Un mundo sin armas nucleares, la mejor garantía de paz

Intervención de monseñor Mamberti, delegado de la Santa Sede en la Conferencia de la OIEA

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes 24 septiembre 2012 (ZENIT.org).- “La seguridad mundial no puede basarse en las armas nucleares. La Santa Sede considera el Tratado para la Prohibición global de los Experimentos Nucleares (CTBT), una herramienta importante para alcanzar este fin, sin mencionar sus aplicaciones potenciales, civiles y científicas, a través el sistema de Supervisión Internacional”. Lo dijo monseñor Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados y jefe de la delegación de la Santa Sede en la LVI sesión de la Conferencia del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), en su intervención el pasado 17 de septiembre en ese foro que tiene lugar en Viena, Austria, del 17 al 21 de septiembre.

“La Santa Sede –añadió el arzobispo Mamberti–, está convencida de que, trabajando juntos, la firma, la ratificación y la entrada en vigor del Tratado representan una aportación significativa para el futuro de la humanidad, así como para la protección de la tierra y del ambiente que el Creador nos ha confiado”. 

Señaló como importante “la ratificación por parte de todos los países, en particular de las potencias nucleares, de los respectivos protocolos de los Tratados para las zonas libres de armas nucleares es de gran importancia”.

Refirmó el fuerte apoyo de la Santa sede “a los esfuerzos para instituir esas zonas en Oriente Medio” y expresó su confianza en los debates que sobre ese argumento tendrán lugar en Finlandia. “Las zonas libres de armas nucleares son el mejor ejemplo de confianza y afirmación de que la paz y la seguridad son posibles sin la posesión de armas nucleares”, afirmó

Explicó que la seguridad nuclear no atañe sólo alos expertos en energía nuclear “sino a la familia humana en su conjunto”. Lo ocurrido en la planta nuclear de Fukushima-Daiichi reveló con rapidez –subrayó- que “una crisis nuclear local es, de hecho, un problema global”.

También puso de relieve que el mundo está expuesto a peligros reales y sistemáticos, no solo hipotéticos, con costes incalculables y que es necesario poner a punto una coordinación política e internacional, como nunca antes; todo ello plantea numerosas cuestiones”. 

El Programa de Cooperación Técnica de la Agencia es una de las herramientas principales para transferir la ciencia y la tecnología nucleares a los estados miembros para promover un desarrollo social, económico e integral.

Estas iniciativas, “cuando se basan en las necesidades de los estados beneficiarios ayudan a combatir la pobreza y pueden contribuir a soluciones más pacíficas de los graves problemas de la humanidad”, puntualizó el delegado de la Santa Sede. 

En el contexto de este Programa, monseñor Mamberti citó el papel de la radioterapia en el tratamiento del cáncer, observando, sin embargo que “en los países en desarrollo más de la mitad de los pacientes enfermos de cáncer no pueden acceder a esta terapia a causa de la carencia de instrumentos y personal apropiados”, y manifestó el aprecio de la Santa Sede hacia la OIEA por la “planificación y difusión de programas de control del cáncer” animándola proseguir esta actividad.

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ZENIT Staff

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