El papa Francisco ha recibido esta mañana al presidente de Malta, George Abela, que termina en estos días su mandato, y con él ha afrontado el tema de la inmigración. Una cuestión que afecta de lleno al Estado más pequeño de la UE.
En el encuentro, desarrollado en un clima de cordialidad, «se ha tratado el tema de la contribución de Malta en el seno de la Unión Europea y el de algunas situaciones en la región del Mediterráneo, incluido el fenómeno de la migración hacia Europa que interesa a la Iglesia y al Gobierno».
Además, «se ha hablado de las profundas huellas del cristianismo en la historia, la cultura y la vida del pueblo maltés, así como de las buenas relaciones entre la Santa Sede y Malta, recordando las visitas pastorales realizadas por el beato Juan Pablo II y por Benedicto XVI», señala el comunicado difundido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Durante las últimas dos décadas, Italia, Grecia y la isla mediterránea de Malta han absorbido los flujos migratorios que llegan desde el norte y este de África hasta sus costas.
La llamada vía del Mediterráneo central es la principal puerta de entrada a Europa para muchas personas que buscan una vida mejor, y la cifra de inmigrantes que acceden por mar a Italia o Malta se ha multiplicado por tres durante el último año debido, principalmente, a la llegada de refugiados sirios que huyen de la guerra civil, y de los que escapan de las hambrunas en el Cuerno de África.
Tras el naufragio que tuvo lugar el pasado mes de octubre en Lampedusa, en el que murieron 366 inmigrantes eritreos, y la posterior visita del Santo Padre a la isla italiana, con la que quiso mostrar al mundo este drama, el Gobierno de Italia ha lanzado la operación “Mare Nostrum” combinando embarcaciones, helicópteros y aeronaves no tripuladas para supervisar el mar Mediterráneo y salvar cientos de vidas humanas.
Por su parte, Malta ha pedido reiteradamente ayuda a sus socios comunitarios para afrontar el desafío de la inmigración. Una problemática que ha adquirido nuevas dimensiones con las redes criminales o con los traficantes de personas.
Ubicado a 80 km de Sicilia, 106 km de Lampedusa y 333 km de Libia, el archipiélago maltés es un paso casi obligatorio de los barcos de inmigrantes que intentan llegar al Viejo Continente.