Sin la ayuda del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Rama, una niña a la que la guerra de Siria obligó a huir de su hogar, no habría podido ser vacunada contra la polio. Yafara, una refugiada centroafricana, no habría podido vacunar a su hija contra el sarampión. Gwendolyn, que nació una semana después de que el tifón Haiyán arrasara la ciudad filipina de Tacloban, no habría sobrevivido. Y Dieu-Donné, un pequeño centroafricano de 19 meses, seguiría desnutrido y sin levantar un palmo del suelo.
Rama, Yafara, Gwendolyn, Ahmed y Dieu- Donné ponen de relieve la situación de millones de niños en todo el mundo, que requieren del apoyo de países y de organizaciones internacionales para cubrir sus necesidades más básicas. La guerra de Siria ha disparado las necesidades de la organización para atender a la infancia. Los ingresos para la crisis siria representaron el 40 por ciento de las contribuciones en 2013.
Unicef ha presentado este viernes su informe ‘Acción humanitaria para la infancia 2014’, el mayor llamamiento de ayuda mundial de la historia de esta organización, en el que destaca los retos a los que se enfrentan, los niños en situaciones humanitarias, el apoyo que se requiere para ayudarles a sobrevivir y prosperar y los resultados que son posibles incluso en las circunstancias más difíciles.
Este organismo de Naciones Unidas calcula que necesita 2.162 millones de dólares (unos 1.573 millones de euros) para atender a 85 millones de personas, 59 millones de niños, de 50 países.
«Los niños son siempre el grupo más vulnerable en las situaciones de emergencia, y hacen frente a unos riesgos elevados derivados de la violencia, la explotación, la enfermedad y el abandono», afirma Ted Chaiban, director de Programas de Emergencia de Unicef, que añade que cuando se dispone de apoyo se pueden cambiar las vidas de los menores.
Chaiban, que acaba de regresar de Sudán del Sur, alerta de que desde que estalló el conflicto el pasado mes de diciembre en el país africano, más de 400.000 niños y sus familias se han visto obligadas a abandonar sus viviendas y alrededor de 3,2 millones de personas necesitan asistencia humanitaria.
«La temporada de lluvias se acerca y es preciso tener suministros preparados y reforzar los servicios esenciales», advierte. «Si queremos evitar una catástrofe, necesitamos fondos urgentes», añade.
El director de emergencias de la agencia señala también que no sólo están en esta situación los niños en conflictos armados, como ocurre en República Centroafricana o en Siria. «Aunque los titulares de hoy se centran en estas crisis complejas y con escasa financiación, otras muchas situaciones desesperadas requieren también fondos inmediatos y asistencia humanitaria urgente», indica.
En esta situación se encuentran, entre otros, los niños de Afganistán, Colombia, Birmania, República Democrática del Congo, Somalia y Yemen.
Los 1.573 millones de euros que componen el llamamiento de Unicef para este año se destinarán principalmente al sector de agua, saneamiento e higiene (28 por ciento), seguido de nutrición (20 por ciento), educación (19 por ciento), protección infantil (10 por ciento) y salud (9 por ciento).
Concretamente, la agencia y sus aliados intentarán ofrecer agua potable a 23 millones de niños para beber, cocinar y su higiene personal (agua, saneamiento e higiene); tratar a 2,7 millones de niños contra la desnutrición aguda grave (nutrición); que 6,9 millones de menores vayan a la escuela (educación); ofrecer apoyo psicológico a 2 millones de niños (protección infantil), y vacunar a 19 millones de menores contra el sarampión (salud).
El director ejecutivo de Unicef, Anthony Lake, señala en el prólogo del citado documento que la acción humanitaria es “más importante que nunca” para esta organización. “La acción humanitaria efectiva requiere no sólo cubrir hoy las necesidades inmediatas de las personas, sino también el fortalecimiento de sus habilidades para enfrentarse a futuros desastres y la inversión en la infancia para que tengan una mayor capacidad de resistencia”, explica.
Además, Lake recalca que Unicef está revisando “a fondo” su papel en la acción humanitaria para afrontar los nuevos retos. “No estamos ofreciendo caridad a los niños. Estamos a su lado dándoles apoyo en su valiente lucha para que, un día, puedan convertirse en adultos fuertes, saludables y con educación, que puedan contribuir plenamente al futuro de sus hijos y al futuro de sus países”, subraya.
En un comunicado, la ONG recuerda que en 2013 los fondos que recaudó sirvieron para que 24,5 millones de niños fueran vacunados contra el sarampión, cerca de 20 millones de personas consiguieran acceso a agua para beber, cocinar y aseo personal, 2,7 millones de niños pudieran disfrutar de una educación de mejor calidad, tanto formal como informal, y 1,9 millones de niños recibieran tratamiento para la desnutrición aguda grave.
Sin embargo, la falta de financiación en algunos países como Angola, Eritrea, Lesotho y Madagascar, así como los problemas de acceso humanitario, la inseguridad y un problemático entorno para la operativa, han provocado que muchas necesidades no se hayan podido cubrir.