: Exactamente. Y hay tantas razones para atacar a los cristianos; los cristianos son víctimas de un proceso social, económico, político y de intereses. Hay personas que discriminan y atacan a los cristianos porque son cristianos; hay otros grupos que atacan a los cristianos porque así logran noticias internacionales, para mostrar al mundo entero que el proceso político en Irak es un fracaso; hay otras personas que atacan a los cristianos por interés social y finalmente otros por razones económicas. Este último grupo amenaza a las familias cristianas forzándolos a salir de sus casas sólo con el fin de ocupar las casas abandonadas.
Y los desplazados internos que van del sur al norte… ¿Cuál es el impacto en su diócesis?
–Mons. Warda: La experiencia de esta pobre gente nos ha impulsado a cuidar de ellos pastoralmente. Por lo tanto, es una gracia de Dios y un signo de esperanza para nosotros. En las diócesis de Bagdad y Mosul, se vieron obligados a cerrar iglesias, mientras nosotros estamos pensando en construir nuevas iglesias para estas familias. Tenemos más de 5.000 familias cristianas nuevas que necesitan un lugar. No se trata de algo temporal, porque muchas personas gracias a Dios se compran propiedades en Erbil y Ankawa. Comprar una propiedad es una señal de que piensan permanecer.
Lo cual es una buena señal para el país…
–Mons. Warda: Sí, es una buena señal para el país y también para el cristianismo, porque podemos encontrar un equilibrio entre una zona de sufrimiento y una zona pacífica. Esto también le dará esperanza a los demás obispos y sacerdotes en Bagdad y Mosul que, al menos, ven un signo de esperanza, porque lo que nos entristece son las familias que salen del país. Esto es realmente una historia triste, porque sabemos que nunca volverán.
¿Hay una historia en particular que le llama la atención cuando piensa en los refugiados?
–Mons. Warda: A una familia se le pide que prepare a su hija a casarse con un emir, un jefe de un pequeño grupo radical, dentro de 24 horas. El ultimátum es el matrimonio, convertirse al Islam y salir de la casa.
Ha habido una propuesta para desarrollar un enclave cristiano en la llanura de Nínive. ¿Es esto una buena idea?
–Mons. Warda: En las conversaciones con los políticos cristianos, ninguno ha pensado en esta idea en absoluto. No hay quien crea que es una buena idea reunir a los cristianos en un solo lugar. Esto ha sido mal interpretado desde el principio. Hay algunos pueblos y ciudades históricas que han sido conocidas como cristianas. Un cierto grupo islámico comenzó a comprar las propiedades de los cristianos al doble del precio justo para adueñarse de las propiedades y cambiar la situación demográfica de la aldea, hasta que la gente se dio cuenta de la motivación detrás de esto y dejaron de vender. La demanda, en lugar de cambiar la demografía de estas ciudades, es darles derechos constitucionales a estas ciudades históricas y pueblos. Nadie, sin embargo, ha pedido reunir a los cristianos en un solo lugar.
Como hay dificultades, ¿también se está experimentando una extraordinaria asistencia de fieles a la Misa, así como un incremento de las vocaciones?
–Mons. Warda: Nuestra tierra es la tierra de Abraham. Él fue llamado en un momento de esterilidad. También fue un momento de dificultad y Dios le dijo mira el cielo y la multitud de estrellas: tu descendencia será como esta. Y siempre ha sido así. Dios nos da una señal de esperanza en medio del sufrimiento, de que se puede confiar en él y seguir adelante. Esta es la alegría que experimentamos siempre y alabamos a Dios en medio del sufrimiento. En medio de una crisis, Dios siempre nos dará la señal de la esperanza y la alegría de que Él está con nosotros, el Emmanuel.
¿Qué podemos hacer para ayudar a los cristianos en Irak?
–Mons. Warda: La Iglesia en Irak es una Iglesia que sufre, pero nos da la esperanza y el estímulo para continuar nuestra misión, porque vemos que el cristianismo es valioso para el país. No podemos decir, “como nos rechazan, debemos irnos”, no. Todavía tenemos muchas personas que creen con nosotros que tenemos una misión hacia esta comunidad, especialmente durante los tiempos de violencia. Tenemos una misión allí que desempeñar muy importante para lograr la reconciliación de todas las partes políticas. Por eso, necesitamos muchas oraciones de su parte y también la conciencia que la iglesia e
sta todavía muy viva allí.
Esta entrevista fue realizada por Mark Riedemann para «Dios llora en la tierra», un programa semanal de radio y televisión producido por Catholic Radio Television Network en colaboración con la fundación internacional pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Para obtener más información en la Red: www.wheregodweeps.org y www.acn-intl.org
Traducción del inglés por José Antonio Varela V.