Francisco "No a los doctores del deber, abramos el corazón a Dios"

El Papa celebra la misa ante los parlamentarios italianos en la basílica de San Pedro en el Vaticano

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En tiempos de Jesús había una clase dirigente que se había alejado del pueblo, lo había «abandonado», incapaz de otra cosa que no fuera seguir la propia ideología y de resbalar hacia la corrupción. Son palabras del Santo Padre en la misa celebrada esta mañana en el altar de la Cátedra de San Pedro, en presencia de 493 parlamentarios italianos.

Intereses de partidos, luchas internas. Las energías de quien mandaba en tiempos de Jesús eran para estas cosas hasta el punto que cuando el Mesías se revela ante sus ojos no le reconocen, es más lo acusan de ser un sanador de las filas de Satanás. Entre los presentes en la celebración eucarística una gran parte del parlamento italiano, incluidos nueve ministros y los presidente del Senado y la Cámara, Piero Grasso y Laura Boldrini.

El Santo Padre ha indicado en la homilía que las lecturas de hoy se pueden definir como un diálogo entre los lamentos de Dios y las justificaciones de los hombres. «Dios, el Señor, se lamenta. Se lamenta de no haber sido escuchado a lo largo de la historia», ha observado. Y ha añadido que este lamento de Dios viene «porque ha sido un trabajo muy, muy grande el del Señor para quitar del corazón de su pueblo la idolatría, para hacerlo dócil a su Palabra. Pero ellos iban en este camino durante un tiempo, y después volvían atrás. Y así durante siglos y siglos, hasta el momento en el que llegó Jesús». Y lo mismo sucedió con el Señor, con Jesús, ha señalado el Santo Padre. «El pueblo de Dios estaba solo, y esta clase dirigente -los doctores de la ley, los saduceos, los fariseos- estaba cerrada e sus ideas, en su pastoral, en su ideología. Y esta clase es la que no ha escuchado la Palabra del Señor», ha recordado. 

Ellos, «se justifican por no haber escuchado la llamada del Señor. No podían escuchar: estaban tan tan cerrados, lejos del pueblo, y esto es verdad», ha observado Francisco. Asimismo ha señalado que Jesús mira al pueblo y se conmueve, porque lo ve como «oveja sin pastor». Y Jesús -ha proseguido- va donde los pobres, donde los enfermos, donde todos, las viudas, los leprosos para curarles y les habla «con una palabra que provoca admiración en el pueblo», «habla distinto de esta clase dirigente que se había alejado del pueblo». El Santo Padre ha recordado que en esta clase dirigente eran pecadores, como todos, pero que «estos eran más que pecadores: el corazón de esta gente, de este grupo, con el tiempo se había endurecido tanto, tanto que era imposible escuchar la voz del Señor. Y de pecadores, han resbalado, se han convertido en corruptos. Es tan difícil que un corrupto consiga volver atrás. El pecador sí, porque el Señor es misericordioso y nos acepta a todos. Pero el corrupto está obsesionado con sus cosas, y estos eran corruptos». Y por esto se justificaban, ha explicado el Santo Padre, «porque Jesús, con su sencillez, pero con la fuerza de Dios, les molestaba. Y paso a paso, terminan por convencerse que debían matar a Jesús, y uno de ellos dijo: ‘Es mejor que un hombre muera por su pueblo'».

Francisco ha indicado que estos han «hecho resistencia a la salvación de amor del Señor y así ha resbalado de la fe, de una teología de fe a una teología del deber: ‘tenéis que hacer esto, esto, esto…'» Y ha explicado que «en la dialéctica de la libertad está el Señor bueno, que nos ama, ¡nos ama mucho! Si embargo, en la lógica de la necesidad no hay sitio para Dios: se debe hacer, se debe hacer, se debe hacer… Se han convertido en comportamentales. Hombres de buenas maneras, pero de malas costumbres».

Finalmente, el Santo Padre señala que estos que se justifican no entienden la misericordia ni la piedad. Sin embargo, «aquel pueblo que tanto amaba Jesús, necesitaba misericordia y piedad e iba a pedirla al Señor». Y ha invitado a pensar, en este tiempo de Cuaresma, en esta invitación del Señor al amor, a esta dialéctica de la libertad donde haya amor y preguntarnos «¿estoy yo en este camino? ¿o tengo el peligro de justificarme e ir por otro camino?»

Para concluir ha pedido que recemos al Señor para que nos de la gracia «de ir adelante por el camino de la salvación, de abrirnos a la salvación que viene solamente de Dios, de la fe, no de eso que proponían estos ‘doctores del deber’ que habían perdido la fe»  así como de «abrirnos a la salvación del Señor».

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ZENIT Staff

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