Y se hizo la luz. O mejor dicho, la opción… Una “opción cívica”, como se llama la lista del ex premier Mario Monti al Senado de Italia, que fuera presentada el viernes luego de una tensa espera. Y no va solo, aglutina entorno a sí a la ex Democracia Cristiana, a un grupo de ex “berlusconianos” que se separaron del expremier en 2010, cuyo líder, Gianfranco Fini, terminó la última legislatura como presidente de la Cámara de Diputados, así como otras fuerzas políticas menores.
Otros que “deberían” apoyar a Monti son los empresarios, así como algunos sindicatos que han soportado de pie las duras medidas “técnicas” aplicadas a la economía del país desde noviembre de 2011, cuando fue convocado el excomisario europeo ante la crisis del gobierno de Berlusconi. La esperanza de Monti estaría también centrada en los católicos –ya el Vaticano auspició su candidatura días atrás a través de L’Osservatore Romano (cf. www.zenit.org/article-43994?l=spanish), dadas sus opciones por la vida, la familia y una sensibilidad social y religiosa en su vida personal.
¿Con el voto católico?
Aunque el voto es libre y a conciencia para todos los cristianos, el protagonismo en escena del ministro Andrea Ricardi, fundador y guía de la Comunidad de San Egidio, podría inclinar la balanza en pos de alcanzar la mayoría que Monti necesita para continuar sus reformas, principalmente de tipo económico, sobre las que pesa una vigilancia estricta de la Banca Europea.
Pero quienes tendrán siempre un ojo abierto sobre las medidas de Monti o de quien gane, es el Episcopado italiano (CEI), que tiene en su actual presidente, el cardenal Angelo Bagnasco, a un portavoz muy requerido por los medios de comunicación.
El también arzobispo de Génova no pierde ocasión para enviar mensajes sobre el ritmo del país, por ejemplo a través de sendos discursos en la apertura de las asambleas y consejos permanentes de la CEI, que captan la atención de la opinión pública, y son apreciados por muchos como valiosas líneas-guía y un termómetro oportuno.
Aunque no se ha conocido una declaración oficial del cardenal Bagnasco sobre la “Opción Cívica” de Monti, fue propicia la ocasión este viernes –durante el intercambio de saludos por el inicio del año con el presidente de la región Liguria–, para sugerir a los gobernantes que ante un repunte económico en el país, sería el momento de “aligerar un poco los impuestos” para no afectar más a las familias.
Porque, según el presidente de la CEI, superada la crisis “estamos llamados a no ver solo las cosas con criterios económicos –que tienen su importancia–, sino dentro de un contexto más amplio de valores morales, de criterios éticos, del interés común”.
Amigos y rivales
Un político que se viene “rearmando” para volver a la arena política, es Silvio Berlusconi, quien aún tendrá que recuperarse de la mala imagen por la caída de su último gobierno, de sus escándalos familiares y financieros, así como del alejamiento de varios de sus correligionarios a fines del 2012. Algunos de estos crearon el movimiento Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia) [nombre inspirado en la letra del himno nacional], ya presentes en la actual contienda electoral.
Otra formación con la que no se pueden ver los berlusconianos –pero se necesitan—, es su exaliada la Lega Norte, un partido con ideas fijas sobre temas económicos y sociales (como la negación de la realidad migrante), y que viene asimilando el golpe dado a su histórico líder Umberto Bossi, acusado meses atrás por actos de corrupción que involucraban a su hijo, a colaboradores cercanos y hasta a funcionarios electos del partido.
Este es parte del panorama de las próximas elecciones en la Bella Italia, que se realizarán el 24 y 25 de febrero, con el fin de elegir a 315 miembros del Senado, así como a los 630 representantes de la Cámara de Diputados. Luego, el presidente de la República hará uso de su mandato constitucional para designar al nuevo Presidente del Consejo de Ministros –o jefe de gobierno–, por cinco años.
Este surge comúnmente del partido más votado, sea por alianzas o no, dado que necesitará gobernar con el apoyo amplio del Parlamento de Italia, ya que los últimos jefes de gobierno han terminado su periodo antes de lo previsto, ante el temido voto di sfiducia, o de desconfianza.