ALICANTE, miércoles 4 julio 2012 (ZENIT.org).- El obispo de Orihuela-Alicante, monseñor Rafael Palmero Ramos, ha escrito una carta dando la bienvenida a los turistas y veraneantes que llegan a su diócesis, una de las más buscadas, en el periodo estival. Ofrecemos el texto de la carta.
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Bienvenidos, queridos veraneantes, a vuestro lugar de reposo y de sosiego, a vuestra casa, que es la Diócesis de Orihuela-Alicante. Os transmito como obispo de ella, un cordial saludo personal y de parte de los cristianos y grupos que formamos esta familia. Os deseamos todos un provechoso descanso y una feliz estancia entre nosotros.
Miles de años antes que el Código Ético Mundial para el Turismo proclamara que “El derecho al turismo para todos debe entenderse como consecuencia del derecho al descanso y al ocio, y en particular a la limitación razonable de la duración del trabajo…” (A.7, p.2), el libro del Génesis presentaba a Dios reivindicando este principio para toda la humanidad, poniéndose Él mismo como ejemplo a imitar. «Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque en él descansó de toda la obra que Dios había hecho cuando creó» (Gn 2,3).
Esta cesación divina aparece relacionada también con el preceptivo descanso del sábado. Día festivo y de ocio, que tras la resurrección del Señor, “El primer día de la semana” (Lc 24,1), los cristianos trasladaron al Domingo. En la ley sabática se nos revela el aspecto humanitario del descanso; es el reposo que permite cobrar aliento (Ex 23,12). Pero la Biblia le da también otro sentido. Por su trabajo, el hombre imita a Dios creador y por su cese imita el reposo sagrado de Dios. (Ex 31,13). Descansar unido a Dios es signo de santificación: “Guardaréis mis sábados, pues el sábado es una señal entre yo y vosotros, de generación en generación, para que sepáis que yo soy el señor que os santifica” (Ex 31, 13).
La salvación que Dios regala al hombre durante su descanso, choca con la mentalidad secularista actual que impregna hoy nuestra cultura y las costumbres; y que inexorablemente incide en una concepción laicista y hedonista en el desarrollo turístico y las vacaciones, convirtiéndolas, para algunos, en un periodo de permisivismo moral, con total indiferencia religiosa y, en ocasiones para algunos en licencioso ocio banal.
Al contrario, el descanso y las vacaciones han de referirse siempre a Dios y a la humanización de la persona. Y la Iglesia tiene mucho que aportar a las concepciones culturales e ideológicas del momento. “También en el campo cultural –señala Benedicto XVI- el cristianismo ha de ofrecer a todos la fuerza de renovación y de elevación más poderosa, es decir, el amor de Dios que se hace amor humano” (Discurso al P. C. de la Cultura, 15 – 6 – 2007).
En esta línea, permitidme algunas sugerencias que puedan ayudaros en este verano: respetad la naturaleza y descubrid en la playa, en la montaña, en el campo… la presencia de Dios. La via pulchritudinis, el camino de la belleza, es “una senda privilegiada y fascinante para acercarse al misterio de Dios”, dice el Papa (A. general, 18 – 11- 2009).
Tu testimonio y ejemplo, el de cada uno, ante los demás, son importantes. No te avergüences de ser cristiano, manifiesta tu fe. También en vacaciones Dios sigue hablando. Acude a la Eucaristía dominical el sábado por la tarde o a lo largo del domingo. Aprovecha la presencia de los sacerdotes, para realizar una buena confesión sacramental… Muchos así lo hacen.
Descansa en familia. Dialoga, juega, goza con los tuyos sin prisas. Reza también en familia. Cultiva la amistad. Es buena ocasión para compartir. Recuerda que otros trabajan para que tú tengas vacaciones. También ellos tienen sus derechos. Respétalos. Descansa y deja que los demás descansen… Y comparte de alguna manera, puesto que la caridad tampoco toma vacaciones.
Que este verano sea para todos periodo de maduración. Dios es Señor de todo y de todos. De Él proviene “el tiempo” y lo que con él nos regala. Aprovechémoslo bien.
Que nuestra Madre la Virgen María os proteja y acompañe. A Ella os encomiendo con sincero afecto.