El papa Francisco recibió este martes 29 de abril en el Vaticano al cardenal arzobispo de Caracas, Jorge Urosa, con quien conversó en la residencia de Santa Marta. El Santo Padre envió una bendición a la Iglesia en Venezuela y reiteró su deseo de que se logre una salida a través del diálogo de la actual situación de violencia que vive el país.
ZENIT tuvo la ocasión de entrevistar al cardenal Urosa poco antes de su regreso a Venezuela. Él recordó que la actual situación inició con una manifestación estudiantil a inicios de febrero, la cual fue reprimida duramente suscitando solidaridad, provocando otras manifestaciones y represiones. A partir de allí se entró en una escalada de violencia que acabó con más de 40 muertos. Desde el inicio, la Conferencia Episcopal expresó su rechazo a la violencia, venga de donde venga, y pidió un diálogo en el que se escuchen los reclamos estudiantiles que sean justos.
Por su parte, el papa Francisco ofreció la mediación de la Santa Sede para buscar una salida. Hoy ese diálogo entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición ha iniciado con la medicación del nuncio en Venezuela, Aldo Giordano. Entretanto para que el mismo funcione, precisó el arzobispo de Caracas, es necesario que los venezolanos se sientan parte, todos, de un solo pueblo, nadie excluido, y se quiera vivir como hermanos, indicó el cardenal. A continuación la entrevista.
¿Eminencia, qué está sucediendo actualmente en Venezuela?
— Cardenal Urosa: En el mes de febrero en el sur del país, en Tachira, un grupo de estudiantes manifestó contra la inseguridad que está causando la delincuencia en el país y otros reclamos varios de los estudiantes. La misma fue reprimida de una manera muy fuerte. Esto despertó solidaridad en todo el país. Poco después el 12 de febrero se celebró el día de la juventud en Venezuela y se realizó una manifestación que había terminado bien, si no fuera que al concluir, unos grupos extraños a la misma comenzaron a hacer actos de vandalismo y a continuación esos grupos fueron reprimidos por las fuerzas del orden, pero también por grupos de civiles armados y se registraron los dos primeros muertos.
A partir de allí se engendró una escalada de manifestaciones y de violencia, con el uso excesivo de la fuerza por parte del Gobierno. Esto molestó a muchísima gente y se dio una proliferación de manifestaciones con el incremento de la violencia de ambas partes.
¿Qué dijeron los obispos ante esta situación?
— Cardenal Urosa: El episcopado en todo momento ha rechazado el uso de la violencia, venga de donde venga, y no la aprobamos en ningún caso, nunca. Lamentablemente esta situación se prolongó durante unas ocho semanas, con un saldo trágico de unos 42 personas fallecidas, muchas de las cuales atacadas durante las manifestaciones. Murieron civiles y también funcionarios de los cuerpos de seguridad del Estado. Y reitero, el episcopado deplora todas esas muertes, sea de los civiles que de los componentes de las Fuerzas Armadas.
¿Y después que sucedió?
— Cardenal Urosa: El problema se manifiesta con mayor violencia el 12 de febrero. El episcopado se pronuncia el 14 de febrero, el 25 de febrero y el 2 de abril indicando la necesidad de respetar el derecho a las manifestaciones, así como la necesidad de atender los reclamos de los estudiantes que sean justos, quienes están luchando por su futuro. Y señalábamos que la mejor manera para eso era escucharlos y tener en cuenta que están reclamando y entender las razones de las protestas. Para eso hace falta un diálogo. En ese sentido hemos mantenido nuestras declaraciones durante el Unasur y en los últimos tres meses y gracias a Dios se ha llegado a establecer un diálogo entre el gobierno y las fuerzas de la oposición, en el cual está participando la Santa Sede.
¿Por lo tanto se logró iniciar un diálogo?
— Cardenal Urosa: Sí, y se está realizando con la participación de la Santa Sede. Tanto el Gobierno como la oposición solicitaron la intervención de la Iglesia, específicamente del Vaticano.
También de Mons. Parolín, ¿verdad?
— Cardenal Urosa: Él es muy conocido, fue el nuncio apostólico y ahora es secretario de estado. Es el eclesiástico de mayor rango después del Papa en el Vaticano. Sería muy bueno que fuera y él está dispuesto a ir.
Diálogo no es solo hablar, cada uno deberá ceder en algo, ¿esa disposición existe?
— Cardenal Urosa: Yo creo que en ambas partes hay gente inteligente y todos deben darse cuenta que es necesario escuchar las razones de los otros y atender lo que sea realmente justo y que haya la búsqueda del encuentro para resolver los problemas.
Pocas semanas atrás el embajador de Venezuela ante la Santa Sede, Germán José Mundaraín Hernández, en declaraciones a ZENIT consideró las posiciones de los obispos más de parte que las de la Santa Sede.
— Cardenal Urosa: En cuestión partidista nosotros somos imparciales, aunque estamos siempre atentos cuando por lo que se refiere a la defensa de la gente. Si eso no le complace a algunos del Gobierno lo lamentamos mucho, pero no podemos pensar simplemente que todo está bien. Nosotros estamos involucrados en la vida de Venezuela, no somos observadores externos. Una cosa es ser observador externo y otra es ser una parte imparcial que está envuelta en la realidad cotidiana del país.
¿Y las perspectivas cuáles son?
— Cardenal Urosa: Que haya una voluntad decida de resolver los problemas, de resolver los justos reclamos, de buscar las soluciones, promover la convivencia pacífica de manera que los venezolanos nos sintamos todos parte de un solo pueblo y que ningún sector se sienta excluido o que considere que el país no tiene futuro. Hay que pedir que todos nos sintamos partes del mismo pueblo y que todos podamos vivir como hermanos.
¿Cómo fue el encuentro con el Santo Padre?
— Cardenal Urosa: Fue una audiencia sumamente grata, muy gentil por parte del papa Francisco como es su ser natural. Y él está muy interesado en la solución de estos problemas y ha sido el Santo Padre que ha determinado que el Vaticano participe en este diálogo. Y por supuesto espera que se llegue a buenos resultados. Y en particular le he pedido una bendición especial por la Iglesia en Caracas y en toda Venezuela, que la envió junto con sus oraciones.