Por José Antonio Varela Vidal
ROMA, miércoles 4 julio 2012 (ZENIT.org).- Días atrás se realizó en Roma el Encuentro «Democracia, Cultura y Catolicismo», en el que se reunieron cuatro universidades jesuitas de Lituania, Indonesia, Perú y Estados Unidos, convocadas por la norteamericana Loyola University y acogidos por la Pontificia Universidad Gregoriana. La idea era compartir los avances de la investigación que se viene realizando desde hace tres años en este campo, sobre todo acerca del rol que tuvo (y que tiene) la religión católica en los movimientos de solidaridad en el Este de Europa, así como en la reciente ‘Primavera Árabe’.
Como uno de los representantes de la Universidad jesuita Antonio Ruiz de Montoya del Perú vino el joven filósofo Gonzalo Gamio, con quien ZENIT conversó en una pausa de tan reflexiva y urgente cita...
¿Cómo surge el interés por hacer esta investigación?
--G. Gamio: Fue una iniciativa de la Loyola University que tuvo la idea de integrar su propio trabajo con tres universidades más de Indonesia, Lituania y el Perú, con la Antonio Ruiz de Montoya. Esto con el fin de discutir la relación entre cultura, democracia y catolicismo. Nos sentimos honrados de haber sido objetos de esta llamada y aunque también teníamos una reflexión elaborada sobre el asunto, esta convocatoria contribuyó a contrastar experiencias y lecturas con los colegas de estos países, e ir construyendo un argumento juntos.
¿Cuáles son las principales evidencias que han surgido, tanto en el Perú como en los otros países?
--G. Gamio: Una de las evidencias es que hay una relación tensional entre democracia y catolicismo. Porque la posicion de la Iglesia no es unitaria con respecto a la cultura democrática; hay una posición conservadora que pone el acento en un legado preconciliar, que considera que la Iglesia es fundamentalmente jerárquica, esto es, no democrática, y que funda su unidad en una doctrina deductiva. Y por otro lado, hay un sector más progresista que rescata la experiencia originaria de la propia Iglesia, y que a partir del Concilio Vaticano II reconoce la autonomía de lo temporal y se valora el esfuerzo por construir consensos a través del diálogo.Son dos tendencias que están presentes en una y en la misma Iglesia y es fecundo que existan diferentes visiones de las cosas, pero existe una relación tensional. Y de lo que se trata también es de explorar las peculiaridades de esa tensión en nuestros diferentes países.
¿Qué más puede aportar la religión hoy a la democracia, sea para fortalecerla o para hacerla emerger allí donde no está?
--G. Gamio: Para empezar, diré que la religión es un discurso y una práctica muy importante para la gente de hoy, como antes. Es un discurso altamente catalizador de identidad y a veces este discurso calza y se enriquece con la cultura democrática, y a veces no. En lugares como Polonia, donde hubo una dictadura, la religión fue un elemento importante para consolidar una mentalidad democrática que se enfrentó a esta dictadura. Y en otros espacios como la España de Franco, la religión a veces tuvo una funcion diferente. Pero en países donde se ha ido gestando una cultura democrática y de lucha contra regímenes autoritarios, la religión ha sido un elemento particular de cohesión. Por ejemplo en el Perú, en los años 90 del siglo XX, muchas comunidades de base y muchos sectores de la sociedad civil reclamaban una visión progresista del catolicismo y recurrieron a ese legado para enfrentarse cívicamente contra el régimen de Fujimori. Y hay que recordar que todo el discurso de los derechos humanos tiene un discurso religioso, teológico, que luego se ha universalizado y se ha racionalizado; pero no podemos entender los derechos humanos sin la obra de De Vittoria, sin la obra de Bartolomé de las Casas, donde hay un legado teológico importante.
¿Por qué algunas democracias se cierran a la religión?
--G. Gamio: Muchas veces, sectores conservadores en la política han invocado argumentos religiosos para defender el antiguo régimen, o una comprensión jerárquica o aristocrática de la vida, lo que está reñido con una visión igualitarista que es fundamental para la cultura democrática. Yo no diría que esa visión vertical y jerárquica es esencial a una concepcion religiosa, sino que constituye una tendencia posible dentro de una vision religiosa de la vida. Y eso es lo que una mentalidad democrática teme, que esto se consolide.
¿No hay algunos temas como la vida y la familia, de los que la política quiere hacerse cargo, cuando hay allí asuntos morales?
--G. Gamio: Esto no lo hemos tocado directamente, pero a nivel personal puedo decir no estoy de acuerdo, porque la ética en general puede tener un cimiento religioso, pero puede no tenerlo. Desde un punto de vista estrictamente racional, podemos llegar a determinadas conclusiones éticas sobre cuestiones sociales y también a cuestiones vinculadas a la vida privada. El legado religioso presente en la ética es muy importante. Pero al mismo tiempo podríamos decir que la reflexion ética es para todos los seres humanos y no solamente para quienes creen; sino para todos los que estén dispuestos a discutir y buscar determinados principios, que puedan ser útiles para garantizar la convivencia o para darle una orientación a la vida.
¿Cree que hay temas que se pueden discutir…, como el origen y la protección de la vida humana, o lo que es la familia natural?
--G. Gamio: Yo creo que en general es importante para nosotros como ciudadanos, como creyentes y como seres humanos, estar dispuestos a discutir cualquier tema.Lo que preocupa es que se piense que hay temas que no deben ser discutidos. Todos los temas vinculados al origen de la vida, a los principios de la justicia social, o temas de conducción de la vida personal, son temas que deben ser discutidos con los involucrados, sea a nivel de las politicas publicas, a nivel de los principios de la Iglesia o en la discusión interpersonal cotidiana. Porque finalmente, se trata de principios que involucran la vida de las personas y sobre los cuales ellas tienen algo que decir.
Sobre lo que vimos en el Medio Oriente, la llamada ‘Primavera Arabe’, ¿qué rol tuvo la religión en esto?
--G. Gamio: Lo primero que hay que decir es que constituye un error identificar a las religiones con una posición integrista o fundamentalista. Las diferentes religiones, el Islam, el judaismo y también el catolicismo tienen tendencias de apertura dialógica, de autocrítica, pero también existen tendencias integristas y fundamentalistas. La tendencia hacia el integrismo no se identifica con el núcleo de las religiones, sino con una tendencia muchas veces ideologico-política que se va gestando. Amartya Sen, un famoso filósofo y economista indio, decía que lo que debemos temer, como catalizador de la violencia, no es a la religión, sino a la ilusión del destino.A la idea según la cual para algunos la cultura y la religión son los únicos elementos de la identidad, y que te imponen un propósito en la vida, que no es susceptible de diálogo, de negociación o de crítica. Con esa actitud presente parcialmente en todas las religiones, y en muchas ideologías seculares, lo que tendríamos que hacer es promover la crítica, el diálogo, la reflexión racional en el seno de todas las religiones e ideologías.
¿Se puede decir que la caída de estas dictaduras fue porque la gente estaba sofocada por una religión que vivía muy unida al estado?
--G. Gamio:Es posible, pero aún tenemos que esperar para hacer un análisis más detallado. Hay maneras de entender la religión, que pueden ser sofocantes para la libertad; y quiero pensar que esta experiencia de la ‘Primavera Arabe’ muestra más bien que determ inadas interpretaciones del Islam son perfectamente compatibles con la democracia, como ha sucedido también con el catolicismo posconciliar.Y me parece fecundo el diálogo interreligioso que postula también una reflexión sobre la democracia, sobre el pluralismo. Lamento que en diversos lugares del mundo la apostasía sea aún un delito a nivel penal, y que no sea un derecho abandonar o suscribir una religión de manera consciente o voluntaria.
Justamente, en los ultimos tiempos hemos visto los ataques contra la religión cristiana en Nigeria, en la India... ¿Ellos quieren acaso que los cristianos estén lejos con sus valores de libertad, participación o derechos de la mujer?
--G. Gamio: Las tendencias integristas de las religiones consideran el pluralismo como un peligro o lo tachan de relativismo, y eso es muy común en diversas comprensiones religiosas integristas. Y es posible que determinados sectores integristas en Oriente consideren que el cristianismo es depositario de valores occidentales de libertad, igualdad, y que haya estado muy unido a los valores de la Ilustración.Sin embargo, e insisto, el Islam no es intrínsecamente integrista e intolerante, y hay que decir también que el hinduísmo y el budismo por lo general tienen una actitud de apertura frente a otros credos.Por ejemplo, asocian la figura de Jesús en algunos casos a la de Krishna, o el propio Islam que considera a Jesús de Nazareth como un profeta. Este tipo de actitudes negativas que la pregunta evoca con buenas razones, constituye una tendencia dentro de las religiones, y no deben identificarse con el núcleo de la misma religión. Debemos avanzar hacia una actitud más dialogante, que se valore la experiencia religiosa, ante lo que es más bien proclive al materialismo en todas sus formas.
Y hay otros espacios como son los regímenes comunistas o las dictaduras --incluso en América Latina--, donde a la Iglesia se le reduce o se le persigue a muerte, ¿no?
--G. Gamio:Creo que es legítimo rechazar cualquier régimen que atente contra la libertad religiosa y a los derechos de los individuos a abrazar un credo y a vivir conforme a él.Ese es un derecho humano básico que no puede ser conculcado, sin limitar gravemente las libertades e ir contra la justicia. Sí, los regímenes comunistas intentaron erradicar la religión de la vida, sin éxito por supuesto, porque la religión continúa siendo un elemento importante de la vida de la gente, que a veces opera clandestinamente como el caso de Lituania, según nos comentaban algunos colegas.En eso hay que ser enfáticos: la libertad de creer y de no creer es fundamental.
¿No hay una actitud hostil de ciertas democracias modernas contra las religiones?
--G. Gamio: Considero que en las democracias liberales la religión y la política deben estar separadas, y esto supone un régimen de libertad e igualdad religiosa.Que los ciudadanos puedan elegir creer o no creer, y que el estado no le rinda ningún privilegio a ninguna religión, ni siquiera a la mayoritaria, porque de lo contrario implicaría discriminar a los individuos que no suscriben ese credo.Creo más bien que la fuerza de cada religión depende del corazón y la de la adhesión de los creyentes; y en ese sentido, las religiones no requieren un estatus especial dentro del derecho de las democracias.La religión pertenece al ámbito de la sociedad civil, no de la privacidad. Y el lugar de la religión está fuera del estado, por lo que las religiones deben recibir un trato igualitario, y es más bien el trabajo pastoral el que hace la diferencia.
¿Y esto incluye gravar con impuestos los edificios donde se realizan obras sociales o educativas?
--G. Gamio: No se debe gravar con impuestos a ninguna iniciativa de comunidades religiosas, sean católicas o no católicas, cuando estas comunidades buscan tener una presencia en el ámbito de la salud o de la educación. No tiene sentido gravar con impuestos especiales a instituciones religiosas o de la sociedad civil que quieran apoyar el bienestar de los ciudadanos.