Benedicto XVI escribió su mensaje para la XXI Jornada Mundial de los Enfermos que se celebrará en el Santuario mariano alemán de Altötting, el 11 de febrero, festividad de la Virgen de Lourdes.
El papa en su carta ha invitado a reconocer a Cristo en el rostro de los enfermos, siguiendo la enseñanza de la parábola del buen samaritano, y a serlo junto al otro que está a nuestro lado, lo que vale también para el mismo enfermo, que puede vivir su propia condición en una perspectiva de fe.
Una Jornada que representa para todos los enfermos, agentes sanitarios, fieles cristianos y para todas la personas de buena voluntad, “un momento fuerte de oración, participación y ofrecimiento del sufrimiento para el bien de la Iglesia”, indicó el papa, y citó palabras del beato Juan Pablo II que invitaban a todos a reconocer, “en el rostro del hermano enfermo, el santo rostro de Cristo que, sufriendo, muriendo y resucitando, realizó la salvación de la humanidad”.
“En esta ocasión, me siento especialmente cercano a cada uno de vosotros, queridos enfermos –escribe Benedicto XVI– que en los centros de salud y de asistencia, o también en casa, vivís un difícil momento de prueba a causa de la enfermedad y el sufrimiento.
El santo padre propuso así la figura emblemática del Buen Samaritano, la parábola evangélica narrada por san Lucas «Anda y haz tú lo mismo», en la cual “el Señor nos señala cuál es la actitud que todo discípulo suyo ha de tener hacia los demás”.
El papa precisó: “Esto no sólo vale para los agentes pastorales y sanitarios, sino para todos, también para el mismo enfermo, que puede vivir su propia condición en una perspectiva de fe”. Y a cada uno “a ser el buen samaritano del otro, del que está a nuestro lado”.
Recordó a tantos santos y personas que en la historia de la Iglesia han ayudado a las personas enfermas a valorar el sufrimiento desde el punto de vista humano y espiritual, como santa Teresa del Niño Jesús; la beata Teresa de Calcuta; el venerable Luigi Novarese, que dedicó su vida a acompañar enfermos a Lourdes.
Al concluir su escrito, el santo padre manifiesta su profundo reconocimiento a las instituciones sanitarias católicas y a la misma sociedad civil, a las diócesis, las comunidades cristianas, a las asociaciones de agentes sanitarios y de voluntarios, e imparte “de todo corazón” la Bendición Apostólica.
Leer el mensaje completo en: http://www.zenit.org/article-44080?l=spanish.