La mañana de la tercera jornada de la 36ª Asamblea Nacional de la Renovación Carismática Católica ha estado dedicada a la Difusión de la Espiritualidad Carismática para una Nueva Evangelización acompañada de una oración que se ha dedicado a la invocación al Espíritu sobre las Iglesias perseguidas y sus perseguidores. Sor Paola, una religiosa invitada a este encuentro, ha compartido con los asistentes su emotivo testimonio personal traído directamente desde Siria. En primera persona ha explicado cómo se están viviendo, concretamente en Aleppo, en estos momentos tan difíciles de violencia y cómo la fe y la esperanza en Dios está siendo un apoyo importante en estos meses de sufrimiento y angustia. Ha mencionado además, que el movimiento de la RCC está presente en Aleppo desde hace algunos años y cuenta con unas 100 personas.
Ha contado que desde el comienzo de la primavera árabe, el 15 de marzo de 2011, sintieron abrirse el ánimo con la esperanza y el deseo de que esta «Tierra Santa» no fuese tocada por la destrucción y la sangre inocente. Al comenzar la primavera árabe, la ciudad de Aleppo se mantenía tranquila y la vida continuaba con normalidad.
Durante los primeros meses, en las visitas que realizaban a las familias y los distintos encuentros que podían realizar, veían a las personas con un sentimiento de miedo y angustia al escuchar las noticias de lo que sucedía en Damasco, capital de Siria, y en otros pueblo y ciudades cercanas. Además reconoce que se vivía en el miedo por lo que podría suceder también en Damasco. Muchas familias comenzaron abandonando el país, se iban a Líbano o América esperando encontrar seguridad y trabajo, ha explicado.
A finales del 2012 llega la primavera árabe a Aleppo, ha recordado; por eso muchas familias comenzaron a trasladarse de unos barrios a otros para refugiarse de las zonas afectadas.
En las visitas a las familias realizadas en este periodo y en el encuentro personal con los que sufren han podido experimentar la serenidad, la gran confianza en el Señor y en su Providencia, la mayor unidad y comunión entre las familias que se apoyan entre ellas compartiendo el pan, el agua, la línea de teléfono, el gasóleo, es decir, todo lo que necesitan.
A nivel de Iglesia es maravilloso también lo que se está realizando: la presencia generosa y valiente de los padres franciscanos y de las religiosas en los pueblos donde permanecen, aún con peligro, para así apoyar a las familias cristinas y no cristianas. Por otro lado, ha afirmado la religiosa que se nota y se vive la unidad entre las Iglesias de diferentes ritos y confesiones. De tal forma que el 9 de febrero pasado se organizó una oración ecuménica.
Sabiendo que estamos viviendo en este Año de la Fe, a pesar de la que situación es difícil y peligrosa, el 1 de marzo se organizó también un encuentro para todos los grupos de jóvenes de Aleppo, de 18 a 30 años. Estuvieron presentes 1200 jóvenes que en el compartir la Palabra y la Adoración Eucarística, encontraron la fuerza para repetir desde lo profundo del corazón «Contigo no tengo miedo».
No menos importante que la ayuda espiritual, está el apoyo económico y material. La hermana ha recordado que con Benedicto XVI a través del Cor Unum se donó en abril de 2012, 100 mil dólares y en noviembre junto con los padres del Sínodo, 1 millón de dólares. Del mismo modo, la labor de Cáritas en Aleppo es de gran importancia ya que ayuda a 1300 familias de 4-5 miembros. También los padres jesuitas ofrecen al día 1600 comidas a familias necesitadas. Cada vicariato y cada parroquia en Aleppo cuida a sus familias y les ofrece con generosidad lo que necesitan de comida, vestido y les ayudan a buscar trabajo.
Para finalizar su testimonio ha insistido en que «nuestros hermanos de Siria, especialmente en Aleppo, continúan reviviendo la esperanza cristiana y testimoniando la fe en la fuerza de la Resurrección de Cristo, aunque si en lo profundo de corazón y alrededor se ve oscuridad y tinieblas». Y ha invitado a todos los presentes a unirse en la oración por Siria, por las víctimas y las familias.