Por Sergio H. Mora
ROMA, lunes 3 septiembre 2012 (ZENIT.org).- El santo padre Benedicto XVI recibió hoy por la mañana en el palacio apostólico de Castel Gandolfo, al primer grupo de 11 purpurados colombianos de los 37 que se encuentran en Roma en Visita «ad Limina Apostolorum». Los otros dos grupos de obispos serán recibidos por el papa en sendas audiencias esta semana.
Los purpurados expusieron al santo padre la situación pastoral y de gobierno que se verifica en sus diócesis. Las principales preocupaciones indicadas fueron la violencia, no solamente la paramilitar o de la guerrilla, sino también la existente de modo difuso, así como la desaparición de personas. También los factores que amenazan la familia en Colombia, los riesgos que la juventud corre de perder los valores, y la falta de vocaciones religiosas. Tras haber recogido estas informaciones, Benedicto XVI dará la próxima semana las indicaciones pastorales para Colombia.
La última Visita «ad Limina Apostolorum» de los purpurados colombianos fue en 1994, diez meses antes que Juan Pablo II falleciera.
Con este motivo, ZENIT entrevistó a monseñor Víctor Antonio Tamayo Betancourt, obispo auxiliar de Barranquilla, quien después de la audiencia nos transmitió sus impresiones.
¿Cómo fue el encuentro de hoy con Benedicto XVI?
– Mons. Tamayo: Realmente esta visita es como encontrar una proyección del cielo, al ver la paz que este hombre expresa, en su palabra, mirada, afecto y en su paciencia, uno ve que los caminos del mundo son diferentes de los caminos de Dios.
¿Porqué siente que son tan diferentes esos caminos?
– Mons. Tamayo: Yo estuve 24 años en el servicio militar, como capellán, pero antes hice el curso de oficiales. Y uno ve que allí quien más duro pise y grite, más poder tiene. En cambio aquí en la Iglesia uno ve que el campeón es el de la dulzura, el de la paz, el de la confianza, el que hace sentir a todos como hermanos, porque no hay imposición sino una exposición de temas, porque la razón y el corazón en oración están en la misma dirección.
¿Había estado antes en otra Visita ad limina?
– Mons. Tamayo: Soy un obispo reciente porque me hicieron viejo y ya cumplí los 75, pero cuando uno llega siente este impacto. Pensar de ver al papa parece imposible y cuando uno llega a esta audiencia, siente ese impacto con el poder del espíritu, con parámetros totalmente distintos de los de un presidente o un ministro.
Si bien Ud. había encontrado antes a un papa, Juan Pablo II ¿qué impresión le dio Benedicto XVI?
– Mons. Tamayo: Uno estudia en la historia que vino Pedro, Pablo, Lino, Cleto, Clemente, etcétera, y ve que en cada etapa un papa marca una época de modo impresionante. En esta última que nos está tocando vivir, al encontrar a Benedicto XVI uno siente esto y una alegría, un gozo muy grande. Por ello es importante que todos los católicos veamos que tenemos algo en común, la voz de Dios a través de un hombre, que no es un ángel que nos aterroriza, sino una voz humana que sale del corazón.
¿Cuánto duró la audiencia?
– Mons. Tamayo: En realidad estuvimos una hora aunque tuve la impresión de habíamos estado cinco minutos, pues tal era la expectativa de verlo, sus gestos, la atención que ponía, cuando preguntaba algo…
¿Cómo fue este diálogo con el santo padre?
– Mons. Tamayo: Con sencillez, a la apertura de la audiencia nos dijo: “Hablen con franqueza y sin temor porque estamos entre hermanos”. Es muy lindo oír al representante de Cristo en esta actitud.
¿Cuándo dará el papa las directivas?
– Mons. Tamayo: La semana próxima todos los obispos nos volveremos a reunir con el papa que nos va a dar las directivas. Hoy escuchó muchas cosas y veo que profundizó muchísima información.
¿Cuáles fueron las principales preocupaciones que los obispos le expusieron sobre Colombia?
– Mons. Tamayo: Fueron cinco: la violencia en Colombia, el narcotráfico, la guerrilla, los paramilitares, además de la violencia social existente; la familia que tratan de desintegrarla con el divorcio, el aborto y el matrimonio gay; los desaparecidos, pues no los llaman secuestros, pero hay personas de las que se pierde el rastro; los jóvenes que corren el riesgo de perder los valores, meterse en la droga y crear pandillas; y las vocaciones para religiosas y sacerdotes, y cómo implementar en los seminarios la labor apostólica.
¿Y sobre el diálogo con la guerrilla que el Gobierno ha recientemente anunciado?
– Mons. Tamayo: Lo planteamos pero sin experiencia, pues se anunció cuando veníamos. Por lo tanto basados en lo que leímos en los periódicos. Sabemos que hay un encargado directo pero no sobre los particulares.
Ya otros diálogos se registraron en diversas oportunidades…, ¿qué se necesita para que sea auténtico?
– Mons. Tamayo: No sirve si cada uno quiere imponer su norma. Lo que se necesita es una acción de escucha, de expresarlo con verdad para que haya una acción de perdón. Porque mientras no conozca las razones del otro y el otro no sepa las mías, yo soy antagónico. Contrariamente es vista como una cosa que el otro quiere imponer. Si no hay verdad, el diálogo es un engaño.