Por Nieves San Martín
MADRID, viernes 27 julio 2012 (ZENIT.org).- “Nos reconocemos aquí, Iglesia, pueblo en el que Dios habita”, afirmó Loreto Ballester, directora general de la Institución Teresiana, en el discurso inaugural de la XVII Asamblea general de esta asociación internacional de fieles, que se celebra desde el 25 de julio en Los Negrales, Madrid, España. La Asamblea fue proclamada por la Directora General como “Asamblea de la Esperanza”, con el lema “… para que vayáis y deis fruto” (Jn. 15, 16).
El objetivo general de esta Asamblea es “Acoger y relanzar la Institución Teresiana, con fidelidad dinámica, a los cien años de su fundación, asumiendo con nueva responsabilidad y entusiasmo el carisma recibido, con diversidad de modalidades asociativas y de compromiso, y la función específica de la Asociación Primaria para toda la Institución”. Las delegadas a esta Asamblea General representan a los miembros de la Institución Teresiana presentes en treinta países de cuatro continentes.
El gesto de cuatro asambleístas –una por cada continente en los que está presente la Institución teresiana –de acercar una gran vela a los pies de un cuadro de san Pedro Poveda, fundador de la asociación, y la invocación al Espíritu a través del canto “el Espíritu del Señor está sobre mí…”-, precedió el acto.
En la mesa, Loreto Ballester, presidenta de la Asamblea, acompañada por María Luz Renuncio, vicedirectora general, y Marisabel Tellería, quien en su calidad de secretaria general del sexenio 2006 – 2012, leyó la carta de convocatoria a la Asamblea de la directora general.
Loreto Ballester dio lectura al mensaje del papa Benedicto XVI enviado a través de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, en el que “saluda cordialmente a los miembros de la Institución Teresiana reunidos en su XVII Asamblea General, y suplica al Espíritu Santo que su gracia los sostenga e ilumine para que, siguiendo las huellas y el ejemplo de san Pedro Poveda, encuentre los caminos más adecuados para vivir hoy con incansable entrega su generoso servicio a la edificación del Reino de Dios”.
María Luz Renuncio leyó una cordial carta del cardenal Estanislaw Rylko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, en la que expresa su valoración a la figura de san Pedro Poveda, “sacerdote y mártir, que supo responder a los desafíos de su tiempo con un gran compromiso y radicalidad, viviendo la fe hasta las últimas consecuencias”. Reconoce la actualidad del carisma, recuerda que “Poveda anticipa lo que años más tarde el Concilio Vaticano II afirmará sobre la misión de los laicos y la llamada universal a la santidad”, e invita a los miembros de la Institución a “vivir el Año de la fe con una auténtica y renovada conversión al Señor, único salvador del mundo, conversión necesaria para que la sal no se vuelva insípida”.
Gozo por el primer Centenario
Loreto Ballester, en su discurso inaugural, recordó momentos clave en la historia de la Institución Teresiana que tuvieron como protagonistas singulares a san Pedro Poveda, a la sierva de Dios Josefa Segovia y tantas personas que contribuyeron a dar identidad a la Obra Teresiana, hoy centenaria.
“Nos reconocemos aquí, Iglesia, pueblo en el que Dios habita”, expresó Loreto Ballester. “Traemos aquí a nuestro mundo, y en él a la Institución Teresiana”, dijo, recordando la vida de las personas mayores de la Institución tanto de la Asociación Primaria como de las asociaciones ACIT. También la de aquellos miembros de la Institución que están “en lugares perdidos, en pequeños grupos o en mega urbes”; a los “más jóvenes en el núcleo”; la vida de “los miembros ACIT”, la de los jóvenes en circunstancias difíciles… a las personas que “el sufrimiento de tipos distintos pone amargura en el alma”… Finalmente, “a todas las personas, con sus entornos vitales, queremos traer hoy aquí», dijo.
La directora general valoró el amplio significado de las celebraciones del primer Centenario de la Institución Teresiana en el mundo, confiando en “la renovación que de ellas esperamos”. En otra parte de su discurso definió y puntualizó aspectos sobre los objetivos de la actual Asamblea, y dedicó unas palabras a los miembros del núcleo propulsor de la Institución Teresiana.
Finalmente, aludió a una carta en la que san Pedro Poveda se refiere a la Obra como «feliz proyecto», con el sentido de que sus miembros hoy se reconozcan en “este Feliz Proyecto”, y renueven sus energías en pos de la finalidad de la Institución Teresiana.