El rey Felipe de Bélgica ha sancionado este lunes la ley de eutanasia infantil que autoriza poner fin a la vida de un menor sin limite de edad. De acuerdo con la nueva legislación, bastarán dos opiniones médicas y el consejo de un psicólogo juvenil o psiquiatra. Además, los padres deberán dar su aprobación por escrito.
El parlamento belga aprobó a mediados de febrero una extensión de la ley sobre la eutanasia, para que los niños y adolescentes suficientemente maduros puedan optar a ella en supuestos muy restringidos, cuando padezcan un «sufrimiento físico insoportable y su muerte a corto plazo sea inevitable».
La firma del monarca era un acto puramente simbólico, aunque indispensable para el funcionamiento y entrada en vigor de la norma.
El rey Alberto, padre del actual monarca, firmó en 2002 la ley de la eutanasia, un acto que llevó a cabo «como institución y para no bloquear el juego democrático».
Durante meses, las formaciones políticas han discutido sobre esta polémica medida. La eutanasia pediátrica ha contado con el apoyo de los socialistas y liberales valones y flamencos, de los verdes y del partido secesionista flamenco N-VA. En contra se han mantenido los democristianos valones y flamencos y el partido Vlaams Belang.
Numerosos profesionales de la medicina han contestado con virulencia a una ley que estiman no responde a ninguna demanda de la sociedad ni del sector sanitario.
La deplorable normativa ha recibido también las críticas del primer Congreso Internacional de Cuidados Paliativos Pediátricos celebrado en India y que ha incluido en su declaración final un «llamamiento urgente al Gobierno belga para que reconsidere su decisión».
Los expertos reunidos en el congreso internacional han defendido que todos los menores en estado terminal deben tener acceso a los medios adecuados para controlar el dolor y los síntomas, así como a cuidados paliativos de alta calidad. «Creemos que la eutanasia no forma parte de la terapia paliativa pediátrica y no constituye una alternativa», dice el texto recogido por los medios belgas.
Por su parte, los líderes de las principales confesiones religiosas de Bélgica (cristianos, musulmanes y hebreos) han mostrado reiteradamente su rechazo a la ley. En este sentido, el pasado 6 de noviembre emitieron un comunicado conjunto oponiéndose a la legalización de la eutanasia para menores. “La eutanasia de las personas más frágiles es inhumana y destruye los fundamentos de nuestra sociedad”, denunciaban. “Es una negación de la dignidad de estas personas y las deja al juicio, es decir, a la arbitrariedad de quien decide”, añadían.
En la nota, difundida por la agencia Cathobel, los jefes religiosos destacaban también que están “en contra del sufrimiento físico y moral, particularmente de los niños”, pero explicaban que “proponer que los menores puedan elegir su propia muerte es una manera de falsear su facultad de juzgar y por consiguiente su libertad”. “Expresamos nuestra viva inquietud frente al riesgo de banalización creciente de una realidad tan grave”, concluían.
Los líderes religiosos de Bélgica afirmaban también en otro mensaje conjunto que “la eutanasia de las personas más frágiles es inhumana y destruye los fundamentos de nuestra sociedad”; y añadían que “es una negación de la dignidad de estas personas y las deja a la arbitrariedad de quien decide”.
En Europa, la eutanasia activa (con asistencia médica) está despenalizada, en Bélgica y además en Holanda, Luxemburgo y Suiza.