La libertad religiosa es un derecho humano fundamental

Intervención del secretario del Consejo Pontificio por la Cultura y por la Paz en la Organización por la Seguridad y la Cooperación en Europa

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Monseñor Mario Toso SDB, secretario del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz, participó en la conferencia celebrada en Tirana (Albania) sobre tolerancia y no discriminación el pasado 21 de mayo. La conferencia, que también se centró en la educación de los jóvenes en la tolerancia y en la discriminación en el contexto de los derechos humanos estaba promovida por la Organización por la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). En la segunda sesión plenaria se abordó el tema de la intolerancia y la lucha contra la discriminación de los cristianos y miembros de otras religiones.

Monseñor Toso comenzó señalando que «lamentablemente, en diferentes países del área de laOSCE los episodios de intolerancia y de discriminación en las relaciones con los cristianos no sólo no han disminuido si no que en realidad han aumentado, a pesar de los numerosos encuentros y las conferencias sobre el tema».

Recordando que este año se celebra el 1700º aniversario del Edicto de Milán dijo que «está entre los documentos relacionados con la libertad de religión más importantes de la historia. Con tal decreto se puso fin a la persecución de los cristianos, el cristianismo fue legalizado y la libertad religiosa fue concedida y garantizada en todo el Imperio Romano». Y por eso disgusta «observar que en todo el área de la OSCE se haya diseñado un línea divisoria entre la creencia religiosa y la práctica religiosa». A este hecho se ha referido como «una distorsión deliberada y una limitación hacia el significado de la libertad de religión».

A continuación señaló dos ámbitos particularmente importantes donde surge de forma evidente la intolerancia hacia los cristianos. Por un lado, «la intolerancia en lo relacionado con el discurso cristiano». El prelado afirmó que en los últimos años se ha verificado un aumento significativo de episodios en los que los cristianos han sido arrestados e incluso perseguidos por expresarse sobre cuestiones cristianas. El segundo ámbito, sin embargo, es el de la conciencia cristiana, especialmente en el puesto de trabajo. Respecto a esto, explicó que «en toda Europa se han vivido numerosos casos de cristianos alejados del lugar del trabajo sólo porque han buscado comportarse según la propia conciencia».

Por estas razones, recordó que los estados participantes de la OSCE «deben por tanto garantizar que se ponga fin a la intolerancia y a la discriminación contra los cristianos, permitiéndoles hablar libremente de cuestiones que el gobierno u otros podrían considerar desagradables, o de actuar según la propia conciencia sobre el puesto de trabajo y en otros lugares».

También llamó la atención sobre el «vandalismo difundido, que tiene por objetivo iglesias y cementerios cristianos». «Estos episodios –continuó- no son actos inocentes realizados por adolescentes irresponsables o por personas con problemas mentales, como se dice a menudo, sino más bien el resultado de un plan premeditado, y por tanto son un claro mensaje de odio y un crimen de odio contra los cristianos».

Llegando al final de su discurso mencionó que «negar a un argumento moral, basado en la religión, un lugar en la plaza pública es un acto de intolerancia y es antidemocrático». Y añadió que «el derecho de creer en Dios y de practicar un credo determinado es un derecho humano fundamental».

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ZENIT Staff

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