El retiro del Papa con la curia, los ejercicios de san Ignacio y la conciencia

Entrevista al profesor Mark Rotsaert, superior del Centro de Espiritualidad Ignaciana y profesor en la Gregoriana de Roma

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El papa Francisco cumple su primer año de pontificado en el silencio de un retiro espiritual, acompañado por cardenales, obispos y sacerdotes de la curia romana. ¿Realizan los ejercicios de San Ignacio? ¿Qué son estos ejercicios escritos por el santo español? ¿Qué sentido tienen para quien ya escogió un estado como los religiosos? ¿Qué rol juega la conciencia? ¿Son un lavado de cerebro? ¿Bergoglio como jesuita de que manera se ha planteado la aceptación del papado? Y en el ‘agere contra’ ignaciano no hay un cierto riesgo de pelagianismo?

Para entender más sobre el tema y del papa Francisco, ZENIT ha entrevistado a un especialista, el sacerdote belga Mark Rotsaert, SJ, superior del centro de espiritualidad ignaciana y profesor de la universidad Gregoriana de Roma, autor de varios libros entre los cuales ‘El discernimiento espiritual en los textos de san Ignacio’.

¿Qué significa un retiro espiritual, éstos nacen con san Ignacio o existían antes?
— Padre Rotsaert: Los que actualmente se llaman ejercicios espirituales nacieron con san Ignacio, si bien antes existían retiros y momentos de espiritualidad, aunque no estructurados como los de san Ignacio. Él escribió los ejercicios espirituales a partir de una doble experiencia: una personal de Dios, tras su conversión en Loyola, leyendo la vida de Jesús y de los santos, etc.; y la segunda fue en estadía en Manresa, una localidad española en la que se queda unos once meses, experiencia para ayudar a las almas. Un Ignacio aún laico, ya no más militar del rey de España pero en búsqueda de Jesús. Por ello sigue a Barcelona y de allí peregrina a Tierra Santa. Escribió los ejercicios espirituales no para los oyentes sino para quien los predica. Porque los ejercicios ignacianos necesitan de la orientación del predicador, no fueron hechos para realizarlos individualmente.

¿Entonces, qué son los ejercicios?
— Padre Rotsaert: Es algo nuevo que aparece en el siglo XVI, he estudiado el tema y no he encontrado otras obras que hagan algo de este tipo. Duran un mes, cuatro horas al día más otra hora por la noche. La originalidad es el recorrido pedagógico, porque esta oración de cuatro semanas ayuda a tomar una decisión sobre la propia vida, la mejor para cada uno.

Lo novedoso es la relectura de la oración. Después de haber rezado una hora tengo que hacer una relectura sobre qué sucedió con mi oración: ¿Me ha tocado, me ha dado alegría, qué emoción me ha causado? Porque esta moción interior es el modo con el cual Dios nos habla y de escucharlo. Por ello el acompañador tiene que ayudar a interpretar a quien realiza los ejercicios, sobre estos momentos positivos de consolación y alegría y que al final del retiro van a proponer la dirección que se debe tomar.

Se puede hacer la relectura en dos niveles, el primero: si no fue bien, entender por qué motivo. Y el segundo, que es el más importante: entender cómo la relectura me ha tocado. Por esto san Ignacio dice que el predicador no tiene que explicar demasiado el evangelio, para dejar espacio a que el ejercitante lo encuentre en su oración, de alguna manera, porque no se trata tanto de saber, como de sentir y degustar enteramente.

Se ve mucho en Francisco una relación personal con Jesús, ¿verdad?
— Padre Rotsaert: Sí, así es. Y otra cosa que se ve es cuando Ignacio dice que al final de la oración es necesario hacer un coloquio con Jesús como de un amigo hacia otro amigo.

Son cuatro semanas, la primera es entrar en esta relación con Dios, rezar, reflexionar, sobre los propios pecados y la misericordia de Dios. Cuanto más haya sentido la gravedad del pecado se entenderá mejor la misericordia de Dios. Y concluye esta semana entendiendo ¿Qué estoy haciendo? para iniciar el recorrido hacia el final del retiro con el ¿Qué debo hacer?

La segunda es contemplar, ver a las personas, escuchar lo que dicen, ver lo qué hacen. Esto es para entrar en la visión de san Ignacio, de manera que la persona entre en relación con Cristo y no como una cosa de hace dos mil años, sino de hoy. La segunda semana que es la más larga es sobre la vida pública de Jesús, la tercera es la Pasión y la cuarta la Resurrección.

¿Cuántas veces en la vida los jesuitas hacen los ejercicios?
–Padre Rotsaert: Durante el primer año del noviciado y, una segunda vez, durante el tercer año de noviciado, con un recorrido ya cumplido, con estudios de con teología, filosofía, etc. Ignacio llama a este tercer año la “schola affectus”.

Los retiros son fuera del lugar de trabajo, ¿cómo en Ariccia?
— Padre Rotsaert: No siempre, pero preferiblemente. Pues cuando la persona vive en el mismo lugar del retiro puede acabar realizando algunas actividades. Existe también otro método que permite hacer los ejercicios durante un año, en el que la persona cada día en casa reza y reflexiona con la relectura y con un acompañador que se encuentra una vez por semana. Está previsto por san Ignacio. A un cierto momento, este sistema se perdió y fue reencontrado al inicio de los años sesenta por un padre de mi provincia en Bélgica y profundizados por el padre Cusson, también de esta universidad, con un éxito bastante bueno. Atención, que seguir los ejercicios tal y cual como se encuentran en el libro, significa no ser fieles a san Ignacio, porque siempre se deben adaptar a la persona.

No faltó quien calificara a los ejercicios de san Ignacio de ser un ‘lavado del cerebro’.
— Padre Rotsaert: Me hace reír porque he escrito en francés un pequeño libro sobre los ejercicios, en cuya introducción, indicó la sorprendente contradicción aparente entre lo gimnástico y lo espiritual, e incluso como ‘un intento de lavado de cerebro’. Aquí hay dos factores: ¡Con un buen predicador y el ejercitante normal no es así! Pero en cambio, es seguro que san Ignacio encontró un modo en el que la fe de la persona puede jugar un rol bastante determinante para que libremente pueda escoger.

Francisco pone con frecuencia el problema de la conciencia, en la cual la persona escucha a Dios. ¿Cómo es esto para un jesuita?
— Padre Rotsaert: La Iglesia siempre ha dicho que el último criterio para tomar una decisión es la conciencia. Lo mismo sobre temas ya consolidados como el matrimonio, etc., en los cuales el fiel tiene que estudiar para saber por qué la Iglesia decide esto, si bien la decisión final pasa por la conciencia. Esta es la diferencia por la cual el lenguaje del Papa es más pastoral. No que el dicasterio de la Doctrina de la Fe no tenga que hacer su trabajo, pero el Papa indica que existe esta verdad establecida teológicamente pero también la vida y cada uno se confronta con esto.

Doctrina y ley natural no son contradictorias. ¿La conciencia recta lleva a entender la doctrina?
— Padre Rotsaert: De hecho en la historia de la Compañía, de la Iglesia, los jesuitas más de una vez tuvieron una particular apertura teológica, respecto a Pascal u otras escuelas más rígidas. También sobre esto san Ignacio da criterios y el jesuita tiene que entender cómo aplicarlos a la persona, al lugar, al tiempo, etc. Puso reglas sobre los candidatos que pueden entrar en la Iglesia, pero también las posibilidades de excepciones si existen razones verdaderamente importantes.

Cuando el Papa habla con la gente, uno tienen la impresión que busca aquel lado bueno en la conciencia, mismo en quienes uno diría que no hay nada…
— Padre Rotsaert: Es un poco nuestra espiritualidad, pero no solamente nuestra.

Hablando de conciencia, los jesuitas al tener un voto al papa no podrían serlo. ¿Aquí en Bergoglio ha entrado algo de esa libertad de conciencia?
— Padre Rotsaert: En la Compañía hacemos los tres votos de los religiosos más un cuarto de obediencia al papa, ademas de unos votos pe
queños, sobre pobreza y la ambición. Porque san Ignacio había visto que estas dos tentaciones en Roma eran las más peligrosas para la Iglesia. Nos empeñamos a nunca cambiar las reglas sobre la pobreza queridas por san Ignacio, a no ser para volverlas más severas, lo que claramente nunca ha sucedido. Sobre la ambición, está no aceptar encargos de obispos, etc. Claro que históricamente los ha habido porque por ejemplo en algunas misiones, quien inició era un jesuita y no había otro para ser obispo. Y san Ignacio claramente nunca pensó en un papa jesuita, pues si no podían ser obispos…

Y Bergoglio aceptó ser papa, pero tuvo que pedir alguna dispensa, aunque como Papa…
— Padre Rotsaert: El ya obtuvo la dispensa para ser obispo, el resto es consecuencia.

A veces en los religiosos hay un cierto ‘ser buenos’ que les crea dificultad para decir ‘no’. Con Francisco, no es así. ¿Tiene que ver el ‘agere contra’?, decisiones como la quedarse en Santa Marta…
— Padre Rotsaert: Saber decir que no, es importante. Entretanto la formula ‘agere contra’ es una frase dentro de un contexto. En los ejercicios son un método para entender cómo seguir a Jesús, y es claro que si se puede escoger uno prefiere ser rico a ser pobre, entonces en la oración y en el diálogo con Jesús uno pide lo contrario, pero es un don que se pide, nada de voluntariedad.

¿Los que el Papa y la curia romana están haciendo con el padre… son ejercicios ignacianos?
— Padre Rotsaert: Estrictamente no, es claro entretanto que son marcados por el método de san Ignacio.

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Sergio Mora

Buenos Aires, Argentina Estudios de periodismo en el Istituto Superiore di Comunicazione de Roma y examen superior de italiano para extranjeros en el Instituto Dante Alighieri de Roma. Periodista profesional de la Associazione Stampa Estera en Italia, y publicista de la Orden de periodistas de Italia. Fue corresponsal adjunto del diario español El País de 2000 a 2004, colaborador de los programas en español de la BBC y de Radio Vaticano. Fue director del mensual Expreso Latino, realizó 41 programas en Sky con Babel TV. Actualmente además de ser redactor de ZENIT colabora con diversos medios latinoamericanos.

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