Chile: Sesenta años evangelizando a través de los medios de comunicación social

El hermano paulino Pablo Uriarte, celebra sus 90 años

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Por el padre Martín Dolzani, ssp

SANTIAGO DE CHILE, jueves 13 septiembre 2012 (ZENIT.org).- Pablo Uriarte La Fuente es un religioso paulino que ingresó en la Sociedad de San Pablo en 1947. Nacido en marzo de 1920 en la localidad de Sarria, provincia de Alava, España, realizó la profesión perpetua como hermano en 1954. Estos días celebra no solo 90 años de edad, sino también 60 años de misión en Chile.

Una tarde, mientras compartíamos un te en nuestra comunidad, le pedimos que nos dejara entrar en sus motivaciones iniciales como paulino, y recordar algo de estos largos años en tierras chilenas.

¿Por dónde comenzó su apostolado paulino en Chile?

–Hno. Pablo Uriarte: Recuerdo que el superior de entonces , el padre Pascasio Marzilli, me preguntó a qué vienes. Tengo entendido, le dije, que vengo para trabajar en la librería. Bueno, mañana temprano sales con los libreros, afirmó.

¿Qué aprendió siendo librero?

–Hno. Pablo Uriarte: Todo lo que no sabía, y preguntando fui aprendiendo de libros: dónde estaban y de qué editorial eran. Los libros estaban por entonces como en una biblioteca y era difícil encontrarlos.

¿Qué más pudo hacer en la librería?

–Hno. Pablo Uriarte: Conocer a la gente y al pueblo chileno. Y saber que con el trabajo no sólo hacíamos un apostolado, sino que también nos ganábamos la comida de todos los días; un día no había entrado nadie y no teníamos siquiera para comprar un kilo de carne y ponerla en la olla.

¿Qué más valora de lo aprendido?

–Hno. Pablo Uriarte: Valoro el contacto con la gente y con muchos curas, monjas, seglares y obispos de Chile. Tuve la oportunidad de tener contacto directo con los seis cardenales que hasta el momento ha tenido la Iglesia chilena: José María Caro, Raúl Silva Henriquez, Juan Francisco Fresno, Jorge Medina Estévez, Carlos Oviedo Cavada y Francisco Javier Errázuriz Ossa. Algunos de ellos los conocí de niños o de jóvenes, y a monseñor Fresno le anticipé su elección episcopal.

¿Y cómo nació su vocación?

–Hno. Pablo Uriarte: No sé qué decirte, pero todo nació muy de a pocos. Estando en el servicio militar me nació la inquietud de ser misionero, y desde niño fui monaguillo. Algo especial posiblemente tenía que no tenían mis compañeros…

¿Por qué paulino?

–Hno. Pablo: Luego del servicio militar seguí siendo monaguillo, y un día encontré en la parroquia una revista que hablaba de una congregación llamada de san Pablo, y que estaba a unos cuarenta y cinco kilómetros de mi pueblo. Y el día de san Antonio me fui a Bilbao, y conocí la primera comunidad paulina; me atendió el padre Desiderio Costa. Tenía por entonces 27 años, y en realidad era muy mayor para esa época. Me dijo que para ingresar había que pedir permiso a Roma, cosa que nadie nunca solicitó y el mismo padre Costa me recibió en Bilbao el 16 de septiembre del mismo año. Todo fue muy rápido.

¿Qué es lo primero que hizo en Bilbao?

–Hno. Pablo Uriarte: Con un compañero que no recuerdo su nombre, hicimos unas maletas y salimos de propaganda de pueblo en pueblo. A los dos meses, el padre Costa me dijo que en Madrid se necesitaba a una persona con urgencia. Me sacó un billete para viajar esa noche y me dio dinero para que me comprara una valija para llevar mis pertenencias.

¿Y en la comunidad de Madrid?

–Hno. Pablo Uriarte: Todos los días íbamos de propaganda de pueblo en pueblo, por todo el mapa de España.

¿Y cómo nació su misión en Chile?

–Hno. Pablo Uriarte: Después de haber profesado como religioso, el 8 de septiembre de 1949, me tocó ir a iniciar en León una comunidad y desde allí también nos dedicábamos a la difusión. Con el difunto Aurelio García salíamos de propaganda. Estuvimos un mes en Galicia. Y a la vuelta encontramos al padre José Gabriel Galasso, quien me dijo: “Tengo una noticia que no sé si será buena o mala para ti…” Le contesté que ya sabía, que debía irme a Chile, porque supe del regreso desde Chile del hermano Laurentino García. Yo había intuido que ahora me tocaba y se me “cayó la teja” no más (risas).

Y hoy, ¿qué nos puede decir, después de haber aceptado aquella misión en Chile?

–Hno. Pablo Uriarte: Estoy profundamente agradecido a Dios y a la Congregación, y a la Virgen en particular dado que llegué justamente el día del santo nombre de María (12 de septiembre). Cuando recibí el mandato fui a preparar mis documentos a mi pueblo, donde mis padres más bien me alentaron, lo mismo que los demás familiares. Posiblemente no sabían que me iba tan lejos. Yo mismo sólo había escuchado hablar de los minerales de Chile, pero no sabía dónde estaba.

Toda una vida de misionero…

–Hno. Pablo Uriarte: Sí. Recuerdo en una de las vacaciones entre los míos, los paulinos de España me invitaron a quedarme y asumir la librería de Madrid, pero fiel a mis convicciones regresé a Chile. Y aquí estoy.

¿Y ahora qué espera?

–Hno. Pablo Uriarte: Espero que mis huesos descansen en Chile y que se queden aquí hasta el día de la resurrección de los muertos. “Contento, Señor, contento”, como solía decir el padre Alberto Hurtado, muerto veinticinco días antes de mi llegada a esta querida tierra.  

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ZENIT Staff

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