Siria: un círculo de muerte bajo el ensordecedor silencio de los medios de comunicación

El presidente nacional de Cruz Roja italiana cuenta las condiciones en las que están miles de desplazados y la dificultad de asegurar la asistencia médica

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«He hecho tres visitas a Damasco desde el inicio del conflicto: cada vez he vuelto con una experiencia distinta y la puedo contar a través de sonidos. La primera vez estaba acompañado por el ruido de los helicópteros, de los cohetes disparados sobre mi cabeza y de algunos disparos que me han despertado durante la noche. La segunda visita ha sido un constante acompañamiento de ruidos de artillería sin solución de continuidad, un conflicto en pleno desarrollo, una guerra. La tercer vez, el silencio…»

Recuerda así sus viajes en el país golpeados de Oriente Medio, Fracesco Rocca, presidente nacional de Cruz Roja italiana (CRI) desde 2013. Rocca ha guiado el Departamento Políticas Sociales del Ayuntamiento de Roma y desde 2008 es Comisario extraordinario de la CRI. Durante su mandato, ha afrontado graves emergencias humanitarias en Italia y en el extranjero que han visto voluntarios y trabajadores de la Cruz Roja italiana comprometerse en primera línea. ZENIT lo ha entrevistado.

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¿Cuál es el compromiso de la Cruz Roja en Siria?
–Rocca: El rol de la Cruz Roja italiana se realiza a través del apoyo directo de la Media Luna siria. Una pequeña realidad nacional, pero con voluntarios sirios dedicados y motivados, que se ha visto envuelta en una situación mucho más grande y lo está desarrollando con compromiso, pasión y calidad excepcional. Lamentablemente, sin embargo, ha pagado también un alto precio de sangre. La Media Luna está realizando una trabajo enorme, asistiendo más de 600 mil familias y obviamente distribuyendo también ayudas y víveres que llegan de la ONU. El apoyo de la Cruz Roja italiana es también financiero (la última donación fue de 200 mil euros), y es una pequeña contribución respectos a los miles de euros que serían necesario para ayudar a esas poblaciones, y a salvar el país.

Siria: una emergencia humanitaria olvidada. ¿Complejidad, desinformación o indiferencia?
–Rocca: Nosotros hemos recogido a través de los comités más de medio millón de euros que no es muchísimo… Obviamente la ausencia de una información adecuada hace más difícil hacer una campaña por Siria. Por un lado, los conflictos no son percibidos en su plena gravedad por el público y por la gente común, más bien parece que haya un pensamiento hacia atrás como si en el fondo fuera su culpa y por tanto me pregunto: «¿Cuál es la culpa de los niños, de las personas, de los civiles no implicados directamente en el conflicto y que en cualquier caso están pagando esta guerra tan violenta?». Por otro lado, el conflicto ha asumido una dimensión atroz en los últimos meses y hemos visto más de una vez graves violaciones de los derechos humanos.

Las noticias sobre Siria casi han desaparecido de los medios de comunicación. ¿Cuál es la situación humanitaria?
–Rocca: La situación humanitaria es un desastre. Dentro del país hay seis millones y medio de desplazados; personas que, a causa del conflicto, han tenido que dejar sus propios casas, tierras, escuelas, toda su historia, que han tenido que abandonar la propia vida, quizá trasladándose a pocos kilómetros de distancia, pero abandonando todo. Basta pensar que no hay un edificio en construcción o aún incompleto, que haya sido ocupado para dar hospitalidad a los desplazados. Hoy, muchos viven con parientes y amigos y por tanto no se ve esta situación, pero viven en una condición bajo el perfil humanitario, sin corriente eléctrica y agua potable. En la zona rural de Damasco hoy cientos de miles de refugiados que viven en condiciones deshumanas al límete de la supervivencia.

¿Cuáles son las necesidades primarias de  los civiles?
–Rocca: Las necesidades son muchas. El acceso a los servicio de salud y la compra de fármacos son posibles solo en mínima parte. Se han destruido estructuras de altísima especialización y de excelencia en ámbito sanitario, y a estas estructuras no va solamente el herido de guerra sino todos los que tienen patologías, que debemos afrontar cotidianamente. Hemos donado un pequeño ambulatorio en la zona rural de Damasco, pero no tiene fármacos, funciona para genéricos como dolor de cabeza o estómago, pero no vamos más allá de eso. El problema es también la movilidad: se debe llegar desde lejos, desde fuera de Damasco, superando además de los peligros los controles de seguridad, para hacer pocos kilómetros puedes tardar tres horas, y se convierte en un viaje de la esperanza.

Es un conflicto abierto y sin reglas, ¿ha habido muchas violaciones?
–Rocca: Ha habido una verdadera barbarie del conflicto, me refiero a la falta de respeto por el trabajador humanitario, los hospitales y los lugares de cura golpeados, violando las reglas elementales del derecho internacional. Estos son lugares protegidos considerados elementos de sacralidad, donde no hay sólo lugares de culto religiosos sino lugares de culto de la civilización humana, que ningún combatiente debería nunca violar con su acción. Es ensordecedor el silencio de los medios de comunicación. Cuando veo la imagen de hospitales enteros destruidos es algo que hiere la dignidad del ser humano, porque allí es curado, sin importar quien sea o a donde pertenezca. Hay ejecuciones bárbaras, combates en zonas urbanas. 34 trabajadores de la Luna Roja siria fueron asesinados al inicio del conflicto. Todos era jóvenes de menos de treinta años, y muchos de ellos eran estudiantes que dedicaron parte de su tiempo para ayudar a su pueblo en dificultad.

La oposición siria acusa a gobierno sirio de bombardear a civiles, mientras que el gobierno acusa a los combatientes de utilizar a los civiles como escudos humanos. ¿Es el círculo de la muerte?
–Rocca: Es un tema muy delicado sobre el cuál la Cruz Roja se interroga desde hace algún año. De hecho ha cambiado la naturaleza de los conflictos y los civiles se ven cada vez más afectados. No son conflictos entre Estados –donde hay una sanción regulatoria clara– en el momento en el que utilizo el jardín de una casa como base para los morteros para golpear al ejército. Por otro lado es obvio que la respuesta corre el riesgo de implicar civiles indefensos que no tienen la fuerza militar para oponerse: es una dinámica perversa que no se consigue frenar. En ausencia de reglas internacionales, siempre pagan los más pequeños.

¿Por qué después de tres años la comunidad internacional no ha conseguido detener este conflicto?
–Rocca: En toda crisis internacional, puede ser por el petróleo o por otra cosa, o como en este caso por motivos de geopolítica; el riesgo es que se pueden jugar partidas más importante sobre la piel de la pobre gente. Alguno ha pensado que es una ocasión para cerrar cuentas. En una situación tan delicada, en vez de excitar las almas como se hizo al inicio, probablemente la vía del diálogo que se ha intentado en Ginebra ha llegado demasiado tarde. Sin embargo, el diálogo y la reconciliación debían ser buscados antes sin gritar quién sabe qué primaveras, que después primaveras no ha habido. Esto probablemente ha llevado a todos por un camino equivocado.

¿Alguna señal positiva?
–Rocca: En mi última visita a Siria, he podido ver cómo en distintas área de Damasco, que eran lugares de enfrentamiento, ha habido un intento de reconciliación que por el momento está sosteniendo. Me parece que una parte del pueblo sirio está entendiendo que los problemas no se resuelven con conflictos, esta es una de las cosas que más me ha gustado. He visto la sonrisa por primera vez de nuestros trabajadores sirios que me contaban la belleza de esta experiencia, de poder finalmente trabajar y ayudar a la gente sin el riesgo de no volver más a casa. Seguramente lo que está sucediendo y de lo que no se habla, son esas señales que deberían alentar a una comunidad entera a encontrarse en torno a un país al que querer, porque la tradición social
y cultural de siria es algo para proteger para el mundo entero.

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Naman Tarcha

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