En Siria ha sido difundida a través de las redes sociales la fatwa emitida por Yasir al-Ajlawni, un jeque salafista de origen jordano, residente en Damasco, que declaró legal para los opositores al régimen de Bashar al-Assad la violación cometida contra “cualquier mujer siria no sunnita”. Según esta fatwa capturar y violar a las mujeres Alawitas o cristianas no es contrario a los preceptos del Islam.
Lo indicó agencia de noticias FIDES que reporta la historia que le fue enviada por dos sacerdotes católicos que demuestra la extrema vulnerabilidad de las minorías religiosas.
Su nombre era Mariam, tenia 15 años de edad, era una cristiana de Qusair, ciudad del gobernatorado de Homs, a 35 km al sur de la capital. La ciudad, que se había convertido en un bastión de los rebeldes sirios y que fue reconquistada por las tropas del ejército regular a principios de junio.
La familia de Mariam estaba en la ciudad cuando milicianos vinculados al grupo yihadista “Jabhat al-Nusra” la conquistaron y ocuparon. Su familia pudo escapar, pero Mariam fue tomada y obligada a contraer un matrimonio islámico. El comandante del batallón “Jabhat al-Nusra” en Qusair capturo a Mariam, se casó con ella y la violento. Luego la repudió. Al día siguiente, la joven se vio obligada a casarse con otro militante islámico. Este también la violento y luego la repudió. La misma dinámica se repitió durante 15 días, y Mariam fue violada por 15 hombres diferentes. Esto la desestabilizó psicológicamente y fue clasificada como demente. Al ser mentalmente inestable, por último fue asesinada.
“Estas atrocidades no las refiere ninguna Comisión Internacional” dicen a Fides dos sacerdotes greco-católicos, el p. Issam y el p. Elías que acaban de regresar a la ciudad. Los dos están recogiendo el llanto y el grito de muchas familias. “¿Quién va a hacer algo para proteger a los civiles, los más vulnerables?” se preguntan desconsolados. Según lo informado a la Agencia Fides, los dos sacerdotes acaban de celebrar una misa para consagrar de nuevo la iglesia católica de San Elías en Qusair. La iglesia fue saqueada y profanada por la guerrilla, y se había convertido en la base para la logística y los grupos rebeldes.