Centenares de fieles acompañaron, en diversas localidades de Brasil, entre ellas la urbe de Río de Janeiro, y en otros países americanos, como Managua, Nicaragua, las procesiones con imágenes de san Sebastián, cuya fiesta litúrgica se celebró el pasado domingo 20 de enero.
El santo mártir militar romano, asaeteado por no renegar de su fe cristiana, suscita gran devoción en muchos lugares del continente. La crueldad de su muerte siempre ha inspirado a los maestros de arte sacro en creaciones que muestran al santo flechado con gran realismo, en lo que forma parte de la religiosidad popular.
En medio de la plaza Russel, lugar escenario de la batalla que logró la expulsión de los franceses de Río de Janeiro y en la que Estácio de Sá, militar portugués, y fundador de la ciudad en 1565, fue herido, está el monumento a San Sebastián, patrono de la ciudad, dado que el inicio de la batalla fue en su fiesta.
Paradójicamente, el santo celebrado por el héroe nacional brasileño era de origen galo. Procedente de Narbona y ciudadano de Milán, san Sebastián (Francia, 256-286) fue mártir de la persecución del emperador Diocleciano. Según la tradición, Sebastián era oficial del ejército romano hacia 283 d.C. con la única intención de acompañar y fortalecer a los cristianos a los que veía dudar ante las torturas. Apreciado por los emperadores Maximiliano y Diocleciano, que ignoraban su fe cristiana, lo hicieron capitán de su guardia personal, pretoriana. Hacia 286, su blandura con los presos cristianos llevó al emperador a juzgarlo sumariamente como traidor, ordenando su ejecución asaeteado, imagen que se ha transmitido en la iconografía del santo.
Al parecer, el mártir todavía vivo aunque herido por las flechas fue arrojado al río, y hallado y socorrido por santa Irene. Descubierto y llevado de nuevo ante Diocleciano, este ordenó que fuera apaleado hasta la muerte. Pero aún vivo fue finalmente traspasado por una lanza. El bárbaro modo de ejecución de san Sebastián fue inspiración para el arte cristiano de todos los tiempos.
La procesión de Río de Janeiro salió de la iglesia de los Capuchinos, en Tijuca (zona norte), donde está la imagen del santo que fue llevada a Brasil por Estácio de Sá (1520-1567) para la fundación de la ciudad.
El arzobispo Orani Tempesta y el prefecto, Eduardo Paes, se unieron al cortejo al inicio del mismo. “San Sebastián es una figura de referencia, es un día muy especial para la ciudad”, dijo el prefecto.
Según informan medios locales, bajo un ambiente que alternó la lluvia y el sol, los fieles recorrieron el trayecto de cerca de cuatro kilómetros hasta la catedral metropolitana, en el centro, acompañando a la imagen del patrono y una urna de madera con los restos mortales de la niña Odetinha.
La procesión llegó a la catedral a las 18 horas y allí fue celebrada la misa del encerramiento de la Trezena de São Sebastião y también del reconocimiento canónico del cuerpo de la sierva de Dios Odette –cariñosamente llamada con el diminutivo Odetinha–, hablaremos en un próximo artículo de esta niña que bien podría ser patrona de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, ya que de ser beatificada sería la primera santa nacida en la gran urbe brasileña.
Procesión de san Sebastián en Managua
Por otra parte, en Managua, Nicaragua, el arzobispo Leopoldo José Brenes presidió la Santa Misa en ocasión de las fiestas patronales en honor a san Sebastián, en la ciudad de Diriamba, donde centenares de feligreses devotos participaron de estas fiestas.
En su homilía, monseñor Brenes destacó la importancia de encontrar a través de la fe de san Sebastián el encuentro personal con Jesucristo que cada uno debe tener. Ya que san Sebastián dio testimonio de su amor a Jesucristo y puso primeramente su fe y su obediencia a Dios.
“Hoy tenemos que ver a quién estamos sirviendo, a quién estamos poniendo en primer lugar en nuestras vidas, que esta Eucaristía y la fiesta de san Sebastián nos cuestionen. Que hoy podamos cuestionarnos en este Año de la Fe, que el santo padre ha querido proponernos, ¿en qué y en quién estamos poniendo nuestra fe? Ya que el hombre y la mujer de fe hemos recibido la gracia de la fe al momento de nuestro bautismo, esa fe que nos lleva a amar inmensamente a Jesús, la fe que nos lleva a poner en primer lugar a la persona de Jesús”.
En el Año de la Fe, ponerla sólo en Jesús
“Al celebrar esta fiesta de san Sebastián en este año de la fe –añadió el prelado- es un gran reto el que tenemos, valorar cómo tenemos nuestra fe, porque así como está nuestra fe, así está nuestra fe en Jesucristo. San Sebastián dio testimonio de su fe al ofrendar su vida a Jesús”.
“Hoy nosotros tenemos muchos retos que nos pueden apartar del Señor, cuando buscamos caprichos personales o acciones personales y en el nombre del Señor decimos que lo estamos haciendo bien, tenemos que ser como san Sebastián que hasta derramó su sangre por Jesús, ya que le amaba y daba testimonio de la persona de Jesús. Creo que para san Sebastián sería triste que nos olvidemos de Jesucristo. Recordemos que los santos son los hombres que nos indican el camino de Jesús, son un puente para llegar a Jesús. El mundo nos ofrece una felicidad transitoria, mientras que Jesucristo nos ofrece una felicidad eterna y eso es lo que nosotros debemos buscar a través de la fe”, subrayó el arzobispo de Managua.