Impresionados por el incendio que mató al menos a 231 personas y dejó al menos un centenar de heridos en boite Kiss, en la ciudad gaucha de Santa Maria, familiares y amigos de los muertos en la tragedia pasaron la madrugada del domingo al lunes velando los cuerpos.
Los ataúdes permanecieron hasta la mañana en el Centro Deportivo Municipal, donde los cuerpos estaban siendo identificados. Durante el día, familiares y amigos, además de quinientos voluntarios, entre ellos médicos, psicólogos, así como policías, militares, religiosos y periodistas permanecieron en el gimnasio.
Buena parte de los 261.000 habitantes de Santa Maria acudieron a estas instalaciones para mostrar su apoyo a las famílias de las víctimas.
“Sabemos que podía haber sido cualquiera de nosotros. No hay una persona que no esté estremecida en Santa Maria. Fue una cosa grave, sin explicación”, dijo a los medios el médico Cléber Lotes, que trabaja como voluntario para atender a los parientes de posibles ataques de ansiedad o de otros efectos del terrible choque.
La ciudad está movilizada
Radio Vaticano contactó al arzobispo de Santa Maria Hélio Rubert, que quiso transmitir una palabra de consuelo a los familiares y amigos de los jóvenes que perdieron la vida en la tragedia.
“Hoy en Santa Maria había un ambiente de guerra, se puede decir. Fue muy grande la consternación, la movilización y la actividad en todos los lugares de la ciudad. Hoy ya está todo un poco más calmo.
Queremos decir a nuestro pueblo que tenga calma y mucha esperanza. Sabemos que nuestra patria definitiva no es esta tierra; aquí estamos caminando unidos. Procurando vivir la paz, el amor, la benevolencia entre nosotros, siempre con la mirada vuelta al cielo, el mañana que nos aguarda y que es nuestra patria definitiva”.
“Esta fatalidad, o tragedia, nos conmovió profundamente a todos, especialmente a las famílias, a los amigos, a las personas relacionadas con tantos jóvenes que en la flor de la juventud fueron cogidos para otra vida. Ahora no es el momento de condenarnmos, juzgarnos, sino que es el momento de la oración, reflexión, mirar hacia adelante con esperanza y aprenedr muchas lecciones de este suceso, que consternó –podemos decir– a la humanidad, visto que la notícia está en todo el mundo. El episodio nos hace reflexionar, en este Año de la Juventud, cómo estamos trabajando con nuestros jóvenes en las familias, en las escuelas y en la sociedad; que precisamos ayudar a nuestros jóvenes a buscar realmente los valores consistentes y que construyen a la persna humana en su integridad”.
“Vamos a celebrar a las 9h en Santa Maria, una Misa a nivel nacional, transmitida por la Rede Vida, en la Basílica de Nuestra Señora Mediadora de todas las Gracias, para todo Brasil. Ponemos todas las iglesias de Santa Maria a disposición para velorios, para oración, en este momento que debe ser de fe y esperanza para todos nosotros. Estamos viviendo en medio de un inmenso sufrimiento, pero com gran esperanza. El Señor Jesú es la respuesta a todos las ansias y nos abre la perspectiva de la eternidad, de una vida feliz en Dios, para quien coloca a Dios como todo en su vida y procura los valores del Evangelio”.
¡Estamos todos atónitos!
La Comisión de Juventud de la Conferencia Episcopal de Brasil (CNBB) manifestó también su solidaridad a los familiares y víctimas. Hoy hizo público un comunicado, dirigido al obispo de Santa María, a las familias «que lloran a los hijos muertos en la tragedia, a los jóvenes que creen en la vida y sueñan con la felicidad».
«¡Estamos todos atónitos! Sentimientos de dolor e impotencia se mezclan y nos dejan confusos! Justamente en el año en el que la lesia de Brasil celebra a la Juventud, como foco de sus atenciones con diversos acontecimientos en su favor, presenciamos esta tragedia.
Nosotros, quienes formamos la Comisión Episcopal Pastoral para la Juventud de la CNBB, queremos decir que estamos con ustedes en esta hora en que todo parece perder sentido y la realidad sólo nos muestra muerte y sufrimiento. No tenemos palabras humanas de consuelo; pero nuestras convicciones de fe deben encontrar espacio especial en este momento para continuar sustentando camino. Es el mismo Jesús quien nos lo dice: ‘No se turbe vuestro corazón. Tenéis fe en Dios, tened fe también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas […] Voy a preparar un lugar para vosotros […] para que donde yo esté, estéis también vosotros’ (Juan 14, 1-3).
Hace pocas semanas la juventud de Santa Maria acogió con entusiasmo y fe la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud: nadie podía imaginar que poco tiempo después ustedes –¡y todos nosotros en Brasil!– estaríamos viviendo esta incomprensíble experiencia de dolor. Sí, la muerte es y permanece un mistério, sobre todo cuando atañe a los proyectos y sueños de tantos jóvenes, a quienes la Iglesia se ha dedicado con tanto esmero.
Esforcémonos por colocar esta cruz en la Cruz de Cristo, y surgirá vida nueva, garantizada por Aquél que no nos abandonó, ¡principalmente en el momento del misterio del sufrimiento y de la muerte! ¡Y contemplemos a los pies de aquella Sagrada Cruz la presencia consoladora de su Madre, Santa Maria! ¡No es por menos que el papa Juan Pablo II quiso que el icono de Nuestra Señora acompañara a la Cruz peregrina de la Jornada Mundial de la Juventud! María, que conoce el dolor de la pérdida de un hijo, consuele a todas las famílias que acaban de perder a sus hijos e hijas.
Rezamos por ustedes y con ustedes para poder afrontar y superar este momento. Que este acontecimiento provoque, también, ee toda la sociedad y en la Iglesia un serio cuestionamiento sobre si realmente, estamos creyendo en la juventud, apostando por ella y defendiendo su vida. Proyectos pastorales, políticas públicas, iniciativas populares necesitan estar más dirigidas a las nuevas generaciones. Proteger y defender la vida siempre, en cualquier lugar y testimoniar la fe: “Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá” (Juan 11,25).
Por su parte, el cardenal Raymundo Damasceno Assis, presidente de la Conferencia Nacional de los Obispos do Brasil (CNBB), se unió al arzobispo de Santa Maria (RS), don Hélio Adelar Rupert en su pésame a las familias, víctimas y ciudadanos de Santa Maria, que han reaccionado ejemplarmente.
Es muy probable que, entre estos estudiantes universitarios fallecidos hubiera muchos que tenían pensado participar en la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro este verano, teníendola allí mismo.
El héroe militar
Entre las muchas anécdotas de comportamientos heroicos que surgirán estos días, los medios destacan hoy la actuación del soldado Leonardo de Lima Machado, que murió en la madrugada del domingo tratando de salvar a otras víctimas. Fue enterrado hoy con honores militares.
Machado, de 26 años, consiguió escapar con vida de las llamas pero volvió a entrar dos veces en el local y en la segunda, quedó atrapado y falleció junto a otras 230 personas. «Sacó a su novia, la dejó en la acera de enfrente y volvió a entrar para ayudar a otros», explicó a los medios el cabo Gilmar Geison Buscher, su compañero en el primer regimiento de carros de combate del Ejército.
Buscher describió a Machado como «un ejemplar profesional y un tipo excelente», mientras que varios de sus colegas agregaron que era ante todo «un camarada».
Fue enterrado en presencia de decenas de familiares, amigos y colegas del Ejército, que le rindieron honores castrenses en el Cementerio Municipal de Santa María. Los militares recibieron el féretro, cubierto con una bandera de Brasil, con tres salvas de tiros de fusil al suelo y toques fúnebres de corneta. Además del soldado héroe, otros siete militares perecieron en el siniestro.
A primera hora de ho
y, el Ejército envió a un pelotón de soldados con escobas y cepillos para hacer una limpieza general en el Cementerio Municipal, en el que recibirán sepultura cerca de cuarenta de las víctimas del incendio.
Pérdidas incomprensibles, como es difícil de digerir lo que ocasiona el error, la estupidez o la codicia humana, como la de los propietarios de un local –ya detenidos- que, como sucedió en la tragedia del Madrid Arena de Madrid, no cumplían con las normas de seguridad, tenían la licencia caducada, e impidieron, en pleno incendio, la salida de la gente despavorida ¡para que pagara antes de salir!.
La cruz de la JMJ se adelantó en su peregrinación por el país, deteniéndose en las casas de muchas familias brasileñas de repente, sin previo aviso. Es de admirar la prontitud, generosidad, reflejos con que la Iglesia en Brasil y los voluntarios han sabido responder a la tragedia, cancelando un festejo y sustituyéndolo por una celebración multitudinaria de la eucaristia por el eterno descanso de estas personas. Unas semillas, unas vidas enterradas en plena juventud, que florecerán este verano, seguramente.