El Papa pide de corazón poner fin a las guerras

El Santo Padre renueva su llamamiento a la paz en las zonas en conflicto y piensa en los niños a los que se les está quitando la esperanza de una vida digna

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El papa Francisco ha renovado este domingo su llamamiento a la paz, teniendo especialmente presente Oriente Medio, Irak y Ucrania. Lo ha hecho al finalizar la oración del ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico.

Publicamos a continuación las palabras del Santo Padre después de la oración mariana:

Queridos hermanos y hermanas,

mañana se cumple el centésimo aniversario del inicio de la Primera Guerra Mundial, que causó millones de víctimas e inmensas destrucciones. Tal conflicto, que el papa Benedicto XV definió como una «masacre inútil», terminó, después de cuatro largos años, en una paz más frágil. Mañana será un día de luto en el recuerdo de este drama. Mientras recordamos este trágico evento, deseo que no repitan más errores del pasado, sino que se tengan presentes las lecciones de la historia, haciendo siempre prevalecer las razones de la paz mediante un diálogo paciente y valiente.

En particular, hoy mi pensamiento va a tres zonas en crisis: la medioriental, la iraquí y la ucraniana. Os pido que continuéis uniéndoos a mi oración para que el Señor conceda a la población y a las autoridades de esas zonas la sabiduría y la fuerza necesarias para poder llevar adelante con determinación el camino de la paz, afrontando cualquier disputa con la tenacidad del diálogo y de la negociación y con la fuerza de la reconciliación. Que en el centro de cada decisión no se pongan los intereses particulares, sino el bien común y el respeto de cada persona.

Recordamos que todo se pierde con la guerra y nada se pierde con la paz. Hermanos y hermanas: nunca la guerra, nunca la guerra. Pienso sobre todo en los niños, a los que se les quita la esperanza de una vida digna, un futuro, niños muertos, niños heridos, niños mutilados, niños huérfanos, niños que sus juguetes son residuos bélicos, niños que no saben reír. Parad, por favor, lo pido de todo corazón. Es la hora de pararse. Parad por favor.

Dirijo un cordial saludo a todos vosotros, peregrinos procedentes de Italia y de otros países.  Saludo al grupo de brasileños, las parroquias de la diócesis de Cartagena (España), los scouts de Gavião (Portugal), los jóvenes de Madrid, Asidonia-Jerez (España) y los de Monteolimpino (Como), los monaguillos de Conselve y Ronchi Casalserugo, los lupetti de Catania y los fieles de Acerra.

A todos os deseo feliz domingo, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo. ¡Hasta la vista!

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ZENIT Staff

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