El pasado 11 de abril se clausuró en la Ciudad del Vaticano el Simposio Internacional «Evangélicos, pentecostales y carismáticos. Los nuevos movimientos religiosos, un desafío para la Iglesia católica», organizado por la Conferencia Episcopal Alemana. En el evento, que contó con la presencia del cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, participaron teólogos, pastoralistas y sociólogos del mundo entero.
Entre los asistentes estuvieron monseñor Norberto Strotmann MSC, obispo de Chosica (Perú) y presidente de la Comisión para la Doctrina de la Fe del Episcopado peruano, así como el doctor José Luis Pérez Guadalupe, fundador de la pastoral social de la misma Diócesis y experto en nuevos movimientos religiosos y en pastoral carcelaria.
Ofrecemos a nuestros lectores la segunda parte de la entrevista que hizo ZENIT.
¿Es acaso un atractivo para los que dejan la Iglesia, el poder vivir la fe sin mayores obligaciones?
–José L. Pérez: Lo que pasa es que hace cincuenta años, no solo cambia el monopolio que la Iglesia católica tenía sobre la religiosidad en América Latina, sino también cambia el eje central de la decisión de la religiosidad. Antes, la institución determinaba lo que debía creer cada uno. Hoy es uno el que decide en qué creer y dónde participar. Incluso en la Iglesia católica, tu decides a qué parroquia vas, que ya no es la que «te toca», sino que tú eliges. En tal elección, habría que presentar alternativas desde la riqueza de la Iglesia que es la pluralidad, la unidad en la pluralidad, y no unicidad.
Las cosas cambian, ¿no?
–José L. Pérez: Creo que es importante replantear el tema porque desde hace cincuenta años venimos haciendo el análisis académico de cómo crecen los pentecostales. Pero en el fondo, lo que hay es un reto pastoral. Por ejemplo, en América Latina, la gran mayoría si no la totalidad de los hoy pentecostales evangélicos y neopentecostales llamados carismáticos, han sido católicos. Ese es el reto pastoral. Lo que me alegra, a diferencia de hace veinte años cuando planteaba mis primeros escritos, es que ahora sí hay conciencia de la realidad. Lo que antes se quería negar era que fuesen interlocutores válidos, grupos religiosos válidos y se les llamaban sectas, como si les lavaran el cerebro a los que se iban, unos ignorantes que iban a volver. Después de más de veinte años seguimos esperando que vuelvan…
Cumplen un rol, ¿acaso?
–José L. Pérez: Hay razones por las que se van, pero tambien el por qué se quedan. En el Perú hablamos de que hace 22 años estos grupos eran el 5%, ahora son un 15%. Y los que se salen de allí no van a ningun lado. Hoy veo un flujo religioso que consiste en ya no ser evangélico, sino ser «cristiano». Y allí se diluyen las identidades religiosas. La metodología era antes Igle-crecimiento, el cómo hacer crecer las Iglesias. Ahora no es el tema número, sino la estrategia es llegar a los grupos de incidencia. Por ejemplo, van a la gente de televisión o futbolistas, que tienen llegada y buscan eso; o con politicos, congresistas, gente con opinión. El tema ahora es decir que soy cristiano. El católico dice que también es cristiano y entonces no hay diferencia…, es una nueva manera que tienen de alcanzar a la gente.
También dan otras razones…
–Mons. Strotmann: Por si a nivel de Iglesia y la teología no se han dado cuenta, es gente en un proceso de reorientación en la vida como tal. Han dejado al estrato mayoritario en América Latina solos, en un cambio de vida muy profundo.
¿Quiénes los han dejado solos…?
–Mons. Strotmann: Todos, no solo la política. Si vemos el fenomeno de las barriadas en Lima o en el Perú, dime un solo caso en que hubo una planificación a mediano o largo plazo para incorporar a toda esta gente. Las barriadas es solo una incorporación de asientos (asentamientos humanos ndr), y la Iglesia católica no podía con la poca gente que tenía. Por ejemplo, a nivel de los evangélicos, en un distrito limeño como San Juan de Lurigancho, el pastor o pastora tiene de 500 a 800 personas como feligresía. En cambio los presbíteros de mi Diócesis tienen 15.000 personas, por lo que es imposible tener alguna relación. Todo lo que excede a dos mil personas es imposible de llegar, por lo que casi no hay posibilidad para la Iglesia. Las cargas para un mínimo de personal se han aumentado de forma inaguantable, y todavía como Iglesia no hemos sabido llenar este distanciamiento con una sana colaboración auténtica y responsable del laicado.
<strong>¿El tema moral sigue sigue siendo una causa del alejamiento?
–José L. Pérez: Si se reduce el cristianismo a un tema netamente de moral y moral sexual, sí. Pero eso es una distorsión del mensaje cristiano. Y a veces se dice que a esos grupos es más facil entrar y no creo que sea más facil. Si tú ves a gente que siendo católica era borracha, le pegaba a su mujer o tenía varias mujeres, y de repente los ves entrando a esos grupos y se vuelven personas trabajadoras, que dejan el alcohol y reforman su vida, entonces siguen una línea que es la experiencia de la mayoría de los que estan allí. No se puede decir que en esos grupos tienen la puerta más ancha que la nuestra…
¿En qué sectores se da esto?
–José L. Pérez: Lo que constatamos empíricamente es que en los años cincuenta del siglo pasado, los grupos evangélicos estaban reducidos a grupos minoritarios de provincia y de clases bajas. Sesenta años después esto ya no es así. Hoy tenemos grupos neopentecostales o llamados carismáticos (no confundir con el movimiento de los carismáticos católicos), en la clase media y alta, con profesionales y políticos. Hay un cambio en el perfil del evangélico y del pentecostal. Tenemos un caso como el Brasil, donde solo el 64% se dice católico, y tenemos entre el 20 y el 24% que se dice evangélico. Si el 43% de los católicos del mundo viven en América Latina, entonces por cada dos puntos porcentuales de pérdida del catolicismo en América Latina, va a haber un punto porcentual de pérdida del catolicismo a nivel mundial.
¿Qué otras tendencias se ven?
–José L. Pérez: El segundo grupo de mayor crecimiento en América Latina son los que ya no creen en nada. Entonces allí habría que apuntar nuestra mirada pastoral. No tanto ver si nos quitamos entre nosotros la gente…, sino más bien ver que en América Latina la gente cree menos en la Iglesia y en las Iglesias. No es un secularismo como el europeo, sino es una particular pérdida de la religiosidad de los latinoamericanos.
¿Se lleva algo más del Encuentro…?
–Mons. Strotmann: Uno de los grandes aportes de este Encuentro, es la oferta de Asia. Sería interesante dar espacios más claros para esta forma de autoexpresion religiosa. En Filipinas, de lo que son los nuevos movimientos religiosos, dos tercios son de la Iglesia católica. Nosotros venimos desde unas teologías europeas modificadas en los últimos cincuenta años, pero lo que no hay es una presentacion holística de la fe. Cuando yo llegué al Perú, dos tercios de los curas eran extranjeros. A veces somos cerebrales, pero la comunicación en América Latina es otra cosa.
Es diferente, ¿verdad?
–Mons. Strotmann: No hay la sensibilidad como Iglesia, de que la comunicación latina es mucho más emocional, afectiva. Lo que puede aprender la Iglesia es la forma en que se representa allí la fe: de una forma sencilla y con una verdad que pega y que trae alegría y no una pesadilla que me mata… Se podría repensar el escenario de manera global, para subrayar dos perspectivas: preguntar si no debemos dejar espacios para una mayor autoexpresión de la fe como vemos en los nuevos movimientos. Y por otro lado, ¿nuestra presen
tación de la fe es adecuada a nuestro continente y su psicología? ¿Tenemos medios para hacerlo? Los nuevos movimientos religiosos lo hacen con todos los medios, ¿acaso en la Iglesia católica los hay?
¿Tiene esperanza en la Nueva evangelización?
–Mons. Strotmann: Permítame decir con la misma dureza como escribí el artículo «Y después de Aparecida, ¿qué?», que necesitamos en la Iglesia más sencillez, mayor interés por la verdad y gozar aún de la belleza que somos. Sí veo esperanza en la Nueva evangelizacion y tengo esperanza en el nuevo papa. Durante este evento que terminó aquí, cité que en el Sínodo de los obispos de 1974 se habló de la evangelización en el mundo actual, y el año pasado fue el mismo tema… Mi pregunta ante la asamblea fue ¿a qué se debe que estos instrumentos no cambien? ¿Por qué aparecen como un ritual y por qué estos eventos no tienen cabida en los medios?
¿Qué hacer…?
–Mons. Strotmann: Lo que necesitamos en la Iglesia son dos páginas sobre lo que queremos en el futuro. No se debe reproducir la Iglesia como siempre ha existido, sino con la valentía de dar una auténtica respuesta a la gente, por quienes existe la Iglesia. Porque la razón de la existencia de la Iglesia no es la jerarquía, sino la gente. Cuidado, que un cambio no viene de la noche a la mañana, pero si no se mueve algo pronto en América Latina, la pérdida del catolicismo mundial puede ser considerable.
Continuará…
Para leer la primera parte de la entrevista aquí.