El rabino Abraham Skorka realizó este jueves por la noche en el aula magna de la Pontificia Universidad Gregoriana una conferencia seguida de un diálogo abierto con el público que planteó sus preguntas.
La intervención fue el mismo día en que el papa Francisco le concedió una audiencia privada en Santa Marta, junto a otros exponentes de la Comunidad Judía en Argentina.
El tema fue “El diálogo judío-católico cincuenta años después de ‘Nostra Aetate’. Una perspectiva latinoamericana”. La conferencia en español con traducción simultanea en italiano e inglés fue introducida por el cardenal Kurt Koch, presidente de la Pontificia Comisión para las Relaciones con el Judaísmo.
El rabino Skorka es el rector del Seminario Rabínico Latinoamericano de Buenos Aires y co-autor con el papa Francisco del libro “El Cielo y la Tierra” fruto de coloquios espirituales sobre temas fundamentales de la vida humana y la posibilidad de una ética compartida.
Skorka subrayó la importancia del documento ‘Nostra Aetate’ pues impulsó el diálogo entre judíos y cristianos. “En los umbrales del medio siglo desde aquel 28 de octubre de 1965 en la que se aprobó la declaración Nostra Aetate, se puede observar un largo camino labrado con esfuerzo, dedicación y emoción espiritual, en el mundo y especialmente en Latinoamérica, de donde fue electo el papa en un momento dramático para la historia, como él mismo lo ha definido”.
Y concluyó que “hay un hilo muy fino que se extiende desde Juan XXIII; pasa por el cardenal Vera, por el rabino Mayer, (…) tantos y tantos más, hasta el hoy papa Francisco, junto aquellos que se encuentran a su lado comprometidos a cambiar algo en la realidad humana”, o por lo menos dijo que quieren “dejar una huella en el intento que pueda ser recogido siempre por otros hasta que el sueño de los profetas pueda tornarse en luminosa realidad”.
El rector del seminario rabínico recordó poco antes buena parte del itinerario desenvuelto. En 1967 se funda el Instituto superior de asuntos religiosos, con antecedentes en 1965 sobre temas de teología hebrea. Le siguen algunos encuentros a nivel mundial, el primero en 1968 con la presencia del cardenal Antonio Quarrachino, del cardenal Silva Henriquez, y del obispo auxiliar Castro Pinto. Con una importante intervención del hoy cardenal Jorge Mejía “que realizó una labor con mayúscula en el diálogo interreligioso” y de diversos rabinos de Venezuela, Argentina, Estados Unidos, etc.
Un diálogo religioso, recordó que “no es un fin en sí mismo”, que debe remediar situaciones creadas para ser fieles a la voluntad de Dios, excluyendo todo propósito oculto o implícito de proselitismo. Otro elemento que se entendió, dijo, es que el diálogo debía ser sin espíritu de disputa: “Que el cristiano sepa por qué yo soy judío y por qué él es cristiano”.
Recordó el nacimiento del fundamentalismo religioso y los esfuerzos de Juan Pablo II para tratar de derribar las barreras del desencuentro. Un diálogo que en América Latina y Argentina avanza desde el final de la década del 90 y en el 2000, con gran cantidad de libros que se publican, como ‘Todos los Caminos conducen a Jerusalén y también a Roma’; ‘Dos caminos, una redención’, y “hasta el libro que hemos realizado con Bergoglio, hoy papa Francisco ‘Sobre el cielo y la tierra’”, entre otros.
Recordó la época del terrorismo que hizo estragos en Israel y se criticó a los fundamentalistas, se subrayó el derecho de existir a Israel, como el derecho de los palestinos a tener su propio Estado.
De los atentados de 1992 contra la embajada de Israel en Buenos Aires y en 1994 contra la mutual judía AMIA. Un itinerario recorrido que incluso llegó a realizar 31 programas televisivos conjunto sobre la Biblia.
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