P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil).

Idea principal: la Ascensión es la fiesta de la liberación, exaltación y salvación.

Resumen del mensaje: Hoy la Santa Iglesia celebra el misterio de la Ascensión del Señor, el cual, junto con el misterio de Pentecostés, que festejaremos el próximo domingo, configura la consumación del gran misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, Jesucristo Nuestro Señor y viene a ser la fiesta de la liberación, exaltación y salvación.

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, sí, la Ascensión es la fiesta de la liberación, pues es una partida de Cristo al Padre, después de haber cumplido su misión redentora aquí en la tierra. Liberación de la soledad y llanto, de los afanes de esta vida, de los achaques pasionales del corazón, de las inclemencias de esta sociedad, de las guerras como ha denunciado el papa Francisco en Belén, de las impertinencias de los hombres o, como diría Teresa de Ávila, de “esta cárcel y estos hierros en que el alma está metida”. Y con la liberación viene el grito de alegría y de júbilo. ¿Por qué querer seguir atados a tantas cadenas? ¿Por qué no ir desde ahora desatando tantos hilos que nos atan a esta tierra y así experimentar en el corazón esa verdadera libertad que nos ganó Cristo con su Ascensión?

En segundo lugar, sí, la Ascensión además de ser una liberación es una exaltación. Es la exaltación de Cristo, como Hijo predilecto del Padre, ahora ya sentado a la diestra de Dios. El Hijo de Dios, que en la tierra no tenía dónde reclinar su cabeza. Exaltación, después de la terrible humillación de la pasión y muerte, donde quedó postrado Jesucristo nuestro Señor. Exaltación, pero mostrando ya gloriosos los signos y estigmas de su flagelación. Hoy es el día de la exaltación de los grandes valores trascendentales frente a los contravalores terrenos. Los valores del alma, del espíritu. Los valores religiosos, los valores éticos y morales. Hoy es el día que Dios exaltó la humildad de Cristo y la nuestra, por encima de la soberbia; la caridad de Cristo y la nuestra, por encima del odio y el egoísmo; el perdón de Cristo y el nuestro, por encima de las venganzas; la paz de Cristo y la nuestra, por encima de las guerras; la obediencia de Cristo y la nuestra, por encima de las rebeldías; la vida santa de Cristo y la nuestra, por encima de la mediocridad y tibieza. ¡Bendita fiesta de la exaltación auténtica!

Finalmente, la Ascensión, es el día de la salvación. La salvación existe y es posible. Hoy tenemos un hombre seguro de su salvación: Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Hoy tenemos un hombre-Dios que nos ofrece su salvación, y por eso nos precedió y nos está preparando esa salvación que es el cielo. Está preparando ya los cuartos para cada uno de nosotros. Sin excepción. ¿Querrán todos llegar? Esto es motivo de gran alegría para todos. ¡La salvación es posible! La salvación completa, cuerpo y alma. También para los hombres y mujeres, y no sólo para los ángeles. Nuestra naturaleza humana participará también de esta salvación en Cristo y con Cristo. Y esta salvación la tenemos que predicar a todos los vientos, porque nos da paciencia en la lucha, alegría en la vida, fortaleza en las dificultades. ¡Luchemos por conquistar ese cielo ya abierto y ganado para nosotros por Cristo! Y ese cielo tiene un nombre: es Jesús y su amistad.

Para reflexionar: podemos resumir lo dicho en ese verso del poeta Fray Luis de León: “¿Y dejas, Pastor santo, tu grey en este valle, hondo oscuro, en soledad y llanto, y tú, rompiendo el puro aire, te vas al inmortal seguro?”. ¿Experimento la Ascensión del Señor como una invitación a la liberación, exaltación y salvación de mi propia vida escondida en Cristo?

Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org

San Felipe Neri

«Apóstol de Roma, heraldo de la alegría que derrochó en todo su quehacer impregnando los suburbios de la Ciudad Eterna donde conquistó a niños, jóvenes y adultos. Rehusó el cardenalato diciendo que prefería el paraíso»